Kinshasa (Agencia Fides) – «La sensación que se respira en Bukavu, tras más de cuatro meses de ocupación, es de perplejidad y engaño, aunque aún queda esperanza de cambio. Pero, ¿qué cambio? Las noticias de asesinatos por parte del M23 continúan llegando desde la ciudad y la provincia». Así lo expresa a Fides una fuente de la Iglesia local al comentar el acuerdo de paz firmado el 27 de junio en Washington entre Ruanda y la República Democrática del Congo, bajo auspicios de la administración Trump (véase Fides 27/6/2025).
El acuerdo prevé la retirada de las tropas ruandesas de la RDC en un plazo de tres meses y la neutralización, por parte de Kinshasa, de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), grupo formado por antiguos líderes hutus vinculados al genocidio de 1994 y considerado por Kigali una amenaza. El texto incluye también un componente económico, con un plan de explotación de recursos mineros congoleños por industrias estadounidenses.
«Mucha gente estaba dispuesta a perder los minerales del país con tal de recuperar la paz, pero incluso esta última está en duda», informa la fuente de Fides. «Porque aquí Ruanda, que ocupa y explota las provincias de Kivu del Norte y del Sur bajo la apariencia del M23, no parece verse afectada por el acuerdo. Así que, por ahora, nada se mueve. Justo donde más se necesitaría un cambio».
«El cambio fundamental que todos esperan, excepto los que han cambiado de bando es la salida de todos los militares ruandeses, que regresen a sus hogares. El acuerdo no lo dice abiertamente, solo habla de “cese de las hostilidades”. Aunque cita la resolución 2773 de la ONU que pedía dicho regreso» continúa.
«Al leerlo, me parece un texto lleno de trampas. Una muy evidente es el hecho de que se habla seis veces de neutralizar a las FDLR. Como si ese fuera el verdadero problema. Se da crédito a un pretexto, tal vez para no decirle en voz alta a Ruanda: “El rey está desnudo”, ha atacado a un país independiente. Las FDLR son pocas, han sido repatriadas en varias ocasiones y son absolutamente inadecuadas para un ataque a Ruanda. Pero son útiles para justificar la presencia del ejército ruandés en el país» añade.
«Se pide el desarme de todas las milicias: por lo tanto, también de aquella, a menudo desorganizada, a veces infiltrada por bandidos, pero que, sola o con los pocos militares congoleños aún activos, está bloqueando el avance del M23. Mientras tanto, la fuerza ocupante sigue matando, violando y extorsionando a una población que está pasando hambre. Hay que vivir allí para sentir en carne propia la humillación de quienes preguntan porque no saben cómo alimentar a sus hijos y la impotencia de quienes respondemos: lo siento, pero no tenemos dinero que darles porque los bancos están cerrados».
«Otra trampa es el regreso de los refugiados. Casi no hay refugiados congoleños en Ruanda. Más bien, hay multitudes de supuestos refugiados ruandeses que solo esperan entrar en el Congo para instalarse y seguir alimentando el sueño de una gran Ruanda. Es cierto que se hace referencia a las instituciones tradicionales: estas deberán decir si la persona era realmente originaria de un lugar determinado o no. Ya se verá».
«¿Y qué hay de la cooperación económica con un país que sigue dedicado al saqueo de todo lo saqueable, que atraviesa las fronteras de los territorios ocupados? La perspectiva, como dicen muchos, será que el Congo siga siendo la gran mina donde la gente sufre y muere por poco dinero, mientras que Ruanda será el lugar de las industrias de refinado, y las grandes multinacionales y los Estados que las apoyan serán los grandes ganadores. Con la bendición de su amigo oportunista, Estados Unidos» dice con indignación.
«El término “justicia” no aparece en el acuerdo», señala la fuente, lamentando el olvido de millones de víctimas, niños sin escuela y adultos sin dignidad. «Todo esto ocurre con el impulso de autoridades congoleñas que parecen haber vendido el país para mantenerse en el poder».
La sociedad civil del este de la RDC, junto con el premio Nobel Dr. Denis Mukwege, ha enviado documentos expresando preocupaciones sobre el acuerdo, sin ser escuchados. «La impresión general es la de una burla. Es malo oprimir a un pueblo, pero es aún peor hacerle creer que se le está ayudando», concluye la fuente.
(Agencia Fides 1/7/2025)