VATICANO - ¿Como unir la ciudad cristiana y la ciudad de los hombres que parece ignorar a Dios? Ateismo e indiferencia religiosa en el centro de los trabajos de la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura que acaba de concluir

martes, 16 marzo 2004

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Si tuviéramos que describir con una imagen la situación que han afronta los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura, que acaba de concluir en Roma, se podría indicar la imagen de la ciudad de Roma. Por una parte San Pedro y el Vaticano, corazón de la Iglesia y piedra fundamental de cultura y fe; por otra, la ciudad de los hombres, frenética, indiferente a cuanto sucede en la otra parte. ¿Cómo unir a ambas? Como unir la ciudad cristiana y la ciudad de los hombres que parece ignorar a Dios, como evitar que se encierre en un gettho, aunque sea espléndido, como es San Pedro. Los puentes sirven, pero ¿cuáles? Un puente que una las dos orillas, que permita relaciones humanas y permita establecer una nueva cualidad humana.
Esta imagen sugerida por Mons. Pasquale Iacobone, del Pontifico Consejo para la Cultura, puede sintetizar las dos intensas jornadas de trabajo de la Plenaria dedicada al estudio del ateismo y de la indiferencia religiosa, que comenzó bajo el impacto del terrible atentado en Madrid. O también podemos decir con las palabras del Card. Sandoval Iñiguez, Arzobispo de Guadalajara, que la cultura de la indiferencia contemporánea es el hijo prodigo de nuestro tiempo, que abandona a la casa del Padre, la cultura cristiana y alejándose, malgasta la fortuna recibida del Padre. Sólo que a diferencia de la parábola, en esta ocasión, el hijo no siente ninguna necesidad de volver a casa del padre aun cuando tenga el estomago vacío.
En la apertura de los trabajos, el Cardenal Paul Poupard, Presidente del Pontificio Consejo, después de haber presentado el mapa de la no creencia en el umbral del Tercer Milenio, invitó a los participantes a poner manos a la obra para ofrecer a la Iglesia ayudas concretas para hacer frente a este desafío de la no creencia. No para hacer análisis, sino para ofrecer repuestas, aun sabiendo que no existen las recetas milagrosas; pero los católicos esperan de nosotros, mas que análisis estadísticos, propuestas concretas sobre la marcha de la fe en el mundo” y recordar que “hablar obsesivamente de la crisis de fe, al final se convierte en un factor que alimenta la misma crisis”.
Los trabajos de la Asamblea han confirmado el cuadro que surgió del estudio sobre la no creencia, lanzado por el Pontificio Consejo. La panorámica global, presentada en la primera sesión, evidencia la diversidad de las situaciones de cada continente. Mientras que en Europa se asiste a una “tranquila apostasía” como ha sido definida, y a un retorno al paganismo, el problema de Asia es el exceso de religiones, si se puede decir así, y en América por el contrario, es la huida de los católicos hacia las sectas protestantes que constituyen un primer paso hacia el abandono de toda creencia religiosa.
Los desafíos de la Iglesia son pues diversos según el lugar. En Asia el gran desafío es la inculturación. En Europa por el contrario, preocupa la vuelta al paganismo, esto es, el rechazo del cristianismo.
Se ha hablado mucho también de belleza, un instrumento cada vez más imprescindible para suscitar interrogantes en aquellos que no creen, comenzando con la belleza de la propia vida y la belleza del ejemplo. Esta belleza interior es un elemento fundamental para la espiritualidad asiática, como ha recordado la periodista de Homg Kong, Annie Lam. El arte cristiano ha sido siempre un reflejo de la belleza y de la santidad de Dios como ha declarado Su Exc. Mons. Mauro Piacenza, Presidente de la Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia. No puede haber arte cristiano sin la santidad de los artistas. Pero es también urgente formar a los sacerdotes y a los responsables de la evangelización en una percepción integra de la belleza. En esta perspectiva, los Bienes Culturales de la Iglesia, pueden ofrecer un servicio extraordinario para el anuncio a los no creyentes. Pero no basta con conservar y saber usar bien el patrimonio artístico que ya tenemos, si no se crea un nuevo arte cristiano. El esfuerzo debe estar orientado mas bien, hacia una visión integral, en la que la emotividad, la razón, el actuar -la estética, la lógica, la ética - sean vías convergentes, no excluyentes, para llegar a Dios. Esto vale especialmente para las personas que se sienten atraídas por una oferta espiritual cálida, acogedora de las sectas y los nuevos movimientos religiosos.
Hablando de no creencia y de indiferencia religiosa, es inevitable hablar también de evangelización de la cultura. Pero es necesario recordar que siempre hay que partir del dialogo personal con los no creyentes. En efecto, como dice el Instrumentum Laboris, mas que una no creencia, existen los no creyentes, cada uno con su historia personal. En consecuencia, antes de hablar de las inactivas para poner en practica hay que prestar atención a cada uno de los no creyentes que están junto a nosotros.
El Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid, habló de la experiencia de las Jornadas Mundiales de la Juventud en las que miles de jóvenes se han convertido a Cristo, atraídos por el testimonio de fe de otros jóvenes y por la persona del Papa y del clima alegre de oración y de fiesta. Y como no recordar otras experiencias como los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, los Cursillos de Cristiandad, el anuncio del Kerygma en las catequesis, situaciones en las que el Espíritu Santo toca el corazón endurecido y lo ilumina con su gracia. Por ello es siempre valida la iniciativa del movimiento “incroyance et prière”, que se compromete a rezar por la conversión de los no creyentes, para cumplir así el deseo de Jesús: “que todos te conozcan a Ti, Padre, y a Aquel a quien Tu has enviado, Jesucristo”. (AP) (Agencia Fides 16/3/2004 Líneas: Palabras:


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