VATICANO - Modelos de santidad africana: la beata hna. Marie-Clémentine Anuarite Nengapeta y el beato Isidoro Bakanja, mártires congoleños

martes, 3 diciembre 2019 mártires   órdenes religiosas   catequistas   iglesias locales  

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Hoy recordáis a una bella figura, la beata Marie-Clémentine Anuarite Nengapeta, violentamente asesinada no sin antes decirle a su verdugo, como Jesús: «Te perdono, porque no sabes lo que haces». Pidamos por su intercesión que, en nombre de Dios-Amor y con la ayuda de las poblaciones vecinas, se renuncie a las armas, por un futuro que no sea ya de unos contra otros, sino de unos con otros, y se pase de una economía que se sirve de la guerra a una economía que sirve a la paz”. Con estas palabras pronunciadas durante la homilía de la Misa celebrada para la comunidad católica congoleña de Roma e Italia, el domingo 1 de diciembre en la Basílica del Vaticano, el Papa Francisco recordó la figura de la primera mártir congolesa.
La Beata Clementine Anuarite Nengapeta nació en Wamba, en aquel entonces Congo Belga, el 29 de diciembre de 1939 de padres que seguian la religión tradicional africana. Más tarde fue bautizada, junto con su madre, después de sus estudios en las Hermanas del Niño Jesús de Nivelles, donde se graduó.
Al ingresar a la Congregación local de la Sagrada Familia, hizo su primera profesión religiosa el 5 de agosto de 1959. En el contexto de su vida religiosa, la hermana Anuarite llevó a cabo las tareas más diversas con humildad, diligencia y amor: sacristana, asistente de cocina y maestra en una escuela primaria.
En 1961, ni siquiera un año después de la independencia, el país se vio sumergido en el caos de la guerra civil causada por el intento secesionista de Katanga. Después de la intervención de las tropas de las Naciones Unidas, la revuelta secesionista fue detenida, pero continuaron las tensiones que condujeron a la revuelta "Simba" en el este del Congo. El 29 de noviembre de 1964, los "Simba" secuestraron a la hermana Anuarite junto con un grupo de hermanas y fueron transportadas a Isiro, en el noreste del país. El comandante del grupo rebelde intento varias veces violar el compromiso de castidad de la hermana Anuarite, que se opuso enérgicamente, afirmando “prefiero morir antes que cometer pecado".
En la noche del 1 de diciembre de 1964, después de sufrir malos tratos salvajes, la hermana Anuarite fue asesinada, pero no sin antes encontrar la fuerza para perdonar a su verdugo con estas palabras: "Te perdono, no te das cuenta de cuánto estás haciendo, que el Padre te perdone". El 15 de agosto de 1985, el Papa Juan Pablo II beatificó a la religiosa mártir durante su viaje apostólico a Africa (véase Fides 27/1/2006)
Otro modelo de santidad africana, concretamente congoleño, es el de Isidoro Bakanja, un catequista laico. Nacido en Bokendela-Bekalaka, entre 1880 y 1890, murió en Busira, el 15 de agosto de 1909, en aquel momento Zaire. Isidoro era un joven de la tribu Boangi, convertido al catolicismo por los misioneros trapenses belgas. Recibió el bautismo alrededor de los 18 años. Se convirtió en miembro de la Cofradía del Escapulario del Carmelo y enseñó la fe a sus jóvenes compañeros de trabajo. Cuando su jefe, un ateo, le ordenó que se quitara el escapulario, se negó. Por este motivo fue azotado salvajemente, lo que le produjo heridas incurables en la espalda que le provocaron gran sufrimiento durante seis meses y medio. Los misioneros, mientras le administraban los últimos sacramentos, lo instaron a perdonar al hombre que lo había azotado, e Isidoro respondió: "Ya lo he perdonado, y cuando esté en el cielo, tengo la intención de rezar también por él". Murió abrazando el Escapulario y el Rosario el 8 o el 15 de agosto de 1909.
El Papa Juan Pablo II lo proclamó beato el 24 de abril de 1994, en la Plaza de San Pedro en Roma, durante la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. En la homilía dijo: “Eras un hombre de fe heroica, Isidoro Bakanja, joven laico de Zaire. Como bautizado, llamado a difundir la Buena Nueva, supiste compartir tu fe y dar testimonio de Cristo con tanta convicción que, ante sus compañeros, te mostraste como uno de esos valientes fieles laicos que son los catequistas. Sí, beato Isidoro, fiel a las promesas de tu bautismo, fuiste realmente un catequista, trabajaste generosamente por la Iglesia en África y por su misión evangelizadora”. (S.L.) (Agencia Fides 03/12/2019)


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