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Roma (Agencia Fides) – «Soy hijo de San Agustín», ha dicho de sí mismo el Papa León XIV en sus primeras palabras pronunciadas desde la Logia Central de la Basílica de San Pedro, ante la multitud que celebraba con alegría su elección como 267º Obispo de Roma. En su breve pero significativo mensaje, el nuevo Pontífice ha insistido en la necesidad de «buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera», y ha animado a «trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para anunciar el Evangelio y ser misioneros», recordando que «Cristo nos precede» y que «el mundo necesita su luz».
A través de esas pocas pero elocuentes referencias personales, el nuevo Sucesor de Pedro ha revelado dos rasgos esenciales de su camino espiritual: su pertenencia a la familia agustiniana y su experiencia vivida como parte de una Iglesia «en estado de misión». Así lo ha manifestado también en el saludo que, en español, ha dirigido a su «querida diócesis» de Chiclayo, en Perú, «donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo». Dos dimensiones –la agustiniana y la misionera– que han marcado profundamente su vida y que, sin duda, guiarán también su ministerio como Obispo de Roma.
Hijo misionero de San Agustín
Robert Francis Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago (Illinois, EE.UU.). A los 22 años ingresó al noviciado de la Orden de San Agustín, en la Provincia de Nuestra Señora del Buen Consejo, con sede en San Luis. Emitió sus votos solemnes el 29 de agosto de 1981, tras completar estudios de Teología en la Catholic Theological Union de Chicago.
A los 27 años fue enviado a Roma para cursar Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino, dirigida por los Padres Dominicos. Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1982 en Roma por el arzobispo belga Jean Jadot, entonces pro-presidente del Secretariado para los no cristianos. Obtuvo la Licenciatura en 1984 y, poco después, fue destinado a la misión de Chulucanas, en Piura (Perú).
En 1987 obtuvo el doctorado con una tesis sobre el papel del prior local en la Orden de San Agustín. Ese mismo año fue nombrado Director de Vocaciones y Director de Misiones de su provincia agustiniana en Olympia Fields (Illinois). En 1988 regresó al Perú como director del proyecto de formación común para aspirantes agustinos de los vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac. En Trujillo desempeñó diversos servicios pastorales y académicos: fue prior de comunidad, director de formación y profesor de profesos; además, ejerció como vicario judicial de la arquidiócesis y docente en el Seminario Mayor «San Carlos y San Marcelo».
En 1999 fue elegido Prior Provincial de su provincia agustiniana "Madre del Buen Consejo" (Chicago). Poco después, el Capítulo General Ordinario lo eligió Prior General de la Orden, cargo en el que fue confirmado en 2007. Tras concluir su mandato, en 2013 regresó a Chicago como maestro de profesos y vicario provincial. El Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, en Perú, el 3 de noviembre de 2014, y lo designó obispo titular de Sufar. Fue ordenado obispo el 12 de diciembre del mismo año, en la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, en la catedral de su diócesis.
El 30 de enero de 2023, el Papa le confió la dirección del Dicasterio para los Obispos y la presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina, asignándole la Iglesia suburbicaria de Albano. Finalmente, el 30 de septiembre de 2023, fue creado cardenal por el Papa Francisco, recibiendo el título de la Diaconía de Santa Mónica, madre de San Agustín.
(GV) Agencia Fides 9/5/2025)