EUROPA/PORTUGAL - La Caridad cristiana tiene una gran fuerza evangelizadora en la medida en que es signo del amor de Dios entre los hombres

lunes, 17 enero 2011

Fátima (Agencia Fides) - "Movilidad humana y evangelización: los retos del nuevo milenio" es el tema que trató ayer el Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, el arzobispo Antonio Maria Vegliò, en su discurso en el XI Encuentro de Formación de los Agentes Socio-Pastorales, que se ha celebrado en Fátima (Portugal) del 14 al 16 de enero.
"Europa es un continente en el que conviven naciones, pueblos y culturas diferentes - dijo el Arzobispo -. Pero ningún país europeo puede considerarse libre de los problemas del macro-fenómeno de las migraciones contemporáneas”. Entre los "signos de desconcierto y confusión, incluso bajo la presión del fenómeno migratorio" que se produce en nuestros días, Mons. Vegliò indicó "la búsqueda excesiva de la autonomía del hombre frente a Dios", que ha sido colocado "al lado del mundo, pero sin interferir con las actividades del hombre"; los cambios éticos; la grave crisis económica.
Mons. Vegliò denunció que "en el contexto de los movimientos migratorios, no se presta suficiente atención a la defensa de la dignidad humana. De hecho, precisamente en este ámbito, en los últimos años, en muchas partes de Europa se han producido ataques deplorables contra los migrantes, que a menudo han sido víctimas de la intolerancia, la discriminación y la xenofobia, sufriendo algunos episodios de racismo, aunque se ha tratado de casos aislados”.
Mirando el rostro de la Europa de hoy, el Arzobispo señaló que se caracteriza por la pluralidad étnica y la multiculturalidad, "que llevan con sigo diferentes formas de afiliación religiosa". Cuantos llegan hoy a países de la UE son en su mayoría cristianos, y entre ellos, muchos son ortodoxos. Los pertenecientes al judaísmo son unos tres millones. La Unión Budista Europea estima que hoy en día en Europa tiene de uno a tres millones de miembros. Los musulmanes son unos 32 millones. “El diálogo no es fácil - comentó Mons. Vegliò -. El encuentro de la diversidad no es una novedad en nuestro tiempo, pero el hecho novedoso es que hoy el fenómeno implica a todo el planeta. Los historiadores han señalado que el día en que una civilización se abre a otras culturas, ella misma se beneficia en términos de crecimiento y fortalecimiento. Por el contrario, la debilidad y el declive comienzan precisamente cuando no acepta el diálogo, la discusión y el intercambio mutuo, en el dinamismo del mutuo dar y recibir”.
Refiriéndose a los desafíos de la evangelización, Mons. Vegliò afirmo que "la pastoral de la movilidad humana, va más allá de la emergencia de la ayuda humanitaria, que siempre se produce en los movimientos migratorios y que responde a la urgencia de la caridad, ahora se enfrenta al reto de la renovada proclamación de la Buena Nueva a los migrantes. El esfuerzo de los agentes de pastoral en este campo, tiende a descubrir y valorar todo lo bello, verdadero y bueno que tienen las culturas diferentes”. También es fundamental la cooperación entre las Iglesias de origen y de destino de los flujos migratorios, ya que "es muy importante que las iglesias de origen de los migrantes sientan la vocación misionera a no descuidar a aquellos que dejan la comunidad de origen para ir a otros lugares". En cierta medida también entra dentro de la acción misionera la defensa de los derechos de los trabajadores migrantes, cuando estos no sean respetados, volvió a destacar Mons. Vegliò, destacando que "la denuncia es una herramienta importante del anuncio del Evangelio”.
En la conclusión, el Arzobispo afirmó: "Los migrantes esperan de la Iglesia una orientación y una respuesta a las grandes preguntas sobre la fe cristiana, el conforto y la ayuda humana capaces de restablecer el sentido y la esperanza en sus vidas. El camino misionero que pretendemos reccorrer en este tercer milenio se deberá basar en la evangelización y el testimonio de la caridad. No debemos olvidar que la caridad cristiana tiene una gran fuerza evangelizadora en la medida en que es signo del amor de Dios entre los hombres”. (SL) (Agencia Fides 17/1/2011)


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