VATICANO - En la fiesta de San Esteban el recuerdo del Papa por "cuántos son perseguidos y sufren, de diversos modos, por testimoniar y servir el Evangelio", en particular hacia "aquellos católicos que mantienen su fidelidad a la Sede de Pedro sin ceder a compromisos, a veces incluso al precio de graves sufrimientos"

jueves, 28 diciembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Al día siguiente de la solemnidad de la Navidad, martes 26 de diciembre, en la fiesta de San Esteban, diácono y primer mártir, el Santo Padre Benedicto XVI se ha asomado a la ventana de su estudio para rezar el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro. El Papa ha explicado ante todo que el aparente contraste "entre la paz y la alegría de Belén y el drama de Esteban, lapidado en Jerusalén en la primera persecución contra la Iglesia naciente" es superado considerando que "el Niño Jesús, que yace en la gruta, es el unigénito Hijo de Dios hecho hombre. Él salvará la humanidad muriendo en cruz… el Redentor nace para morir, nace para dar la vida en rescate por todos".
San Esteban fue el primero a seguir las huellas de Cristo con el martirio, y "en los cuatro primeros siglos del cristianismo, todos los santos venerados por la Iglesia fueron mártires - ha recordado el Pontífice -. Sus muertes no infundían miedo o tristeza sino más bien, entusiasmo espiritual que siempre suscitaba nuevos cristianos. Para los creyentes, el día de la muerte, y todavía más el día del martirio, no es el fin de todo sino el "tránsito" hacia la vida inmortal, es el día del nacimiento definitivo, en latino dies natalis. Se comprende entonces la unión que existe entre el "dies natalis" de Cristo y el dies natalis de San Esteban. Si Jesús no hubiera nacido en la tierra, los hombres no hubieran podido nacer al Cielo. Precisamente porque Cristo ha nacido, nosotros podemos renacer!”
A Maria, que “también sufrió un martirio interior", porque compartió la pasión del Hijo y tuvo que cogerlo entre sus brazos una vez desenclavados de la cruz, el Papa Benedicto XVI ha confiado "a cuántos son perseguidos y sufren, en diversos modos, por testimoniar y servir el Evangelio". Después el Santo Padre ha continuado: "Con especial cercanía espiritual, pienso también en aquellos católicos que mantienen su fidelidad a la Sede de Pedro sin ceder a compromisos, a veces incluso a precio de graves sufrimientos. Toda la Iglesia admira su ejemplo y ruega para que tengan la fuerza para perseverar, sabiendo que sus tribulaciones son fuente de victoria, aunque de momento pueden parecer como un fracaso". (S.L) (Agencia Fides 28/12/2006 - Líneas: 30 palabras: 436)


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