VATICANO - El Papa Benedicto XVI recibe a Su Beatitud Christodoulos, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, y firma una Declaración común: También "es nuestra responsabilidad común superar, en el amor y en la verdad, las múltiples dificultades y las experiencias dolorosas del pasado"

viernes, 15 diciembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Grecia y Roma intensificaron sus relaciones desde los albores del cristianismo y las continuaron, relaciones que abrieron camino a las diferentes formas de comunidades y de tradiciones cristianas en las regiones del mundo que hoy corresponden a la Europa del Este y a la Europa del Oeste. Estas intensas relaciones han contribuido también a crear una especie de ósmosis en la formación de las instituciones eclesiales. Esta ósmosis -con la salvaguarda de las particularidades disciplinares, litúrgicas, teológicas y espirituales de las dos tradiciones, romana y griega- hizo fructífera la acción evangelizadora de la Iglesia y la inculturación de la fe cristiana". Ha afirmado el Santo Padre Benedicto XVI en el discurso a Su Beatitud Christodoulos, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, recibido en audiencia con su sequito, el jueves 14 de diciembre.
El Santo Padre ha subrayado: "Hoy en día, nuestras relaciones se retoman lentamente pero en profundidad y con un interés de autenticidad. Son para nosotros una ocasión de redescubrir toda una nueva gama de expresiones espirituales ricas de significado y de compromiso mutuo". Después el Papa ha recordado "la memorable visita" realizada por Juan Pablo II a Atenas en el 2001, "un momento determinante en la intensificación progresiva de nuestros contactos y de nuestra colaboración", a la que han seguido intercambios de visitas de Delegaciones de sacerdotes y estudiantes como la fructuosa colaboración entre el Apostolikì Diakonia y la Biblioteca Apostólica Vaticana.
Dirigiendo su mirada hacia el futuro, el Papa Benedicto XVI ha dicho ver un vasto campo en el que podrá crecer y reforzarse la colaboración, en particular en la construcción de una nueva Europa que “no podrá ser una realidad exclusivamente económica". "Católicos y ortodoxos - ha dicho el Santo Padre - están llamados a ofrecer su contribución cultural y, sobre todo, espiritual. En efecto, tienen el deber de defender las raíces cristianas del Continente europeo... y permitir también a la tradición cristiana que continúe manifestándose y obrando con todas sus fuerzas a favor de la salvaguarda de la dignidad de la persona humana, del respeto de las minorías, evitando una uniformidad cultural que entraña el riesgo de perder inmensas riquezas de la civilización. Por lo mismo, conviene trabajar por la salvaguarda de los derechos del hombre, que comprenden el principio de la libertad individual, en particular de la libertad religiosa. Hay que defender y promover estos derechos en la Unión europea y en cada país que es miembro de ella”.
El Papa Benedicto XVI ha concluido su discurso subrayando la necesidad de desarrollar la colaboración entre los cristianos en todos los Países de la Unión Europea, para "hacer frente a los nuevos riesgos a los que se enfrenta la fe cristiana, es decir, la secularización creciente, el relativismo y el nihilismo, que abren la puerta a comportamientos e, incluso, legislaciones que dañan la dignidad inalienable de las personas y que cuestionan instituciones tan fundamentales como el matrimonio".
Después del discurso de Su Beatitud Christodoulos, en el que el Arzobispo, entre otras cosas, ha dado gracias a Dios por este encuentro y por la posibilidad de "recorrer una nueva etapa en el camino común de nuestras Iglesias para hacer frente a los problemas del mundo actual", se ha realizado la firma de una Declaración común, que inicia con estas palabras: "Nosotros, Benedicto XVI, Papa y Obispo de Roma y Christodoulos, Arzobispo de Atenas y toda Grecia, en este lugar sagrado de Roma, ilustre por la predicación evangélica y el martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo, tenemos el deseo de vivir cada vez más intensamente nuestra misión de dar un testimonio apostólico, de transmitir la fe tanto a los cercanos como a los lejanos, y de anunciar la Buena Nueva del nacimiento del Salvador.... Es también responsabilidad nuestra común superar, en el amor y en la verdad, las múltiples dificultades y las experiencias dolorosas del pasado, para la gloria de Dios, en la Santa Trinidad, y de su santa Iglesia".
La Declaración está articulada en 12 puntos, y pone en evidencia la voluntad de recorrer el camino del diálogo en la verdad para restablecer la plena comunión de fe en el vínculo del amor. Reconoce los pasos importantes realizados hasta ahora en el diálogo de la caridad y en las decisiones del Concilio Vaticano II: recuerda la necesidad de perseverar en el camino de un diálogo teológico constructivo; renueva el deseo de anunciar al mundo el Evangelio de Jesucristo, especialmente a las nuevas generaciones; subraya el papel de las religiones para el triunfo de la paz en el mundo; expresa preocupación por las experimentaciones sobre seres humanos y por la falta de respeto por la vida en todas sus fases; pide proteger más eficazmente, en todo el mundo, los derechos fundamentales del hombre, basados en la dignidad de la persona creada a imagen de Dios; propone una fecunda colaboración para hacer redescubrir las raíces cristianas del Continente europeo; invita a los países ricos a ser solidarias con los países más desfavorecidos, a no explotar de manera indiscriminada la creación, obra de Dios, sino a administrarla correctamente preocupándose de la solidaridad hacia los pueblos que padecen hambre. El Santo Padre y el Arzobispo de Atenas y toda Grecia concluyen el documento suplicando a Dios "el don de la paz, en la caridad y en la unidad de la familia humana". (S.L) (Agencia Fides 14/12/2006 - Líneas: 66 Palabras: 935)


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