VATICANO - El «gran anuncio misionero» de Querida Amazonia

miércoles, 12 febrero 2020

Roma (Agencia Fides) - La Iglesia «está llamada a caminar con los pueblos de la Amazonia» y a desarrollar un «rostro amazónico». Pero « para que sea posible esta encarnación de la Iglesia y del Evangelio debe resonar, una y otra vez, el gran anuncio misionero». Lo escribe el Papa Francisco, en el parágrafo 61 de su nueva Exhortación apostólica Querida Amazonia, el texto magistral que se inspira en los trabajos del Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre y que concluyó con un texto titulado Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.

La nueva exhortación pontificia, publicada hoy, lleva la fecha del 2 de febrero de 2020. En el texto magistral hay muchas ideas y pasajes intensos llenos de sugerencias sobre la vocación misionera de la Iglesia y sobre sus características distintivas, que hacen que no se pueda comparar con cualquier forma de propaganda y de adoctrinamiento ideológico.

«Frente a tantas necesidades y angustias que claman desde el corazón de la Amazonia» escribe el Papa Francisco en el parágrafo 62 «podemos responder a partir de organizaciones sociales, recursos técnicos, espacios de debate, programas políticos, y todo eso puede ser parte de la solución. Pero los cristianos no renunciamos a la propuesta de fe que recibimos del Evangelio. Si bien queremos luchar con todos, codo a codo, no nos avergonzamos de Jesucristo. Para quienes se han encontrado con Él, viven en su amistad y se identifican con su mensaje, es inevitable hablar de Él y acercar a los demás su propuesta de vida nueva: «¡Ay de mí si no evangelizo!» (1 Co 9,16)». También la opción por los más pobres y olvidados, que « nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender sus derechos», fluye – remarca el Papa – de la «amistad con el Señor que los promueve y dignifica. Sería triste» añade el obispo de Roma «que reciban de nosotros un código de doctrinas o un imperativo moral, pero no el gran anuncio salvífico, ese grito misionero que apunta al corazón y da sentido a todo lo demás. Tampoco podemos conformarnos con un mensaje social. Si damos la vida por ellos, por la justicia y la dignidad que ellos merecen, no podemos ocultarles que lo hacemos porque reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios que los ama infinitamente».

En el parágrafo 64, citando la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa Francisco recuerda que el anuncio del Evangelio, también está reservado para los hombres y mujeres de la Amazonía como don precioso, sobre todo «ese primer anuncio que se llama kerygma y que “es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra”». Sin este anuncio apasionado, – reconoce el Papa - «cada estructura eclesial se convertirá en una ONG más, y así no responderemos al pedido de Jesucristo: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15)».

El efecto más sorprendente del anuncio del Evangelio, «cuando logra provocar un encuentro personal con el Señor, - escribe el Papa en el parágrafo 65 - es la caridad fraterna». Por eso « el kerygma y el amor fraterno conforman la gran síntesis de todo el contenido del Evangelio que no puede dejar de ser propuesta en la Amazonia. Es lo que vivieron grandes evangelizadores de América Latina como santo Toribio de Mogrovejo o san José de Anchieta».

Varios pasajes de Querida Amazonia se centran en los criterios y dinámicas que hacen que los procesos de inculturación del Evangelio sean preciosos e indispensables también en la Amazonía. La inculturación - recuerda el Papa Francisco en el párrafo 66, también citando su reciente “Carta al pueblo de Dios en camino en Alemania” - « no desprecia nada de lo bueno que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y lo lleva a la plenitud a la luz del Evangelio. Tampoco desprecia la riqueza de sabiduría cristiana transmitida durante siglos, como si se pretendiera ignorar la historia donde Dios ha obrado de múltiples maneras, porque la Iglesia tiene un rostro pluriforme “no sólo desde una perspectiva espacial [...] sino también desde su realidad temporal”. Se trata de la auténtica Tradición de la Iglesia, que no es un depósito estático ni una pieza de museo, sino la raíz de un árbol que crece. Es la Tradición milenaria que testimonia la acción divina en su Pueblo y “tiene la misión de mantener vivo el fuego más que conservar sus cenizas”».

La auténtica inculturación del Evangelio en los diferentes contextos históricos y culturales – subraya el Papa, citando de nuevo la Evangelii gaudium - implica «un doble movimiento. Por una parte, una dinámica de fecundación que permite expresar el Evangelio en un lugar, ya que “cuando una comunidad acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza transformadora del Evangelio”. Por otra parte, la misma Iglesia vive un camino receptivo, que la enriquece con lo que el Espíritu ya había sembrado misteriosamente en esa cultura. De ese modo, “el Espíritu Santo embellece a la Iglesia, mostrándole nuevos aspectos de la Revelación y regalándole un nuevo rostro”».

