OCEANÍA/NUEVA ZELANDA - Las Iglesias de Oceanía y la “misión al contrario”

lunes, 4 enero 2010

Auckland (Agencia Fides) – “La fe de los católicos de Oceanía es atacada por el consumismo, el materialismo, el hedonismo: por esto hoy gozamos de los beneficios de una ‘misión al contrario’. Somos, en efecto, evangelizados por los fieles de las tierras que han recibido de nosotros ayudas misioneras”: es lo que afirma en un coloquio con la Agencia Fides, el p. Paul Shannahan, misionero y Director de las Obras Misionales Pontificias en Nueva Zelanda, trazando un cuadro de los desafíos de la misión en Oceanía. “En Oceanía el cuadro es complejo: hay naciones del ‘primer mundo’, como Australia y Nueva Zelanda, y naciones del ‘tercer mundo’, como los archipiélagos de la Polinesia y Papua Nueva Guinea, con diferentes problemas y desafíos”.
El p. Paul explica a Fides: “En Australia y Nueva Zelanda la fe cristiana es débil, atacada por el estilo de vida consumista y por el secularismo, como en los países occidentales. Es necesaria una ‘nueva evangelización’. En mi experiencia en el ‘Catholic Enquiry Center’ de Wellington, nacido en los años ’60, al principio se conducían investigaciones sobre los no cristianos, hoy el focus se ha movido hacia la población católica, dado que los bautismos disminuyen, los bautizados no frecuentan la Iglesia, los practicantes son pocos, los jóvenes tienden a una espiritualidad separada de compromiso y responsabilidad”.
Es urgente entonces una nueva “misión en casa”, porque “se debe despertar de nuevo una fe vivida auténticamente, un mayor testimonio público, tomando el ejemplo de las otras denominaciones cristianas. La cuestión central es la de hacer entrar la fe en la vida de las personas y en la comunidad”, señala el Director de las OMP.
“Hoy – continúa el p. Paul – gozamos de los beneficios de la así llamada ‘misión al contrario’: aprendemos y somos evangelizados de los inmigrantes, de los fieles de aquellas tierras (como India, Filipinas, Corea) que en otros tiempos han recibido ayudas misionarias de nosotros. Es una especie de ‘círculo virtuoso’ de la misión que hoy se verifica en Oceanía. Los fieles inmigrantes traen la fuerza de su fe que despierta a nuestras comunidades del adormecimiento”.
Por ejemplo, señala el p. Shannahan, “en la diócesis de Auckland, el 10% del clero viene de las islas del Pacífico, el 10% de las Filipinas, el 10% de la India; el 70% es neocelandés, pero son sacerdotes ancianos”. La disminución de las vocaciones impone un recambio de los sacerdotes que cada vez más vienen del extranjero.
En Oceanía, entonces, las Iglesias del ‘primer mundo’ se aseguran el futuro gracias a los contactos misioneros con las Iglesias más pobres: “Mantenemos las relaciones y ayudamos a las Iglesias más pobres con ayudas financieras y con la formación del personal eclesial local. Los Obispos piden sobre todo ayuda para la obra de instrucción y desarrollo humano que la Iglesia lleva adelante. O si no, nos ocupamos del entrenamiento y especialización de sacerdotes y laicos. Sabemos que esto significa también garantizar el futuro de nuestras mismas comunidades”.
“El desafío más grande para nosotros – concluye – es reevangelizar a los adultos y a las familias. Luego, como consecuencias, crecerán jóvenes y muchachos entusiastas con el Evangelio”. (PA) (Agencia Fides 4/01/2010; líneas 37, palabras 520)


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