NUEVAS ESCLAVITUDES DEL SIGLO XXI - Cuarta parte: -La Iglesia alza su voz en defensa de la mujer -La dignidad de la mujer: documentos del magisterio

lunes, 2 agosto 2004

LA IGLESIA ALZA SU VOZ EN DEFENSA DE LA MUJER

La Iglesia siempre ha alzado su voz para salir en defensa de la personas humana, en defensa de su dignidad de todo hombre, de la dignidad de la mujer, del valor de la sexualidad y el matrimonio, para denunciar la explotación sexual, el trafico de personas, la prostitución, la pornografía el uso indebido de la publicidad ...
“La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de la misma vocación y de idéntico destino. Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales. Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino” (Gaudium et Spes n. 29)

LA DIGNIDAD DE LA MUJER: DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO
“La mujer representa un valor particular como persona humana y, al mismo tiempo, como aquella persona concreta, por el hecho de su feminidad. Esto se refiere a todas y cada una de las mujeres, independientemente del contexto cultural en el que vive cada una y de sus características espirituales, psíquicas y corporales, como, por ejemplo, la edad, la instrucción, la salud, el trabajo, la condición de casada o soltera”. (Mulieris Dignitatem n. 29)
Desde siempre la Iglesia ha sostenido la dignidad de la mujer y de su feminidad. Naturalmente su posición esta relacionada con las enseñanzas de la Sagrada Escritura y la Tradición.
Son muy numerosas las intervenciones del Santo Padre Juan Pablo II, sobre el tema y ha mostrado una profunda preocupación por la situación de discriminación y sufrimiento que todavía sufre hoy la mujer en diversos ambientes de nuestro mundo. Entre todas estas intervenciones destacamos algunas como son:

-Carta Apostólica Mulieris Dignitatem (15 Agosto 1988) sobre la dignidad y la vocación de la mujer con ocasión del año mariano
“Creó pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó» (Gén 1, 27 ). Este conciso fragmento contiene las verdades antropológicas fundamentales: el hombre es el ápice de todo lo creado en el mundo visible, y el género humano, que tiene su origen en la llamada a la existencia del hombre y de la mujer, corona todo la obra de la creación; ambos son seres humanos en el mismo grado, tanto el hombre como la mujer; ambos fueron creados a imagen de Dios. Esta imagen y semejanza con Dios, esencial al ser humano, es transmitida a sus descendientes por el hombre y la mujer, como esposos y padres: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gén 1, 28). El Creador confía el «dominio» de la tierra al género humano, a todas las personas, tanto hombres como mujeres, que reciben su dignidad y vocación de aquel «principio» común.
En la «unidad de los dos» el hombre y la mujer son llamados desde su origen no sólo a existir «uno al lado del otro», o simplemente «juntos», sino que son llamados también a existir recíprocamente, «el uno para el otro»... (n.7)
Solamente basándose en este principio ambos —y en particular la mujer— pueden «encontrarse» como verdadera «unidad de los dos» según la dignidad de la persona. La mujer no puede convertirse en «objeto» de «dominio» y de «posesión» masculina. (n.10)
El Santo Padre destaca como el primer ejemplo en esta actitud de defensa de la dignidad de la mujer la encontramos en el mismo Jesucristo: “En las enseñanzas de Jesús, así como en su modo de comportarse, no se encuentra nada que refleje la habitual discriminación de la mujer, propia del tiempo; por el contrario, sus palabras y sus obras expresan siempre el respeto y el honor debido a la mujer. Todo esto resulta aún más explícito referido a aquellas mujeres que la opinión común señalaba despectivamente como pecadoras: pecadoras públicas y adúlteras”. (n. 13).
Y señala así mismo como dentro de esta dignidad de la mujer entra la maternidad como parte esencial del ser mujer: “La maternidad está unida a la estructura personal del ser mujer y a la dimensión personal del don”(n18). Maternidad que está unida a la virginidad aunque son cosas distintas: “En la virginidad libremente elegida la mujer se reafirma a sí misma como persona, es decir, como un ser que el Creador ha amado por sí misma desde el principio(41) y, al mismo tiempo, realiza el valor personal de la propia feminidad, convirtiéndose en «don sincero» a Dios, que se ha revelado en Cristo; un don a Cristo, Redentor del hombre y Esposo de las almas: un don «esponsal

