Diciembre de 2006: “Para que en el mundo entero los misioneros vivan con gozo y entusiasmo su vocación en el seguimiento fiel de Cristo”. Comentario a la intención Misionera indicada por el Santo Padre a cargo de Su Eminencia el Card. Nicolás López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo (República Dominicana)

jueves, 14 diciembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La Iglesia desde sus mismos orígenes es depositaria del mensaje de Salvación que Jesucristo le confió a través de los Apóstoles y al mismo tiempo tiene la tarea de predicar esas enseñanzas del Señor a todos los pueblos. Recordemos el mandato que les dio el día de la Ascensión: “Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a guardar todo lo que yo les he mandado” (Mt. 28, 19-26).
Los Apóstoles, después de Pentecostés, se lanzaron a predicar llenos de alegría y entusiasmo, según el Espíritu los conducía. Debe decirse, entonces, que la Iglesia nació para evangelizar, como enseña el Siervo de Dios Pablo VI en la Exhortación apostólica “Evangelii nuntiandi”. Por consiguiente todos los hijos e hijas de la misma Iglesia participamos de esa misión, proclamar al mundo entero la Buena Nueva de Jesús, aunque reconocemos que no todos podemos cumplir con esa responsabilidad de la misma manera.
Cuando nos proponemos orar por todos los misioneros y misioneras lo hacemos con la conciencia de que ellos necesitan nuestra solidaridad. Sabemos que muchos de ellos realizan su vocación con admirable espíritu de generosidad y entrega, e incluso en condiciones muy difíciles y hasta heroicas. Por esa razón es necesario orar para que “vivan con gozo y entusiasmo su vocación en el seguimiento de Cristo”.
El hecho de estar lejos de su patria, teniendo que aprender otras lenguas, adaptándose a culturas muy distintas a las suyas, conviviendo con otras religiones son desafíos permanentes que deben ser afrontados con mucha fe, confianza en el Señor que da la fuerza para testimoniarle con valor y entereza.
Siempre he creído que la vocación misionera es una vocación privilegiada dentro de las diversas que hay en la Iglesia y por eso, desde mis primeros años en el Seminario se nos inculcó el amor a las Misiones y la oración por los misioneros. Ciertamente necesitan vivir con gozo y entusiasmo su vocación, pero esto sólo puede dárselo al Señor.
Al fin y al cabo el mismo Jesús cuando enviaba a los Apóstoles a predicar les dijo: “Sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Vivimos de esta seguridad: el Señor está con su Iglesia todos los días y queremos que nuestros queridos misioneros y misioneras vivan de esta convicción que, además, le s garantice la alegría y el entusiasmo en su hermosa y delicada misión. Invito, pues, a todos a que oremos muy fervorosamente por ellos y que sientan nuestro cariño y cercanía. Card. Nicolás López Rodríguez. (Agencia Fides 14/12/2006 Líneas: 36 Palabras: 487)


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