El Papa una vez más subraya, citando la exhortación Evangelii gaudium, «el cristianismo no tiene un único modo cultural» y «no haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde». Pensando también pero no solo en la Amazonía, el Sucesor de Pedro recuerda que «el riesgo de los evangelizadores que llegan a un lugar es creer que no sólo deben comunicar el Evangelio sino también la cultura en la cual ellos han crecido, olvidando que no se trata de “imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea”. Hace falta aceptar con valentía la novedad del Espíritu capaz de crear siempre algo nuevo con el tesoro inagotable de Jesucristo». En Amazonía, esto quiere decir reconocer las « riquezas que vienen de las culturas precolombinas», como la apertura a la acción de Dios y el sentido de la gratitud por los frutos de la tierra, y hay que valorar y apreciar «esa mística indígena de la interconexión e interdependencia de todo lo creado, mística de gratuidad que ama la vida como don, mística de admiración sagrada ante la naturaleza que nos desborda con tanta vida. No obstante – añade el Papa - también se trata de lograr que esta relación con Dios presente en el cosmos se convierta, cada vez más, en la relación personal con un Tú que sostiene la propia realidad y quiere darle un sentido, un Tú que nos conoce y nos ama». El Papa Francisco reconoce que en Amazonía esta inculturación, «dada la situación de pobreza y abandono de tantos habitantes», tendrá que tener «necesariamente, un perfume marcadamente social y caracterizarse por una firme defensa de los derechos humanos». Al mismo tiempo – añade el Papa -, en Amazonía también se debe «integrar mejor lo social con lo espiritual, de manera que los más pobres no necesiten ir a buscar fuera de la Iglesia una espiritualidad que responda a los anhelos de su dimensión trascendente» (§ 75). El obispo de Roma sugiere también que se reconozca y se atesoren «ciertos rasgos de catolicismo popular que, aunque primitivamente quizás fueron promovidos por agentes pastorales, actualmente son algo que el pueblo ha hecho suyo y hasta les ha cambiado los significados y los transmite de generación en generación». Según el Papa, no hay que apresurarse en calificar de superstición o de paganismo «algunas expresiones religiosas que surgen espontáneamente de la vida de los pueblos. Más bien hay que saber reconocer el trigo que crece entre la cizaña, porque “en la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo”». (§78).

El Papa añade en el párrafo 79 que «Es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría», ya que «un mito cargado de sentido espiritual puede ser aprovechado, y no siempre considerado un error pagano». Por eso – subraya el Papa - «un misionero de alma trata de descubrir qué inquietudes legítimas buscan un cauce en manifestaciones religiosas a veces imperfectas, parciales o equivocadas, e intenta responder desde una espiritualidad inculturada».

En los pasajes de Querida Amazonia en los que se toma en cuenta la escasez de sacerdotes que operan en los territorios amazónicos, el Papa, entre otras indicaciones, también exhorta «a los Obispos, en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia» (§ 90).

En algunos párrafos de la sección introductoria, el Papa Francisco también nos anima a recordar a los muchos misioneros que, incluso en medio de las laceraciones de la colonización, llegaron a la Amazonía «con el Evangelio, dejando sus países y aceptando una vida austera y desafiante cerca de los más desprotegidos. Sabemos que no todos fueron ejemplares, – recuerda el Papa, citando el Instrumentum Laboris del Sínodo - pero la tarea de los que se mantuvieron fieles al Evangelio también inspiró “una legislación como las Leyes de Indias que protegían la dignidad de los indígenas contra los atropellos de sus pueblos y territorios”. Dado que frecuentemente eran los sacerdotes quienes protegían de salteadores y abusadores a los indígenas, los misioneros relatan: “Nos pedían con insistencia que no los abandonáramos y nos arrancaban la promesa de volver nuevamente”» (§18).

Como siempre sucede – reconoce el Papa -, el trigo se mezcla con la cizaña, y así en Amazonía no siempre los misioneros estuvieron del lado de los oprimidos: «me avergüenzo y una vez más “pido humildemente perdón, - añade el Papa Francisco, citando su discurso en el encuentro con los movimientos populares que tuvo lugar el 9 de julio de 2015, durante su viaje apostólico en Bolivia - no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América, y por los atroces crímenes que siguieron a través de toda la historia de la Amazonia» (§ 19).
(GV) (Agencia Fides 12/2/2020).


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