VATICANO - El término "paz" indica […] "la salvación" que trae Cristo […] Reconocemos en Él al Príncipe de la paz. El Santo Padre Benedicto XVI preside la Eucaristía en la solemnidad de la Santísima Virgen Maria, Madre de Dios.

martes, 2 enero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El punto de partida de la homilía del Santo Padre Benedicto XVI ha sido la dimensión histórica de los acontecimientos ligados a la Natividad del Señor. Ha puesto en evidencia la unión imprescindible entre el reconocimiento de la verdad de la encarnación del Verbo en su dimensión temporal y el reconocimiento de Maria Santísima como Madre de Dios: "La actual solemnidad no celebra por tanto una idea abstracta sino un misterio y un acontecimiento histórico: Jesucristo, persona divina, ha nacido de Maria Virgen, que es, en el sentido más pleno, su madre."
Subrayando después que en Maria Maternidad y Virginidad son siempre absolutamente inseparables, ha reafirmado el papel de la Madre de Dios, respecto a la Iglesia y a toda la humanidad: "Maria es madre, pero madre virgen; Maria es virgen pero virgen madre. Si se omite uno u otro aspecto no se entiende completamente el misterio de Maria" […] "Madre de Cristo, Maria es también Madre de la Iglesia como mi venerado predecesor, el Siervo de Dios Pablo VI proclamaba el 21 noviembre de 1964, durante el Concilio Vaticano II. Maria es, además, Madre espiritual de toda la humanidad, porque Jesús derramó su sangre por todos en la cruz y desde la cruz confío a todos a su maternal solicitud”.
Ligado al tema litúrgico de la Solemnidad de la Madre de Dios, ha retomado después el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que este año tiene por tema: "La persona humana, corazón de la paz". El Santo Padre ha destacado como la paz es a la vez un don y una misión, anunciando que: "el término 'paz' indica ese conjunto de bienes en que consiste 'la salvación' que nos trae Cristo […] Nosotros cristianos reconocemos en Él al Príncipe de la paz."
La paz no es pues esencialmente el fruto de los esfuerzos humanos, aunque siempre está implicado el hombre con su propia libertad y con su propio "sí" a la justicia y a la verdad, sino que es ante todo un don que viene de lo alto, dependiente del reconocimiento de la existencia y de la Presencia amante de Dios en el mundo. En definitiva Cristo es nuestra Paz.
Para poder acoger la paz como un don es necesario acoger al hombre, tal como Dios lo ha creado, en el pleno respeto de la dignidad de toda criatura, por ello, el Papa afirma: "respetando la persona se promueve la paz, y construyendo la paz se ponen las premisas de un auténtico humanismo integral" […] "toda persona humana, sin distinción de raza, cultura o religión, posee la misma dignidad. Por ello, se debe respetar y ninguna razón puede justificar nunca que se disponga de él según el propio gusto como si fuera un objeto […] Si en efecto los elementos constitutivos de la dignidad humana son confiados a las opiniones mudables humanas, también sus derechos, aunque sean solemnemente proclamados, termina por hacerse débiles e interpretables de distintas maneras".
Parte integrante de la acogida del don de la paz y de la persona es el respeto de la libertad religiosa en todos los rincones de la tierra.
La homilía de Benedicto XVI concluye con un recuerdo y una oración para pedir el don de la paz de Cristo en Tierra Santa: "¿Cómo no implorar con insistente oración que también en aquella región llegue cuanto antes el día de la paz, el día en que se solucione definitivamente el conflicto en acto que dura ya desde hace tanto tiempo?” (S.V) (Agencia Fides 2/1/2007 Líneas: 43 Palabras: 625)


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