AFRICA/REPUBLICA CENTROAFRICANA - EL DRAMÁTICO TESTIMONIO DE UNA RELIGIOSA MISIONERA A FIDES: “HE SUFRIDO EN MI PROPIA CARNE LO QUE SIGNIFICA LA VIOLENCIA PERO QUISIERA VOLVER ENTRE MI GENTE PARA IMPEDIR QUE SE SIENTEN ESPERANDO QUE ALGUIEN LES DE COMER”

jueves, 4 diciembre 2003

Roma (Agencia Fides) – “En situaciones como esta se siente la cercanía del Señor” dice Sor Petra Urietti, misionera de las Religiosas de San José de Turín, que cuenta a la Agencia Fides su experiencia vivida en la misión de Markouda, en el norte de la República Centroafricana durante los dramáticos meses de la guerra civil (octubre 2000- marzo 2003). He aquí su testimonio:
“He visto y he sufrido en mi propio cuerpo lo que significa la violencia. Todo comenzó con el intento de golpe de estado en octubre del 2002, cuando el actual Presidente François Bozizé intentó tomar el poder y ante las reacciones del ejercito que permaneció fiel al entonces Presidente Ange-Fèlix Patassè, se refugió en el norte del país. Aquí los soldados y mercenarios al servicio de Bozizé arremetieron contra la población civil. Patassé era de hecho originario de esta parte.
Fueron atacadas todas las misiones católicas que son un punto de referencia esencial para la población civil. En la diócesis de Bossangoa no se libró de la violencia ninguna misión. Recuerdo que a cierta hora todas las misiones tenían una cita radiofónica para intercambiarse noticias y apoyarse mutuamente, y cada día había una misión más que faltaba a la cita. Era un goteo continuo. Nosotras fuimos atacadas en la Navidad del 2002. Eran las 13 y nos disponíamos a sentarnos a la mesa para la comida de Navidad, cuando un grupo de hombres armados hicieron irrupción en la misión. Éramos 4 religiosas y un laico, Francesco, un agrónomo de Como, que nos ayudaba mucho para realizar el cultivo en la pobre tierra del pueblo. Fue un infierno: los bandidos, porque de esto se trataba pues no eran ciertamente soldados disciplinados, se llevaron todo y lo que no conseguían llevarse lo destrozaban. Destrozaron a golpes de kalashnikov los paneles solares y las cisternas de agua. Frente a una violencia tal se pone a dura prueba la fe y la caridad. El dolor mayor era ver como eran destrozadas en un segundo, todas las estructuras construidas en seis años de duro trabajo. No tanto nuestra casa, sino el dispensario, la escuela elemental, la escuela para enfermeras, la cooperativa agrícola... eran estructuras creadas para la gente pobre. Teníamos otro dispensario a 100 km de distancia, pero también este fue destruido. Estábamos creando una red de asistencia sanitarios en el país que quedó completamente privada de estructuras para ello. ¿cómo se puede continuar en estas condiciones?
Después de la incursión del día de Navidad, las 3 hermanas que estaban conmigo fueron repatriadas. Yo pedí a mis superiores el permiso de quedarme allí y así fue. Francesco se quedó también conmigo y me ayudó a reconstruir lo poco que era posible. Los rebeldes volvieron después en enero y una vez mas el 3 de marzo. La ultima vez vimos la muerte muy ceca. Uno de los bandidos se presento jactándose del gran número de mujeres que había violado y de los pueblos que había destrozado. Francisco y yo fuimos separados. El bandido arrancó la única cortina que quedaba en la ventana y me ató con ella. Después tomó un tubo de goma y me golpeó repetidamente, después me partió la mandíbula con la culata del kalashnikov. Después cogió el fusil y me apuntó a la cabeza. Yo tenia en el bolsillo un fragmento de la Eucaristía y la cruz que me había donado mi madre...sentía una calma increíble. Era consciente de que estaba a punto de morir y me pasaba por la cabeza toda mi vida. Lo que más me sorprendió es que sentía remordimientos no tanto por mis pecados sino por todo el bien que no había hecho.
De repente el bandido que estaba apunto de dispararme fue llamado por un compañero. Sentí como se alejaba el fusil de mi cabeza y después dos brazos me levantaron y me desataron. Me encontré en el patio donde vi de nuevo a Francisco todo adolorado porque había sido golpeado con un bastón. El rebelde que estuvo apunto de matarme me dijo: “¿Sabes por qué soy así? porque han matado a toda mi familia y quiero devolver lo que yo he sufrido” Otro se acercó y me dijo: ¿Ves mis pies? No tengo uñas. El presidente Patassé me las hizo arrancar. Y eso que yo era un oficial de su ejercito y me había casado con una de sus hijas, pero bastó la sospecha de un complot contra el para que me hiciese torturar de este modo”. Entonces comprendí cuanta compasión hace falta en estas situaciones...el mal que han sufrido estas personas sólo se puede superar con la Gracia de Dios. Yo rezo por ellos para que recuperen su humanidad. Nos dejaron llevándose todo lo que había escapado de los otros saqueos.
Después fui repatriada a Italia, pero Francisco se quedó allí para impedir que al menos no destrozasen los muros. En agosto visité el campo de refugiados de Goré en el Chad a unos 60 km de mi pueblo. En esa época había 11.000 personas ,ahora creo que alberga a unas 14.000, la mayoría procedentes de la zona de la misión. Si mis superiores me lo permiten yo quisiera ir a plantar mi tienda entre ellos. Quisiera así hace de intermediario entre el campo y el pueblo. Quiero animar a la gente a volver a cultivar sus campos para impedir que se sienten y esperen que alguien les de comer.
Ahora que se acerca de nuevo la Navidad mi pensamiento y mi oración se dirigen hacia los hermanos de mi pueblo. No se si tendrán acomida ni si podrán participar en la Misa. Por ello deseo estar con ellos lo antes posible”. (LM) (Agencia Fides 4/12/2003 Líneas: 67 Palabras: 978)


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