ÁFRICA/KENYA - “Somos víctimas de los cambios climáticos, pero ello no nos desalienta”, afirma a Fides el obispo de Marsabit

sábado, 20 febrero 2010

Roma (Agencia Fides) – “El fracaso de la Cumbre de Copenhague nos ha desilusionado profundamente, ya que experimentamos desde hace años, en nuestra propia piel, los efectos devastadores del calentamiento global”, declara a Agencia Fides S. E. Mons. Peter Kihara Kariuki, Obispo de Marsabit, al norte de Kenya. Mons. Kihara está en Roma para participar en el Curso “Bishop: the first representative of Christ in priestly formation”, para los Obispos de lengua inglesa encargados de la formación del clero. El curso es organizado por el Centro Internacional de Animación Misionera (CIAM).
“Desde hace casi 3 años prácticamente no llueve. La población depende de las ayudas de la Iglesia, del gobierno y de las ONG para poder alimentarse. La poca agua recogida no es potable. La población se ve obligada a recurrir al agua enviada por el gobierno con los camiones cisterna, en algunos puntos de distribución. Es así que hay personas que tienen que recorrer decenas de kilómetros para poder obtener agua”, afirma Mons. Kihara.
El Obispo de Marsabit describe de esta manera la situación social en su diócesis: “La mayor parte de la población está constituida por agricultores nómades en continua búsqueda de pastos y agua para su ganado. Debido a la sequedad, buena parte de los animales ha muerto y la gente ahora depende de las ayudas del gobierno, de la Iglesia y de las ONG para sobrevivir. A esto se agrega la fuerte condición de inseguridad que deriva de la cultura local, para la cual el robo de ganado es algo totalmente difundido. Los conflictos entre pastores suelen ser mortales, porque suelen llevar consigo armas de fuego, con frecuencia fusiles automáticos. Las armas provienen de Etiopía, Somalia y Uganda. El gobierno ha iniciado una campaña para obligar a la población a entregar las armas, pero la gente responde: ‘¿Porqué tengo que entregar mi arma si el gobierno es incapaz de garantizar mi seguridad?’ Lamentablemente las armas de fuego son vistas como un bien esencial para proteger el propio ganado y la propia vida”.
“Como Iglesia queremos dar un futuro a las jóvenes generaciones, sobre todo buscando cambiar la mentalidad tradicional que constituye el origen de los conflictos entre los pastores. Nuestra esperanza reside sobre todo en la educación de los jóvenes y de las mujeres. Buscamos dar una formación técnica y enseñar a las nuevas generaciones nuevas labores, como es la apertura de pequeñas actividades comerciales”, afirma Mons. Kihara.
“Esta zona – recuerda el Obispo – ha sido olvidada por el gobierno por muchos años: las únicas actividades de promoción humana eran las de la Iglesia, que sigue siendo sumamente activa, con sus escuelas y despensas sanitarias. El gobierno colabora con estas estructuras, abasteciéndolas con medicinas y personal. La mayor parte de la población, cerca de 300 mil personas, es de fe musulmana. Siguen los adherentes a la religión tradicional africana y luego los cristianos. Entre estos, los católicos son cerca de 26 mil”.
“La diócesis tiene una superficie de 68 mil kilómetros y hay tan sólo 12 parroquias además de algunas misiones. Para trasladarse de un punto a otro de la diócesis es necesario recorrer distancias kilométricas y ello incide sobre los costos de gestión, ya que la gasolina para los vehículos es sumamente costosa. Ello no nos impide continuar nuestra obra evangelizadora y de promoción humana. En la diócesis hay 32 sacerdotes, de los cuales sólo 8 son diocesanos. Los otros pertenecen a órdenes misioneras (Consolata, Combonianos) o son Fidei Donum, provenientes de Alemania y de Rumania (de la diócesis de Iasi)”, concluye Mons. Kihara. (L.M.) (Agencia Fides 20/02/2010; líneas 43, palabras 606)


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