"Para que las comunidades cristianas esparcidas en el continente asiático proclamen el Evangelio con fervor, testimoniando la belleza con la alegría de la fe" - Comentario a la Intención Misionera de septiembre 2011

jueves, 1 septiembre 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El pueblo asiático es un pueblo naturalmente religioso, en cuyo suelo han arraigado desde antiguo tradiciones milenarias que recogen aspectos de la sabiduría religiosa de todos los tiempos. Por otra parte, resulta paradójico que, precisamente en el continente dónde ha comenzado la historia de la Salvación, la figura de Cristo permanezca totalmente desconocida en muchos ambientes.
No debemos dejar de señalar que en el continente asiático residen dos tercios de los habitantes de la tierra. Solamente China y la India acogen a casi la mitad de la población mundial.
Aunque la Iglesia mira con gran respeto a las otras tradiciones religiosas presentes en el continente, la Esposa de Cristo comprende claramente que no puede dejar de ofrecer a todos los hombres el don inestimable de Cristo, que ha recibido como gracia del Padre para la salvación de todos. Es necesario que el nombre de Cristo sea proclamado como el único Nombre que puede salvarnos.
Junto a la proclamación gozosa del Evangelio, el testimonio de vida de los cristianos ha sido y será siempre la mayor causa de conversiones a la fe.
Hay dos aspectos singulares que el Santo Padre destaca en la intención misionera para este mes: la alegría de la fe y la belleza. Ambas se refieren a dos aspiraciones profundas del corazón del hombre. Todo hombre anhela ser feliz, y en medio de las dificultades de la vida cotidiana y de los sufrimientos que todo hombre debe afrontar, la amistad con Cristo vivida en la fe proporciona una alegría profunda que supera las alegría limitadas de esta tierra. En segundo lugar, la belleza. Se ha hecho famosa la frase de Dostoievski: la belleza salvará al mundo. Nada hay más bello que el amor, que se nos ha manifestado en Cristo crucificado, y del que dan testimonio claro tantos misioneros que han entregado su vida al servicio de los más pobres, de los más necesitados.
Hace pocos días, el Santo Padre decía a una multitud entusiasta de jóvenes en la JMJ en Madrid: Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo (Vigilia de oración en Cuatro Vientos, 20-8-2011).
Este es el anuncio gozoso que la Iglesia, también en el continente asiático, debe seguir ofreciendo.
El Santo Padre continuó: Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. (Agencia Fides 01/09/2011).


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