VATICANO - "Que ningún fiel católico del Medio Oriente, junto con su comunidad de pertenencia, se sienta sólo o abandonado. Vuestras Iglesias están acompañadas en su difícil camino por la oración y el apoyo caritativo de las Iglesias particulares de todo el mundo": Mensaje de Navidad del Papa Benedicto XVI a los católicos del Medio Oriente

jueves, 28 diciembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Inmersos en la luz de la Navidad, "en este tiempo tan significativo para la fe cristiana, deseo dirigir un especial pensamiento a vosotros, hermanos y hermanas católicos, que vivís en las regiones del Medio Oriente: me siento espiritualmente presente en cada un de vuestra Iglesias particulares, aún la más pequeña, para compartir con vosotros la ansiedad y la esperanza con que esperáis al Señor Jesús, Príncipe de la paz". El Papa Benedicto XVI en su Mensaje con ocasión de la Navidad, se dirige "con afecto a las Comunidades que son y se sienten 'pequeño rebaño' sea por el reducido número de hermanos y hermanas, sea porque están inmersos en sociedades compuestas en amplía mayoría por creyentes de otras religiones, sea por las circunstancias presentes que ven a algunos de las Naciones de pertenencia en serios problemas y dificultades". El Santo Padre subraya que "las noticias cotidianas que llegan del Medio Oriente muestran un continuo crecimiento de situaciones dramáticas" las cuales suscitan recriminación y rabia y "predisponen el animo a la revancha y venganza".
El Papa reprocha que "estos no son sentimientos cristianos" y que no sería sabio "gastar tiempo en interrogarse sobre quien ha sufrido más o querer presentar la cuenta de los errores recibidos". Dado que "el sufrimiento en el fondo une a todos" en un diálogo paciente y humilde, “ya ha dado buenos frutos en muchos Países anteriormente devastados por la violencia y las venganzas", el Papa Benedicto XVI exhorta: "Un poco más de confianza en la humanidad del otro, sobre todo si sufre, no puede sino dar s resultados positivos". A continuación el Pontífice, expresando su personal cercanía, escribe: “Podéis contar con mi plena solidaridad en las actuales circunstancias… Que ningún fiel católico del Medio Oriente, junto con su comunidad de pertenencia, se sienta sólo o abandonado. Vuestras Iglesias están acompañadas en su difícil camino por la oración y el apoyo caritativo de las Iglesias particulares de todo el mundo, según el ejemplo y el espíritu de la Iglesia naciente."
A pesar de dificultad y sufrimientos, las comunidades cristianas del Medio Oriente "continúan siendo comunidades vivas y activas", que "desean poder contribuir de manera constructiva a aliviar las urgentes necesidades de sus correspondientes sociedades y de toda la región". Por ello el Papa recuerda: "Que las comunidades católicas, que viven a menudo situaciones difíciles, sean conscientes de la fuerza potente que promana de su sufrimiento aceptado con amor. Es sufrimiento que puede cambiar el corazón del otro y el corazón del mundo", animando a los Pastores católicos "a perseverar en su ministerio, cultivando la unidad entre ellos y estando siempre cercanos a su rebaño."
Desde hace tiempo muchos cristianos están abandonando el Medio Oriente, y el Papa expresa su preocupación de que los Lugares Santos se transformen "en zonas arqueológicas, sin vida eclesial". Sin callar los motivos que hacen difícil la supervivencia de las minorías (situaciones geopolíticas peligrosas, conflictos culturales, intereses económicos y estratégicos, agresividad…) y que alimentan la tentación de emigrar de tantos cristianos, el Santo Padre pone en evidencia que "en las dificultades aún en las más dolorosas, la esperanza cristiana certifica que la resignación pasiva y el pesimismo son el auténtico gran peligro que asecha la respuesta a la vocación que mana del Bautismo. Puede provocar desconfianza, miedo, autocompasión, fatalismo y huida. En la hora presente, se pide a los cristianos que sean valientes y decididos con la fuerza del Espíritu de Cristo, sabiendo que cuentan con la cercanía de sus hermanos en la fe, esparcidos por todo el mundo."
Por medio de las comunidades católicas el Santo Padre se dirige a los hombres y mujeres de las diversas confesiones cristianas, de las diversas religiones y a cuantos buscan con honestidad la paz, la justicia, la solidaridad. "A todos digo: ¡perseverad con valentía y confianza! A cuantos tienen la responsabilidad de conducir los acontecimientos, les pido sensibilidad, atención y cercanía concretas superando cálculos y estrategias, para que se edifiquen sociedades más justas y más pacíficas, en el respeto verdadero de todo ser humano". El Papa Benedicto XVI expresa por último, su deseo de que la Providencia permita su peregrinación "a la Tierra que fue santificada por los acontecimientos de la Historia de la Salvación", animando en esta espera a continuar "por el camino de la confianza, realizando gestos de amistad y buena voluntad" en un intento de encontrar la salida a la situación de grave conflictividad, ya que "la paz es un bien tan grande y urgente que justifica sacrificios también grandes por parte de todos". El Mensaje concluye con el agüero de que "el tiempo de Navidad marque un término o al menos un alivio para tantos sufrimientos y dé a muchas familias ese suplemento de esperanza que necesitan para perseverar en la ardua tarea de promover la paz en un mundo tan lacerado y dividido". (S.L) (Agencia Fides 28/12/2006 - Líneas: 60 Palabras. 865)


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