VATICANO - “Honoramos a Aquila y Priscila como modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida en el servicio de toda la comunidad cristiana. Y encontramos en ellos el modelo de la Iglesia, familia de Dios para todos los tiempos”: la catequesis del Papa Benedicto XVI en la Audiencia General

jueves, 8 febrero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La Audiencia General del miércoles 7 de febrero se ha realizado en dos momentos: a las 10:30, en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Benedicto XVI se ha reunido con la Conferencia Episcopal de Lombardía y los fieles de las respectivas diócesis en ocasión de la Visita “ad Limina Apostolorum”. En el Aula Pablo VI, el Papa ha saludado a los peregrinos y fieles provenientes de Italia y de todas partes del mundo.
A la Iglesia que vive en Lombardía, el Papa ha recordado el importante rol que debe ser desarrollado en la sociedad: “Anunciar y testimoniar el Evangelio en todo ámbito, especialmente donde emergen los aspectos negativos de la cultura de consumo y hedonística del secularismo y del individualismo, donde se registran antiguas y nuevas formas de pobreza con señales preocupantes del malestar de los jóvenes y fenómenos de violencia y de criminalidad”. No obstante las dificultades, el Santo Padre ha evidenciado “los grandes recursos ideales y morales” que hacen de la Iglesia en Lombardía “una Iglesia viva, rica del dinamismo de la fe y también de espíritu misionero, capaz y decidida a transmitir la antorcha de la fe a las futuras generaciones y al mundo de nuestro tiempo”. Indicando su vasto campo de acción, el Papa Benedicto XVI ha citado la defensa y la promoción de la cultura de la vida humana y de la legalidad, y una siempre más coherente conversión a Cristo, personal y comunitaria. “Que todo ambiente los cristianos, guiados por el Espíritu Santo que demora en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo, sean signos vivos de la esperanza sobrenatural -ha dicho el Papa-. Nuestro tiempo, con tantas angustias y problemas, necesita esperanza. Y nuestra esperanza viene justamente de la promesa del Señor y de su presencia”.
Durante la catequesis en el Aula Pablo VI el Pontífice se ha detenido sobre los esposos Priscila y Aquila, que fueron colaboradores del apóstol Pablo. Incluso si sus nombres son latinos, el hombre y la mujer que los llevan eran de origen hebreo. Desde Roma habían llegado a Corinto, donde Pablo los encontró al inicio de los años ’50 y fue acogido en su casa. En su primera Carta a los Corintios, Pablo nos hace conocer “el rol importantísimo que esta pareja desarrolló en el ámbito de la Iglesia primitiva: el de acoger en la propia casa al grupo de los cristianos locales, cuando estos se reunían para escuchar la Palabra de Dios y para celebrar la Eucaristía” ha explicado el Santo Padre. “En la casa de Aquila y Priscila, se reúne la Iglesia, la llamada por Cristo, que celebra aquí los sagrados Misterios. Y así podemos ver el nacimiento de la realidad de la Iglesia en las casas de los creyentes”.
Llegados a Roma, Aquila y Priscila continuaron llevando a cabo esta función. “En efecto Pablo, escribiendo a los Romanos, envía este preciso saludo: ‘Saludad a Priscila y Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron sus cabezas para salvarme. Y no soy solo en agradecérselo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad; saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa’ (Rm 16,3-5). ¡Qué extraordinario elogio de ambos cónyuges en estas palabras! Y el que lo dice no es nada menos que el apóstol Pablo. Él reconoce explícitamente en ambos verdaderos e importantes colaboradores de su apostolado”. Papa Benedicto XVI ha recordado que el cristianismo ha llegado hasta nuestra generación, “no solo gracias a los Apóstoles que lo anunciaban” sino también por “el compromiso de estas familias, de estos esposos, de estas comunidades cristianas, de fieles laicos que han ofrecido el ‘humus’ al crecimiento de la fe. Y siempre, solo así crece la Iglesia. En particular, esta pareja demuestra cuanto es importante la acción de los esposos cristianos”. Otra lección que podemos sacar es que “toda casa puede transformarse en una pequeña iglesia. No solamente en el sentido que en esta debe reinar el típico amor cristiano hecho de altruismo y de recíproco cuidado, sino aún más en el sentido que toda la vida familiar, en base a la fe, está llamada a rotar sobre la única señoría de Jesucristo…. Honoremos por ello a Aquila y Priscila como modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida en el servicio de toda la comunidad cristiana. Y encontramos en ellos el modelo de la Iglesia, familia de Dios para todos los tiempos.” (S.L.) (Agencia Fides 8/2/2007)


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