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Buenos Aires (Agencia Fides) – Los Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias (OMP) del continente Americano, han decidido la celebración de un año dedicado a Pauline Marie Jaricot, del 9 de enero de 2010 al 9 de enero de 2011. Esta etapa tiene como objetivo la profundización de su vida y el fortalecer nuestra identidad como discípulos misioneros a través del ejemplo de esta joven laica fundadora de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, declarada venerable por el Papa Juan XXIII el 25 de febrero de 1963. Este año dedicado a Paulina Jaricot propone “retomar el fervor espiritual y mantener la dulce alegría de evangelizar, incluso cuando se siembra con lágrimas” (Doc. de Aparecida n. 552).
Pauline Marie Jaricot nació el 22 de julio de 1799, séptima hija de una familia burguesa de Lyon (Francia). A los diecisiete años, tras una grave enfermedad y la muerte de su madre, comienza una vida de intensa oración y un profundo viaje de búsqueda espiritual. Durante sus años de juventud entra en una asociación de la Sociedad para las Misiones Extranjeras de París, que pedía oraciones y apoyo financiero para ayudar a las misiones en Extremo Oriente.
Como Papa Leon XIII escribía a Julia Maurin el 13 de junio de 1881, “con su fe, confianza, fortaleza de espíritu, su bondad y la aceptación serena de sus cruces, Paulina se demostró verdadera discípula de Cristo. Con el fin de continuar la obra que ella comenzó para difundir el Evangelio hasta los confines del mundo, animo a todos los católicos de Francia a profundizar en la tradicional vocación de testigos de Cristo que se remonta a los mártires Lyon y Saint Ireneo”. Muy sencilla y práctica, Pauline Jaricot ha creado una obra que no deja de crecer en todo el mundo y que actualmente sostiene miles de proyectos de evangelización en los 5 continentes cada año.
Paulina Jaricot nos invita a prestar más atención a los pobres, y amarles siempre más. Las OMP de América, según el documento de Aparecida, quieren reflejar esta línea: “somos conscientes de que la misión evangelizadora no puede separarse de la solidaridad con los pobres y de su plena promoción y sabiendo que hay comunidades de la iglesia que carecen de recursos, es necesario ayudarles, como hacían las primeras comunidades cristianas, de modo que realmente se sientan amados” (Doc. de Aparecida n. 545). (CE) (Agencia Fides 07/01/2010)
