AFRICA/ANGOLA - “Hacen falta más esfuerzos de evangelización para combatir la brujería” dice a Fides el Obispo de Caxito

jueves, 23 septiembre 2010

Roma (Agencia Fides) - La situación ocho años después de la guerra, la difusión de creencias como la brujería, la brecha existente entre ricos y pobres, la necesidad de re-evangelizar parte del país después de 20 años de marxismo, son algunas de las cuestiones tratadas por Su Excelencia Mons. Antonio Jaca, Obispo de Caxito en la siguiente entrevista a la Agencia Fides.
Excelencia ¿nos puede presentar su diócesis y en particular los problemas de la evangelización?

Caxito es una diócesis fundada por la división de la Archidiócesis de Luanda, de la que surgieron dos nuevas diócesis. Caxito tiene algo menos de un millón de habitantes de los cuales 400 mil son católicos. Existen diferentes sectas, principalmente de origen congoleño, y algunos fieles musulmanes, pero la mayoría de los habitantes son cristianos, especialmente católicos.
Angola en 1991 celebró sus 500 años de evangelización. Por lo tanto, no somos una nueva comunidad y llevamos sobre los hombros una larga historia de evangelización. Sin embargo hemos tenido más de 20 años de marxismo que ha dejado diversos daños, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Hemos comenzado a re-evangelizar el país. No es tarea fácil, ya que se ha constatado que, a pesar de que las iglesias están llenas los domingos, la población no está suficientemente cristianizada. La fe no es lo suficientemente fuerte para combatir contra fenómenos como las sectas o contra viejas creencias como la brujería. Hace falta puntar en al formación para asegurar que los nuevos bautizados estén bien formados, hacer hincapié en la formación bíblica de nuestros fieles. Para estas tareas contamos con los catequistas. El reto es formarles para que sean una valiosa ayuda para los sacerdotes.

El Santo Padre durante su visita a Angola, advirtió a los fieles contra la brujería. ¿Puede describirnos el fenómeno?

Las creencias relacionadas con la brujería son un problema muy grave, sobre todo porque hay niños y ancianos acusados de brujería. Es un problema que preocupa a la Iglesia, pero también el Estado ha comenzado a tomar nota del peligro que representan estas creencias. Desde la perspectiva de la Iglesia quién cree en la brujería es una persona que ha sido suficientemente evangelizada, cuya fe no es lo suficientemente fuerte para hacer que Cristo sea la única respuesta de su vida. Intentamos formar a estas personas, diciéndoles que el mal existe, el diablo trabaja, pero Cristo ha vencido el mal con la Resurrección. Así que la fe nos dice que no hay nada más poderoso que Jesús. Así que no hay razón para creer en los espíritus malignos que nos hacen daño, porque la fe es nuestra mayor seguridad contra el mal. Estas creencias están arraigadas en la cultura popular. Tenemos que trabajar sobre todo con las nuevas generaciones para superar estas supersticiones, aumentando su fe. Porque cuanto más fuerte es la fe, más se es capaz de superar este tipo de creencias.

La brujería ¿es un síntoma de la propagación, también en Angola, de la cultura materialista?

No, tiene más que ver con la pobreza, la miseria, las dificultades de la vida y la cultura local. En la cultura Bantu hay que tener respuestas para todo: si alguien muere hay que saber por qué ha muerto... Esto significa entender cómo murió, quién lo mató. A esto se añade la pobreza, la falta de servicios sanitarios, la desnutrición, la alta mortalidad infantil que todavía existe. Las personas se enfrentan a estas dificultades tratando de salir a través de la brujería o entrando en las sectas, que refuerzan esas creencias.

La guerra civil terminó en 2002 ¿ha dejado consecuencias en su diócesis?

La mayor parte de mi diócesis se ha visto afectada por la guerra. En el territorio se han establecido poblaciones originarias del sur de Angola. Existe el problema de hacerles regresar a su zona de origen, pero no es fácil, porque la guerra ha causado heridas muy graves. Es cierto que el pueblo angoleño ha optado por olvidar el pasado, pero las heridas aún no han sido sanadas, la gente encuentra dificultades para perdonar. Por tanto, debemos continuar la obra de la reconciliación. Hemos creado la Comisión “Justicia, Paz y Reconciliación” que trabaja para la población no sólo se olvide, sino que también perdone.
La guerra ha causado daños sociales muy graves, pero esto se ven agravado por el hecho de que no existe suficiente atención a nivel político para estos problemas. Hace falta invertir en la educación y en el sistema sanitario. Durante mis tour por la diócesis he visto misiones completamente destruidas a la espera de ser reconstruidas, me he dado cuenta de que las carreteras son insuficientes y he encontrado personas desplazadas sin papeles que tienen problemas para registrar a sus hijos.

¿Se ha avanzado en la redistribución de los ingresos del petróleo de Angola?

Se ha avanzado en términos económicos. En particular, se han reconstruido las principales carreteras que unen las ciudades más importantes, se han construido hospitales y escuelas, han aumentado las inversiones extranjera en el país. El problema es que estos beneficios económicos tardan en traducirse en una mejora de la vida de la población. Hay mucho dinero que circula en el país, pero que no se distribuye. La brecha entre ricos y pobres está creciendo y esto puede llevar a tensiones sociales. Se requieren mayores esfuerzos para mejorar la vida de las personas. Como parte de la Comisión Episcopal “Justicia y Paz” participo en un programa de supervisión de los presupuestos del Estado para controlar cómo se gasta el dinero público. En el país crece la conciencia de hacer que la política rinda cuentas de su responsabilidad con respecto al bienestar de la población. (L.M.) (Agencia Fides 23/9/2010)


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