AMÉRICA/HAITÍ - Misión del Hospital Pediátrico “Bambino Gesú”: “En Haití he dejado el corazón, fueron 15 días que marcaron para siempre mi vida”

miércoles, 3 marzo 2010

Roma (Agencia Fides) – El 30 de enero pasado partió hacia Haití el primer médico del Hospital Pediátrico “Bambino Gesú” con la misión de hacer frente a las exigencias sanitarias, incluso elementales, de la población afectada por el terremoto. Michele Salata, pediatra, ha colaborado en el Bambino Gesú con la red de asistencia creada para atender la zona del desastre. De regreso del viaje, ha querido contar su conmovedora experiencia. “El día del regreso desde Port Au Prince intenté grabar en mi corazón los rostros del mayor número posible de aquellos niños. ¡Dejar nuestra unidad de Bouquet de fleur fue realmente difícil! Allá estaban aún muchísimos niños en condiciones críticas, cuyas vidas pendían aún de un hilo y para ellos existen muy pocos recursos, basta una pequeña cosa no realizada correctamente y todo puede precipitarse. Cada día doy mentalmente “una vuelta por la unidad” y veo nuevamente sus ojos, sus muecas, siento sus gritos cuando tenían hambre. Son 15 días que han marcado para siempre mi vida. Muchas veces nos acostumbramos a ver tragedias en televisión y en los periódicos, nos parece casi normal que existan todos estos sufrimientos, o peor aún, nos parece casi estar mirando una película… ¡luego apagamos la televisión y regresamos a nuestra vida llena de comodidades y en la cual no nos falta nada!. En cambio, cuando te encuentras dentro de esa película, todo cambia, el niño muerto, lo he tenido en mis propios brazos, los ojos del niño que murió prematuramente penetraron mi alma, suplicaban mi ayuda... y no hemos podido hacer nada… No encuentro respuestas a todo esto. Más allá de la historia de cada pueblo, de las responsabilidades de nuestros países a lo largo del tiempo, también hoy existen miles de personas, de niños que viven en la miseria más absoluta, que no tienen nada de comer, que no saben si su hijo, apenas nacido, logrará sobrevivir, o si una banal infección se lo llevará en un cerrar de ojos. Cuántas veces me he sentido desconsolado, impotente ante esos niños que estaban muriendo y enfadado porque sabía lo que podía hacer aquí donde nosotros y allá sólo podía quedarme mirando, dejando a aquel pequeño entre los brazos de su madre esperando que, como un ángel, volase al cielo. Todas estas experiencias te marcan y, según parece, la tragedia no ha terminado”. (AP) (Agencia Fides 3/3/2010 líneas 25, palabras 385)


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