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Castel Gandolfo (Agencia Fides) – “En este momento histórico, en el que tiene lugar un importante proceso de reunificación de Europa a través de la ampliación de la Unión Europea a otros países, la Iglesia observa con una mirada llena de amor a este continente. Junto a muchas luces no faltan algunas sombras”. El Santo Padre Juan Pablo II dedicó el primer Ángelus desde la residencia estival de Castel Gandolfo, donde se trasladó hace unos días, al tema de Europa y de sus raíces cristianas. Entre las “sombras de este proceso de consolidación y ampliación, el Papa señaló: la pérdida de la memoria cristiana, miedo a afrontar el futuro, difusión del individualismo y una creciente debilitación de la solidaridad interpersonal. “Se asiste a una especie de pérdida de la esperanza en cuya raíz se encuentra el intento de hacer prevalecer una antropología sin Dios y sin Cristo – dijo el Santo Padre. Paradójicamente, la cuna de los derechos humanos corre el riesgo de este modo de perder su fundamento, erosionado por el relativismo y el utilitarismo”.
Mientras la cultura europea da la impresión de vivir como si Dios no existiera, la urgencia más grande que atraviesa Europa, tanto “en el Este como en el Oeste, es su creciente necesidad de una esperanza que pueda dar sentido a la vida y a la historia, y caminar juntos” como escribió el Papa en la Exhortación Apostólica post-sinodal Ecclesia in Europa (n.4). “Pero, ¿cómo es posible satisfacer un anhelo tan profundo de esperanza? Es necesario regresar a Cristo – afirmó Juan Pablo II. La Iglesia debe ofrecer a Europa el bien más valioso que nadie más puede dar: es decir, la fe en Jesucristo, “fuente de la esperanza que no defrauda”. (S.L.) (Agencia Fides 14/7/2003 – Líneas: 25 Palabras: 336)
