VATICANO - LA CATEQUESIS DEL PAPA EN LA AUDIENCIA GENERAL: “EL SACRIFICIO MÁS GRATO QUE SE ELEVA HASTA EL SEÑOR NO ES EL HOLOCAUSTO DE TOROS O DE CORDEROS, SINO MÁS BIEN EL CORAZÓN QUEBRANTADO Y HUMILLADO”

jueves, 31 julio 2003

Castel Gandolfo (Agencia Fides) – Reuniéndose con los fieles y peregrinos en el patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo para la habitual Audiencia General, el Santo Padre Juan Pablo II, comentó el miércoles 30 de julio el Salmo 50: “Piedad de mi, oh Señor”, Laúdes del Viernes de la 4ª semana.
“Es la cuarta vez que escuchamos, durante nuestras reflexiones sobre la Liturgia de los Laúdes, la proclamación del Salmo 50, el famoso «Miserere». De hecho, es presentado todos los viernes de cada semana para que se convierta en un oasis de meditación en cual descubrir el mal que se anida en la conciencia e invocar del Señor purificación y perdón” dijo el Santo Padre durante su discurso. “El mensaje de esperanza del Miserere que el Salterio pone en labios de David, pecador convertido, es éste: Dios puede «borrar, lavar y limpiar» la culpa confesada con corazón contrito”.
En su catequesis , el Santo Padre se centró en particular en la parte final del Salmo, dominada por la esperanza del orante, consciente de haber sido perdonado por Dios: “Su boca está a punto de proclamar al mundo la alabanza del Señor, atestiguando de este modo la alegría que experimenta el alma purificada del mal y, por ello, liberada del remordimiento. El orante testimonia de manera clara otra convicción: el sacrificio más grato que se eleva hasta el Señor como delicado perfume no es el holocausto de toros o de corderos, sino más bien el «corazón quebrantado y humillado»”.
El Salmo concluye inesperadamente con una oración para la reconstrucción de Jerusalén: “Está claro que este pasaje final es un añadido posterior de tiempos del exilio” explicó el Santo Padre subrayando que de este modo se quiso en cierto sentido corregir o al menos completar la perspectiva de la oración. Tomando en consideración la situación penosa de toda la ciudad y por otra parte, quiere redimensionar el rechazo divino de los sacrificios rituales prescrito por el mismo Dios en la Torá. “Quien completó el Salmo tuvo una válida intuición: comprendió la necesidad en que se encuentran los pecadores, la necesidad de la mediación de un sacrificio. Los pecadores no son capaces de purificarse por sí mismos; no son suficientes los buenos sentimientos. Se necesita una mediación exterior eficaz. El Nuevo Testamento revelará en sentido pleno esta intuición, mostrando que, con la entrega de su vida, Cristo ha realizado una mediación de sacrificio perfecto”.
(S.L.) (Agencia Fides 31/7/2003 Líneas: 36 Palabras: 453)


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