JUAN PABLO II Y NORTEAMERICA - De Su Em. el Card. Theodore McCarrick, Arzobispo de Washington (USA)

miércoles, 15 octubre 2003

Washington (Agencia Fides) - Hace varios años, circulaba una petición entre los Católicos de diversas naciones europeas que criticaba las presentes estructuras y la política de la Iglesia y era también una crítica contra el Santo Padre. Recuerdo que en dos naciones de Europa consiguieron mas de un millón de firmas cada una. En los Estados Unidos hubo una campaña activa para conseguir firmas para una petición similar. Después de varios meses de intensa publicidad, los organizadores de la campaña en América se dieron por vencidos con menos de cincuenta mil firmas en una Iglesia con mas de 60 millones de Católicos. Quizá esta historia pueda ilustrar mejor que nada el profundo aprecio y confianza que tienen los católicos de Estados Unidos por el Papa Juan Pablo II.

En sus numerosas visitas a nuestro país, el Papa ha viajado de costa a costa y del Norte al Sur. Ha visitado a católicos de toda raza y nacionalidad y siempre encontró tiempo para encuentros ecuménicos y reuniones con líderes de otras religiones. Se ha reunido con el Presidente y otros líderes políticos así como con los pobres, las victimas del SIDA y con líderes intelectuales. A lo largo de estas visitas se ha reunido con miles y miles de personas , quienes le han visto, le han escuchado e incluso le han tocado. Se ha convertido en nuestra nación en una figura admirada y respetada incluso por aquellos que no están de acuerdo con sus enseñanzas.

Esas enseñanzas han sido consistentes durante sus viajes por América, bien cuando se expresaba por medio de un discurso importante a las naciones Unidas o bien en una conversación tranquila con un líder nacional. Desde el principio – por ejemplo, su emocionante homilía en el Yankee Stadium durante su primera visita en 1979 - el ha desafiado siempre a los americanos a ser mas conscientes de sus responsabilidad de atender a los pobres, y no solo los pobres de su país, sino a los pobres de todo el mundo. Ha hecho constantemente llamamientos para las protección de la vida humana, desde el momento de su concepción hasta el momento de su muerte natural, también lo comenzó en su primera visita a América cuando la capital exhortó a los Estados nidos a trabajar por la protección del niño no nacido.

Obviamente estas enseñanzas han encontrado resistencias en muchos en Estados Unidos cuya filosofía de vida se caracteriza por el permisivismo de los años 60 y aquellos cuyas actitudes están marcadas por el poderoso influjo de los medios de comunicación. Este singular órgano de opinión pública en América ha encontrado siempre en Juan Pablo un fascinante estudio. Dándole la bienvenida al principio de su Pontificado como una voz nueva y fuerte que cambiaría la Iglesia, al cabo de unos años se mostraron disgustados reconociendo que la voz nueva y fuerte estaba totalmente dedicada a preservar el deposito de la fe y siglos de viejas disciplinas que la apoyan. Los medios de comunicación de América y la gente de América no perdieron su fascinación por el Papa pero se mostraban también sorprendidos por su confianza en el Absoluto que la moderna sociedad americana trata de evitar.

Después del Concilio Vaticano II la Iglesia en Estados Unidos se encontró inmerso en la confusión de diversas interpretaciones sobre lo que el Concilio realmente enseñaba. Uno de los mayores dones de Juan Pablo II a la Iglesia en América ha sido su clara y firme fidelidad al mensaje de ese Concilio, y, veinte años mas tarde, esas enseñanzas conciliares son mas evidentes gracias a el. Esto ha producido a veces, momentos de dificultad con las instituciones católicas y con diversas ideologías pero el Papa ha sido firme y decidido en su proclamación del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia. Las mujeres en las Comunidades Católicas americanas, con frecuencia no eran ni siquiera invitadas en tiempos pasados, encuentran ahora un papel como líder en las diócesis de América gracias a su apoyo, por ejemplo con la Encíclica Mulieris Dignitatem, aunque hay todavía algunas que están en desacuerdo con sus decisiones doctrinales por no admitir la ordenación de mujeres.

Mientras el Santo Padre celebra un cuarto de siglo de extraordinario servicio como Vicario de Cristo y Pastor Supremo de la Iglesia, su sabiduría y valentía para proclamar la Buena Nueva de Jesús continúa siendo muy necesaria en el mundo. En los Estados Unidos , donde el Papa ha puesto en discusión una decisión demasiado rápida y superficial de tomar las armas para la guerra y conceder de mala gana el respeto de la dignidad humana, las palabras y acciones de este gran Papa son un desafío para los católicos y para todos los hombres y mujeres de buen voluntad para considerar atentamente el futuro de la humanidad y la necesidad de valores que nunca cambian. (Agencia Fides 15/10/2003)


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