- En la Exhortación Apostólica Postsinodal “Ecclesia in Asia” señala su preocupación por la situación de la mujer en este continente: “Reflexionando sobre la situación de la mujer en las sociedades asiáticas, los padres sinodales han notado que «aunque el despertar de la toma de conciencia de la mujer con respecto a su dignidad y derechos es uno de los signos más significativos de nuestro tiempo; su pobreza y su explotación siguen siendo un problema serio en toda Asia» (n.20) . El analfabetismo femenino es muy superior al masculino; y las niñas corren mayor peligro de ser abortadas o incluso de ser matadas inmediatamente después del nacimiento. Además, existen en toda Asia millones de personas indígenas o pertenecientes a tribus que viven en aislamiento social, cultural y político con respecto a la población dominante”. (n.7)
Ante esta situación el Sínodo pide un mayor reconocimiento del papel de la mujer favoreciendo su acción en todos los campos también dentro de la Iglesia: “que las Iglesias locales en Asia promuevan, donde sea posible, iniciativas en defensa de los derechos humanos de la mujer. El objetivo debe ser introducir un cambio de actitudes mediante una adecuada comprensión del papel del hombre y la mujer en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, a través de una mayor conciencia de la complementariedad originaria entre hombre y mujer, y un mayor aprecio de la dimensión femenina en toda actividad humana. La contribución de la mujer ha sido con demasiada frecuencia subestimada o ignorada, y eso ha tenido como resultado un empobrecimiento espiritual de la humanidad. La Iglesia en Asia podría defender de forma más visible y eficaz la dignidad y la libertad de la mujer, impulsando su papel en la vida de la Iglesia, incluida la vida intelectual, y abriéndole mayores oportunidades para que esté activamente presente en la misión de amor y servicio que le es propia”. (n. 34)

-Un llamamiento parecido encontramos en Exhortación Apostólica Postsinodal “Ecclesia in Africa” en la que el Sínodo ha deplorado “las costumbres africanas y las prácticas « que privan a las mujeres de sus derechos y del respeto que les es debido », y ha pedido que la Iglesia en el continente se esfuerce en promover la salvaguardia de tales derechos (n.82), deplorando y condenando “en la medida en que están presentes en diversas sociedades africanas, todas « las costumbres y prácticas que privan a las mujeres de sus derechos y del respeto que les es debido ». (n. 121). Y pide a las Conferencias Episcopales que creen comisiones especiales para profundizar el estudio de los problemas de la mujer en colaboración, donde sea posible, con las instancias gubernamentales competentes.

-En la Exhortación Apostólica Postsinodal “Ecclesia in Europa” afirma que “es necesario que, ante todo, en la Iglesia se promueva la dignidad de la mujer, puesto que la dignidad del hombre y de la mujer es idéntica, creados ambos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 27), y cada uno colmado de dones propios y particulares. (n. 43)
“La Iglesia no deja de alzar su voz para denunciar las injusticias y violencias cometidas contra las mujeres, en cualquier lugar y circunstancia que ocurran. Pide que se apliquen efectivamente las leyes que protegen a la mujer y que se establezcan medidas eficaces contra el empleo humillante de imágenes femeninas en la propaganda comercial, así como contra la plaga de la prostitución”. (n. 43)

-El Santo Padre escribió una Carta especifica a las Mujeres en 1995 en la que afirma como muchas veces la mujer ha sido despreciada en su dignidad y marginada: “Por desgracia somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente ella misma y ha empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales. No sería ciertamente fácil señalar responsabilidades precisas, considerando la fuerza de las sedimentaciones culturales que, a lo largo de los siglos, han plasmado mentalidades e instituciones” (n.3) (Agencia Fides 2/8/2004)


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