Kinshasa (Agencia Fides) – “Una acción destinada a humillar y matar a una comunidad mediante actos crueles y a veces sistemáticos perpetrados en tal o cual pueblo”. Así es como un informe enviado a la Agencia Fides, firmado por don Justin Nkunzi, Director de la Comisión "Justicia y Paz" de la Archidiócesis de Bukavu, capital de Kivu del Sur, describe desde 2007 (véase Fides 29/10/2007) el uso instrumental de la violencia sexual como arma de guerra. El objetivo es aniquilar a las poblaciones locales como comunidad e inducirlas a abandonar las zonas en la mira de uno de los 120 grupos armados diferentes que asolan las tres provincias del este de la República Democrática del Congo.
“La mujer es considerada ante todo madre”, subraya el informe. “Ella da la vida. Ella es todo lo que es sagrado en la tradición africana. En ese contexto, la violencia contra las mujeres se considera una forma de infligir la muerte a toda una comunidad. Es una forma de golpear al corazón de la comunidad”
Una situación que no ha cambiado en absoluto desde 2007 (pero los delitos llevan produciéndose desde los años noventa). “En la cultura congoleña, hacer violencia a una mujer es hacer violencia a su madre, porque es ella quien da la vida y educa a su prole. Las violaciones son planeadas como táctica de guerra por personas que conocen bien la comunidad local. La violencia es, por tanto, la marca indeleble de una guerra sin fin. Las víctimas son a menudo niñas, las más débiles y vulnerables” comunicaba a la Agencia Fides desde Bukavu ya en 2021 el P. Bernard Ugeux, sacerdote de origen belga, perteneciente a la Congregación de los Misioneros de África (también llamados "Padres Blancos") (véase Fides 28/12/2021).
Ayer, 1 de febrero, el encuentro del Papa Francisco con algunas de las víctimas del este de la RDC de esta verdadera estrategia que podríamos llamar "genocidio cultural" es un poderoso recordatorio de una realidad que no debe ignorarse. “La guerra (en el este de la RDC) – ha afirmado el Papa - desatada por una insaciable avidez de materias primas y de dinero, alimenta una economía armada, la cual exige inestabilidad y corrupción. Qué escándalo y qué hipocresía: la gente es agredida y asesinada, mientras los negocios que causan violencia y muerte siguen prosperando”.
En 2018, el Premio Nobel de la Paz fue concedido al doctor Denis Mukwege, médico y pastor protestante congoleño, nacido en Bukavu, que desde hace décadas trata a mujeres y niñas víctimas de violaciones de guerra en el este de la RDC, en el hospital de Panzi, en la capital de Kivu del Sur.
El Dr. Mukwege subrayó (véase Fides 29/10/2012) cómo las violaciones de guerra son armas utilizadas en diversos conflictos en todo el mundo, desde la antigua Yugoslavia hasta Siria: “He conocido a mujeres bosniacas y a médicos sirios que me han hablado de violaciones similares”.
Un pacificador que, como dice el Papa Francisco, “responde al mal con el bien, al odio con el amor, a la división con la reconciliación” para “transformar la realidad desde dentro en lugar de destruirla desde fuera”.
(L.M.) (Agencia Fides 2/1/2023)
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