ASIA/TAIWÁN - El Card. Tomko en Kaohsiung: “El peligro de la Iglesia hodierna no es el ser perseguida, sino el perder su sabor… Dar sabor al mundo significa indicar los caminos de la Salvación del Señor”

lunes, 23 noviembre 2009

Taipei (Agencia Fides) – “La luz es Cristo. Cristo ha confiado a sus discípulos esta misión, el ser luz. También hoy, nuestra sociedad, tantos jóvenes, tantos hombres de cultura miran a la Iglesia para encontrar el camino de la salvación”. Fueron palabras pronunciadas por el Card. Tomko durante la Santa Misa que presidió en Kaohsiung el 23 de noviembre en el marco de las celebraciones conclusivas por los 150 años de la Evangelización de Taiwán.
El Card. celebró la Santa Misa “por la Evangelización de los Pueblos”, y en la homilía resaltó el mandamiento de Cristo a sus discípulos de ser “sal y luz” para el mundo. “Dar sabor al mundo significa indicar los caminos de la Salvación del Señor, es una gran responsabilidad –dijo el Card. Tomko-. El peligro de la Iglesia hodierna no es el ser perseguida sino el de perder el sabor, el no ser testimonios claros de que la Cruz, cualquier Cruz, en Cristo puede ser gloriosa, fuente de salvación”. El misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo necesita hacerse presente en toda generación, y se hace presente mediante nuestro martirio, explicó el Cardenal, martirio que nuestros hermanos nos podrán dar y que es inherente a nuestra condición de vida. Participando en la pasión y resurrección de Cristo, nosotros “nos convertimos en canales por los cuales la redención operada por Él es manifestada, participada, aplicada a los hermanos, a todos los hombres”. Con su Resurrección Cristo ha vencido a la muerte y ha donado la vida a quienes estaban en la sombra de la muerte. “Mediante la participación en el Cuerpo y Sangre de Cristo, la celebración pone en lo íntimo de nuestro ser aquel principio de transformación que cambia la muerte en vida, el odio en amor”, dijo el Cardenal. En la celebración eucarística el pan y el vino son transformados en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, y nos son dados para que seamos a nuestra vez transformados. “Es esta la salvación realizada por Cristo: la capacidad de transformar desde el interior la violencia, el odio, la muerte, la vida en amor”. Nutridos en Cristo, nosotros, sus discípulos, recibimos la misión de ser alma de nuestra ciudad, fermento de renovación, pan “partido” para todos, especialmente para quienes pasan por situaciones dolorosas, de pobreza, y de sufrimiento físico y espiritual. Nos convertimos en testigos de su amor, nutridos de Cristo nos convertimos en luz y sal”.
En la parte final de la homilía, el Card. Tomko se dirigió en particular a los sacerdotes, recordándoles que el “servicio sacerdotal” al que el Señor los ha llamado no es solo “un servicio ritual de presidir la celebración, sino un servicio existencial de dar la vida por el mundo, llevando el pecado del mundo”. Destacó: “¡Hay que ser Eucaristía! Que este sea nuestro constante deseo y compromiso, para que al ofrecimiento del Cuerpo y de la Sangre del Señor que hacemos en el altar se acompañen el sacrificio de nuestra existencia”. Así mismo, el Purpurado alertó sobre el riesgo de una secularización desde el interior de la Iglesia, “es cada vez más fuerte la tentación de reducir la oración a momentos superficiales y presurosos, dejándose sobrepasar por las actividades y por las preocupaciones terrenas, o cuidar solamente la parte ritual mas no la parte existencial”. (SL) (Agencia Fides 23/11/2009; líneas 37, palabras 587)


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