VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA de don Nicola Bux y don Salvatore Vitiello - El nombre de Jesucristo

jueves, 25 enero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Los ministros de la Iglesia nombran cada vez menos a Jesús y cada vez más la paz, la justicia, la solidaridad, el dialogo…No se fían de Su eficacia en el diálogo con el hombre de hoy. Quizás no saben que el de Jesús es un nombre potente y eficaz para salvar al hombre mientras que estos son a lo sumo nombres de augurio, como prueba el hecho de que cada vez se emplean más pero cada vez se llevan menos a la practica.
Es sabido que el nombre de Jesús significa en hebreo 'Dios salva' y que fue dado por José al niño por indicación del ángel Gabriel en la anunciación a la Virgen Maria, para indicar la misión que Él debía realizar en orden a la salvación del hombre de los pecados. San Bernardino de Siena decía que el nombre de Jesús es el resplandor de los predicadores y - según las palabras del salmo 71 - ideó un emblema en forma de sol con rayos y saetas, convertido en símbolo célebre. San Francisco de Asís se lamía los labios casi saboreando su dulzura. Ahora el nombre es oscurecido, se prefiere nombrar los valores: paz, justicia, solidaridad… hacer manifestaciones, procesiones con antorchas marchas; no más procesiones salmodiales para pedir a Dios, más bien en nombre de Jesús, la salvación del hombre; religiosas y religiosos prefieren promover iniciativas para el comercio justo y solidario, no misiones para hacer conocer a Jesús Redemptor hominis.
Sin embargo desde los Apóstoles hasta Pablo VI en Manila no ha sido así. ¿Quizás Pedro y Juan obtuvieron a las puertas del Templo la curación del lisiado en nombre del valor de la solidaridad? ¿San Sebastián recordó a sus perseguidores algo contra la pena de muerte en nombre de la justicia o de la dignidad del hombre? ¿Dijo acaso San Agustín que los mártires derraman la sangre en nombre del diálogo?
Benedicto XVI en la catequesis ha recordado que la historia de San Sebastián nos enseña "que no se debe nunca separar el empeño social de la caridad del anuncio valiente de la fe". El primer mártir "con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio". Además "la Cruz continúa siendo central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal" ha subrayado el Papa Benedicto XVI. "En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la célebre frase de Tertuliano, en fuente de misión para los nuevos cristianos" (audiencia general del 10 de enero del 2007).
He aquí el punto: el nombre de Jesús raramente comporta el aplauso del mundo - especialmente de estos tiempos - antes bien, con frecuencia es la puerta a la persecución y al martirio. ¿Estamos dispuestos a eso, como se nos dijo en el bautismo y como, renunciando al demonio, hemos creído?
En efecto, el Papa concluyó su catequesis el miércoles 10 de enero con esta exhortación: "También en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte en bendición y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano incluso en los momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva a él y de él se alimenta la Iglesia. Que san Esteban nos enseñe a aprender estas lecciones; que nos enseñe a amar la cruz, puesto que es el camino por el que Cristo se hace siempre presente entre nosotros”.
Respecto al diálogo: Jesús se ha revelado - lo saben bien los teólogos de fundamental - como el Salvador. No hay otro nombre en el que podamos ser salvados. Se puede decir que en ese nombre expira la potencia del Espíritu Santo y por ello, los ministros de la Iglesia y cada cristiano deben anunciarlo siempre. El anuncio - el buen anuncio - es decir, el Evangelio es el diálogo de la salvación, como amaba decir Pablo VI ¿Por qué las manifestaciones, las procesiones con antorchas, las mesas redondas, los mítines que ven en primera fila a obispos, sacerdotes y laicos comprometidos, no hacen una 'rogazione', una súplica, una letanía, una procesión dónde se invoque el nombre de Jesús? "Cualquier cosa que pidáis en mi nombre lo conseguiréis". Es su palabra, es decir palabra divina.
Si el "espíritu de Asís" - del que con frecuencia se habla en los ambientes amantes del diálogo más que del nombre de Jesús - no se alimentara del Espíritu Santo, no tendría ningún sentido. El Espíritu Santo sopla por un lado para formar la Iglesia, Cuerpo de Cristo, por otro para que todos los hombres, religiosos y no religiosos, lleguen libremente a descubrir que están “ordenados" a Jesucristo en la Iglesia, como ha dicho el Concilio en la Lumen Gentium 2, 16 y el Papa Pablo VI en la Encíclica Ecclesiam Suam. Se necesita por tanto, que también el "espíritu de Asís” se confronte con dicha verdad y se deje verificar y eventualmente modificar y purificar, para que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad (cfr 1 Tms 2,4) que buscan y que está encerrada en el nombre de Jesús. (Agencia Fides 25/1/2007; Líneas: 60 Palabras: 891)


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