ÁFRICA/SUDÁFRICA - De Argentina a KwaZulu: Mons. Ponce de León, Vicario Apostólico de Ingwavuma

miércoles, 15 septiembre 2010

Roma (Agencia Fides) – Un Obispo misionero de Argentina a Sudáfrica. Es S. E. Mons. José G. Ponce de León, Vicario Apostólico de Ingwavuma, que se encuentra en Roma para el Seminario de nuevos Obispos, organizado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (ver Fides 6/9/2010).
Mons. Ponce de León concedió la siguiente entrevista a Fides

¿Cuál ha sido su recorrido misionero?
Soy misionero de la Consolata. Nuestra formación es internacional. Hice el noviciado y la teología en Colombia. Estuve en ese país cuatro años y medio, de 1982 a 1986. Al terminar los estudios tenemos la posibilidad de elegir tres lugares de misión. Yo había indicado Etiopía, Mozambique y Sudáfrica, y me hice disponible también para ir al Asia. Sin embargo mis superiores me pidieron regresar a Argentina. Me quedé allí 7 años para ocuparme de la animación misionera, de la revista y de la formación. En 1993 fui destinado a Sudáfrica, a la provincia de KwaZulu, donde trabajé de 1994 al 2005. Luego fue enviado a Roma con el encargo de responsable de las misiones y luego de Secretario General.

¿Podría describirnos el Vicariato de Ingwavuma?
El Vicariato fue constituido en 1990 y había sido confiado a los Siervos de María. El Obispo era un Siervo de María irlandés, Michael Mary O’Shea, muerto en el 2006. El Vicariato está localizado al noreste de la Provincia de KwaZulu, en la frontera con Mozambique y Suazilandia. Aparte de alguna celebración en inglés, toda nuestra actividad pastoral se realiza en Zulu. También yo celebro en Zulu. ¡Aprenderlo nos ha costado una vida! A 15 años del nacimiento de la nueva Sudáfrica, ver a uno que se esfuerza por aprender la lengua del otro provoca alegría, sobre todo en aquellos que fueron obligados a aprender la lengua de los extranjeros, de los colonizadores.
Actualmente tenemos 6 sacerdotes diocesanos y 6 sacerdotes religiosos, este año ordenaré a otros dos diáconos, de manera que pronto serán 8 los sacerdotes diocesanos. De esta manera el número de sacerdotes diocesanos será superior al de los religiosos, cosa extraña para un Vicariato. Estos sacerdotes son jóvenes, ya que todos han sido ordenados en los últimos 5 años, y son un signo de esperanza; sobre ellos recae el futuro del Vicariato.

¿Cuáles son los problemas más graves que afligen a su Vicariato?
El Sida es la principal plaga de KwaZulu. Según las estadísticas al menos el 30% de la población es víctima del VIH, es decir un habitante de tres o está enfermo o es portador del virus. Ello significa que no existe una familia que no haya sufrido a causa del VIH. El número de huérfanos es muy alto. No tenemos orfanatos porque preferimos que los niños continúen viviendo en las comunidades de origen, o con sus vecinos o parientes. Sucede también que el primogénito se vuelve como el padre de sus hermanos. La SACBC (Southern African Catholic’s Bishops Conference) ha tenido una bellísima intuición con la creación de la oficina del Sida, que recoge los fondos que distribuye a las diócesis. Yo, como Obispo, no habría podido reunir los fondos necesarios para atender a los enfermos de mi Vicariato. Cada diócesis presenta sus propios proyectos de ayuda a los enfermos de Sida a esta oficina de la SACBC para su aprobación y para la erogación de los fondos. Ello se traduce en el envío de grupos de voluntarios que visitan a los enfermos, en proyectos a favor de los huérfanos y sobre todo en el suministro de fármacos antirretrovirales. Tenemos también un laboratorio de análisis de sangre. Por ello no necesitamos enviar a Johannesburgo las muestras de sangre para analizarlas. He quedado sorprendido de algo que dijo un médico que trabaja con nosotros, quien no es católico, y afirmó: “No hay otra Iglesia que haga lo que hace la Iglesia católica por nuestra gente”. Tenemos un ambulatorio cerca de la Catedral, que recibe todos los martes a unos ochenta pacientes. En los demás días los médicos y enfermeros se trasladan a las áreas rurales del Vicariato o a las pequeñas comunidades. Estas actividades son un signo de esperanza, ya que hemos logrado realizarlas no sólo gracias al dinero, sino sobre todo con la participación de las personas. Son las personas del lugar, no los extranjeros que vienen de fuera, las que ofrecen su propio tiempo para dedicarlo a los enfermos. (L.M.) (Agencia Fides 15/9/2010)


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