EUROPA/ALBANIA - Sobre la Santa Navidad apenas celebrada, una reflexión desde Albania del P. Flavio Cavallini ofm - ¿Autocensurarse en nombre del buen vivir?

martes, 2 enero 2007

Scutari (Agencia Fides) - El P. Flavio Cavallini ofm es un hermano franciscano italiano, ex ministros provincial de Albania, actualmente residente en la misma nación, cuenta la experiencia albanés, fundada en el respeto de la diversidad.
«La paz de nuevo en peligro: ¡también este año explota la Navidad!»
«¡El niño amenaza los precarios equilibrios mediorientales!»
«Fuga en Egipto: disimulada incitación a la inmigración clandestina»
El juego caricaturesco de los títulos periodísticos podría continuar con otras bufonadas si no reflejase la última forma de “elogio de la diversidad” en boga este año en varios países de cultura occidental, ofrecido como modelo de aséptica “formalidad” que no hiere la sensibilidad religiosa o areligiosa de los otros. Dejando de lado la instintiva sospecha que este respetuoso celo esté ampliamente dictado por el temor de enajenarse con una parte de potenciales compradores festivos, creo que es útil hacer conocer una experiencia, esta sí, diversa.
Más allá del Adriático, en Albania donde desde hace catorce años vivo como misionero franciscano, estos saltos de laica tolerancia religiosa me hacen sonreír. Lo digo de un país de amplia mayoría musulmana salido recientemente de una singular, como atroz, experiencia de ateísmo de Estado. Aquí, en quinientos años de mayor o menor problemática convivencia entre Islam y Cristianismo sea ortodoxo como católico, nadie ha soñado jamás, ni hoy soñaría, pretender que la minoría cristiana, se autocensure de algún aspecto de las propias fiestas en nombre del buen vivir común. Aquí en Scutari, como he visto también en Jerusalén, en sociedades desde siempre multiétnicas y multireligiosas, una consumada sabiduría oriental aconseja el cultivar la armonía social evitando de recurrir necesariamente a formas de autoesterilización preventiva.
Viena la fiesta del Gran Bajram, todo cristiano que tenga un mínimo de buena educación viste un buen vestido y con mujer e hijos hace el paseo de los amigos y colegas musulmanes. En Navidad o en Pascua, ningún musulmán, que entre sus conocidos tenga cristianos, descuida beber un café en su casa. Recurre el pequeño Bajram, colegas y amigos cristianos restituyen la cortesía, honorando a los conocidos musulmanes con un signo de participación a su día de fiesta. Los representantes de las varias realidades religiosas y los principales cargos de Estado considerando un preciso deber la cortesía de una visita a lo largo de las principales fiestas religiosas de las diversas comunidades, El principio que guía esta civilísima conducta es muy simple y vale para creyentes como para no creyentes. Por más que se pertenezca a identidades culturales y religiosas diversas se está alegre porque el otro está de fiesta, no obstante los horizontes filosóficos o teológicos puedan estar lejanos. En su reproponerse periódico la fiesta invita y educa a un encuentro exquisitamente y noblemente humano. ¿Es acaso poca cosa? Comprendida y vivida así, la fiesta no deprime una identidad respecto a otra, sino que exalta a ambas. Esto, necesariamente, implica el esfuerzo de conocer costumbres y fiestas de los otros y la voluntad de consagrar a ellos un poco de nuestro preciosísimo tiempo. Todo esto es mucho más que simple “tolerancia” recíproca, es, más bien, “participación”.
El lunes 25 de diciembre, para los católicos es la Navidad del Señor Jesús. El Presidente de la República de Albania, cristiano ortodoxo, usa veinte minutos para ir a la casa de mi Obispo para visitarlo. Lo hace también el myfti.
El intento occidental de superara un modelo hasta ahora sustancialmente monocromático, proponiendo un modo más desteñido y insípido con tintas neutras, visto desde aquí, parece el recaer torpe y sin gracia de una Europa adolescente, aún incapaz de hacer verdaderamente un lugar para los otros. Tal vez también los Reyes Magos, sabios del Oriente, ciertamente no cristianos, con su visita a una familia de Belén, para un intercambio festivo de dones, puede ser aún hoy fuente de inspiración. (Agencia Fides 2/1/2007)


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