ASIA/KAZAJSTAN - Los "visados" de los misioneros y la libertad religiosa: las expectativas de la Iglesia local

miércoles, 1 diciembre 2010

Astaná (Agencia Fides) - La Iglesia católica en Kazajstán, una pequeña minoría, espera que con la visita del Cardenal Tarcisio Bertone, "se realicen algunos progresos" en dos aspectos fundamentales: "La emisión de visados para los misioneros extranjeros; las limitaciones a la libertad religiosa". Es lo que ha dicho en una entrevista con la Agencia Fides, el misionero franciscano Padre Guido Trezzani OFM, que está desde hace 15 años en Kazajstán, y que es el fundador y director de la comunidad "Aldea del Arca" en Talgar, cerca de Almaty, que acoge a niños discapacitados, huérfanos o con dificultades familiares
El Cardenal Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, encabeza la delegación de la Santa Sede ante la cumbre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que se celebrará los días 2 y 3 de diciembre en Astaná. El Cardenal ha explicado que ha aceptado la invitación de las autoridades kazajas con alegría, sobre todo por la oportunidad de poder ir a un país donde existen "grandes posibilidades para una coexistencia religiosa pacífica y fructífera”.
En este país, con más de 15 millones de habitantes y una gran mayoría musulmana, vive una comunidad cristiana ortodoxa que representa el 13% de la población y una comunidad católica de unos 200 mil fieles, una pequeña minoría dedicada a actividades pastorales y sociales, como la que dirige el padre Trezzani. "En los últimos meses, la comunidad católica - dice a Fides p. Trezzani – ha señalado sus esperanzas con respecto a dos cuestiones importantes que afectan a nuestras vidas: la primera es la dificultad en la emisión y renovación de visados para los misioneros extranjeros, que se ven obligados a sacar visados de turista que duran tres meses, después deben salir del país y no pueden regresar antes de otros tres meses, mostrando un claro reflejo de la inseguridad e inestabilidad del trabajo pastoral. Luego están las limitaciones a la libertad de religión, si bien es comprensible desde el punto de vista de un estado que quiere evitar la propagación de los grupos extremistas presentes en la región de Asia Central. Pero al hacerlo, también penalizan a las minorías religiosas como nuestra Iglesia, que no representa ningún peligro". El estado mantiene un estricto control sobre todas las actividades religiosas; las comunidades religiosas deben registrarse para no ser ilegales, no se permite ninguna actividad misionera sin autorización del Estado.
Ante esta situación, señala el p. Trezzani, "la comunidad católica, sigue recibiendo igualmente, cada vez más demostraciones de la confianza que las autoridades civiles tienen en ella, y esto genera esperanza. Da testimonio de ello nuestra vida en el Arca: actualmente son las estructuras estatales de asistencia social las que nos traen y nos confían a los niños discapacitados o aquellos de los que no se pueden ocupar”. (PA) (Agencia Fides 1/12/2010)


Compartir: