En el mes de octubre se ha celebrado en todo el mundo la octogésimo Jornada Misionera Mundial. "Esta - ha recordado el Santo Padre Benedicto XVI durante el ángelus del domingo 22 octubre - fue instituida por el Papa Pio XI, que dio un fuerte impulso a las misiones Ad gentes, y en el jubileo de 1925 promovió una grandiosa exposición, que se transformó después en la actual Colección etnológico-misionera de los Museos vaticanos. Este año - ha continuado Benedetto XVI -, en el tradicional Mensaje para dicha celebración, propuse como tema: "La caridad, alma de la misión". En efecto, la misión, si no está animada por el amor, se reduce a actividad filantrópica y social. A los cristianos, en cambio, se aplican las palabras del apóstol san Pablo: "El amor de Cristo nos apremia" (2 Co 5, 14). La misma caridad que movió al Padre a mandar a su Hijo al mundo, y al Hijo a entregarse por nosotros hasta la muerte de cruz, fue derramada por el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes. Así, todo bautizado, como sarmiento unido a la vid, puede cooperar a la misión de Jesús, que se resume en llevar a toda persona la buena nueva de que "Dios es amor" y, precisamente por esto, quiere salvar el mundo". La misión, ha explicado el Papa, brota del corazón: " quien se detiene a rezar ante el Crucifijo- ha cotinuado el domingo 22 octubre -, con la mirada puesta en el costado traspasado, no puede menos de experimentar en su interior la alegría de saberse amado y el deseo de amar y de ser instrumento de misericordia y reconciliación".
El Jueves 19 octubres, el Santo Padre ha ido a Verona donde se celebraba el cuarto Congreso nacional de la Iglesia italiana. El Papa ha pronunciado un Discurso en la Feria y por la tarde ha celebrado la Santa Misa en el estadio Bentegodi. En su Discurso el Santo Padre ha hablado de misión, de "una obra de evangelización" que " nunca consiste sólo en adaptarse a las culturas, sino que siempre es también una purificación, un corte valiente, que se transforma en maduración y saneamiento, una apertura que permite nacer a la "nueva criatura" (2 Co 5, 17; Ga 6, 15) que es el fruto del Espíritu Santo”.