ÁFRICA/SENEGAL- “Un Pastor que supo sufrir y que ha sabido expresar el sentido de lo que es donar la propia existencia hasta el último momento”: el testimonio del Director de las OMP a Fides sobre el Obispo de Ziguinchor

lunes, 30 agosto 2010

Dakar (Agencia Fides)- P. Bruno Favero OMI, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en Senegal y Mauritania envió a la Agencia Fides un testimonio sobre S.E.R. Mons. Maixent Coly, Obispo de Ziguinchor (capital de Casamance, en Senegal), quién falleció con 61 años el 24 de agosto, después de una larga enfermedad. Los funerales de Mons. Coly se realizarán el 1º de setiembre en la Catedral de San Antonio de Padua en Ziguinchor.
Casamance se vio involucrada en una guerra civil en 1982 por el Mouvement des forces démocratiques de Casamance (MFDC), un grupo guerrillero fundado por un sacerdote católico, don Augustin Diamacoune Senghor, fallecido en el 2007 (ver Fides 15/1/2007).
Nos cuenta p. Favero: “Encontré por última vez a Monseñor Coly el 3 de julio en Ziguinchor después de una ceremonia de Ordenación Sacerdotal de 6 nuevos sacerdotes, entre religiosos y diocesanos originarios de la Diócesis. Estaba cansado pero feliz. Me dijo en aquella ocasión de encontrarlo en el palacio episcopal para continuar la fiesta junto a otros sacerdotes, pero tuve que disculparme prometiéndole una visita la semana siguiente, lamentablemente al día siguiente tuvo una complicación bascular, está vez fatal.
Nuestra amistad había nacido hace diez años atrás, en 1999, cuando después de muchas negociaciones nos recibió en su diócesis, dos Misioneros Oblatos de María Inmaculada para ocuparnos de la Misión de Temento, en la frontera con Guinea Bissau y del Santuario diocesano dedicado a la Virgen de la Paz. Ironía de la suerte, después de algunos meses, con la creación de la diócesis de Kolda, la nueva fundación quedo dentro de la nueva circunscripción eclesiástica. Esto no cambio en nada nuestra relación, es más, con la creación del peregrinaje interdiocesano el Santuario se convirtió en un lugar de encuentro anual de las dos diócesis y de sus respectivos Obispos. Lamentablemente en el verano del 2000 un primer incidente vascular comprometió gravemente la salud del Obispo, pero no disminuyó su ardor apostólico y misionero.
Lo que más impresionaba de Mons. Coly sin dura era su simplicidad y sencillez de trato: abierto, jovial, sabía acoger a todos de la misma manera, personajes importantes y simples fieles, la atención a la persona antes que nada. Aún durante su enfermedad, en la que no tenía independencia para moverse, no dejo nunca de visitar las parroquias, de ocuparse personalmente de tantas situaciones en las que se hacía necesaria su intervención, de escribir y de hablar en situaciones particulares por las que la región de la Casamance estaba pasando y de ser un actor privilegiado de la paz y de la reconciliación.
El empeño por la paz en Casamance de Mons. Coly puede ser dividido en dos partes. La primera duró hasta la muerte del fundador del MFDC que era un sacerdote católico. Mons. Coly tuvo una particular atención por este hermano tratando de hacerlo “regresar a la recta vía” y de convencerlo de retomar el camino de la paz. La segunda parte se inició después de la muerte de don Diamacoune, cuando el movimiento del que fue fundador si dividió en varias facciones. Dialogar con éstas ha sido más difícil, pero Mons. Coly ha sabido siempre encontrar un camino para el diálogo y para las negociaciones con todos.
Franco y algunas veces impetuoso pero siempre con una capacidad para revisar su posición y de pedir disculpas cuando era necesario. Los años de la enfermedad coincidieron con un momento muy favorable de expansión misionera, con la creación de nuevas parroquias y de fundaciones, con la apertura de la universidad Católica (ICAO), el inicio del plan pastoral y de muchas otras iniciativas pastorales de gran ardor apostólico.
Muchos le habían propuesto renunciar a la guía de la diócesis, pero seguramente su deseo era el de servir hasta el final, hasta el último que ésta era su concepción del obispo, aquel que debe dar la vida por su pueblo.
Sin duda nos deja un gran vacío en el corazón, un pastor que supo sufrir y que supo expresar con fuerza y serenidad el sentido del donar la propia existencia hasta el último momento. (B.F./L.M.) (Agencia Fides 30/8/2010)


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