Cev
Caracas (Agencia Fides) – “Lo que está sucediendo en Venezuela es parte de lo que está sucediendo en un mundo que vive no sólo un momento de cambio, sino un cambio de época, y es común hablar de crisis”: son las palabras de Mons. Jesús González De Zárate, Arzobispo de Cumaná y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en su discurso con el que ha abierto la Asamblea Plenaria Ordinaria de la CEV, el sábado 7 de enero en Caracas. El Arzobispo ha destacado diversos aspectos de los ámbitos eclesial y social a tener en cuenta para emprender las acciones pastorales más adecuadas, según los signos de los tiempos, que se debatirán en la Asamblea, cuya clausura está prevista para el 12 de enero.
“Somos parte de un mundo caracterizado por la injusticia social y el escándalo de la desigualdad entre los pueblos”, ha remarcado el Presidente de la CEV, destacando el drama de los desplazados, entre los que hay siete millones de venezolanos, y las políticas erróneas de los Estados para responder a esta realidad creciente. Venezuela no escapa a las consecuencias de la destrucción sistemática del medio ambiente, la explotación de menores y el tráfico de personas, y el mantenimiento de modelos económicos y políticos que no pueden garantizar el desarrollo humano integral. Tampoco deben pasarse por alto los efectos de las prolongadas guerras que se libran en diversos lugares del planeta. Vivimos en un mundo “que aún está lejos de alcanzar un orden internacional justo y pacífico, y en el que la dignidad de la persona humana y el bien común no están todavía por encima de otros intereses”.
El año pasado no se produjeron cambios sustanciales en el país respecto a las últimas décadas, en lo que se refiere al panorama social, económico y político. En la sociedad en que vivimos, “una pequeña minoría puede permitirse casi todo y una inmensa mayoría de personas empobrecidas carecen incluso de lo mínimo para sobrevivir”, ha señalado el Arzobispo. Aunque en los últimos tiempos se han observado algunos signos de mejora en los indicadores económicos, sin respuestas estructuradas y orgánicas la economía venezolana siempre será presa de la inestabilidad.
A la pregunta sobre el futuro que nos espera “no siempre es fácil dar una respuesta, teniendo en cuenta de la complejidad y fragmentación que caracterizan nuestra realidad”. En esta dramática situación, los Obispos, contando con el apoyo de todos los componentes de las Iglesias particulares, reafirman: “Hemos hecho la elección de 'ser pueblo', de estar cerca de la gente, de no abandonar a la gente. Permanecer cerca de los más pobres, consolar a los afligidos, curar los corazones heridos, educar e iluminar las conciencias, alzar la voz en defensa de los derechos humanos e insistir en los principios éticos y morales por los que todos debemos regirnos”.
A nivel eclesial, Mons. De Zárate ha destacado algunos acontecimientos significativos para la Iglesia universal, la Iglesia latinoamericana y la Iglesia en Venezuela, y el compromiso de proseguir el proyecto pastoral de la Iglesia local para la Nueva Evangelización. “Aunque la Iglesia católica como institución sigue manteniendo un alto nivel de credibilidad” ha subrayado, “el panorama eclesial del país, como el de otros países latinoamericanos, muestra signos de debilitamiento. Hoy, menos del 80% de los habitantes de nuestro país se consideran católicos y la tendencia es decreciente. El número de los que acceden a los sacramentos es bajo y la participación en la liturgia dominical es escasa”.
La difusión de nuevas formas religiosas revela las carencias formativas, espirituales y doctrinales de los fieles. Corremos el riesgo de que “la fe sea un barniz externo, que no penetra hasta el fondo del corazón, de modo que los cristianos no puedan ser fermento de transformación y constructores de una sociedad más justa, más libre y más fraterna”.
Esta situación obliga “a superar una pastoral especialmente centrada en la Iglesia”, ya que las formas tradicionales de acción pastoral son ahora insuficientes para llegar a los más alejados, mientras que la indiferencia religiosa gana terreno. El Arzobispo ha reiterado un concepto expresado anteriormente por los Obispos: “es la hora de los laicos”, llamados a intervenir en temas de actualidad ampliamente cuestionados por las ideologías modernas, como la familia y el matrimonio, la moral y la vida, y también a reforzar la relación entre fe y política. En la conclusión de su discurso, Monseñor Jesús González De Zárate ha dicho: “A pesar de las dificultades, o más bien porque existen, nos exigen redoblar la fe, la esperanza y la caridad cristiana, al contemplar y afrontar nuestra realidad nacional y eclesial”.
(SL) (Agencia Fides 9/1/2023)