VATICANO - El Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz: una síntesis de los puntos principales

miércoles, 13 diciembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Al inicio del nuevo año el Santo Padre envía, como es costumbre, un augurio de paz a Gobernantes y Responsables de las Naciones, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1° de enero del 2007, el Papa Benedicto XVI se dirige a todos los que están probados por el dolor y el sufrimiento, a los que "viven bajo la amenaza de la violencia y la fuerza de las armas " o agraviados en su dignidad, en particular los niños, " especialmente en los que tienen su futuro comprometido por la explotación y la maldad de adultos sin escrúpulos ". Por ello, el tema de la Jornada Mundial de la Paz 2007 es "La persona humana, corazón de la paz". " En efecto, estoy convencido - escribe el Papa al inicio del Mensaje - En efecto, estoy convencido”.
El individuo humano “por haber sido hecho a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona". En la alianza con su Creador, el hombre está también llamado a "madurar en su capacidad de amor y de hacer progresar el mundo, renovándolo en la justicia y en la paz". " También la paz es al mismo tiempo un don y una tarea - continúa el Mensaje -. Si bien es verdad que la paz entre los individuos y los pueblos … supone un compromiso permanente, también es verdad, y lo es más aún, que la paz es un don de Dios. En efecto, la paz es una característica del obrar divino, que se manifiesta tanto en la creación de un universo ordenado y armonioso como en la redención de la humanidad, que necesita ser rescatada del desorden del pecado". Las normas del derecho natural “no han de considerarse como directrices que se imponen desde fuera, como si coartaran la libertad del hombre". Por el contrario, "guiados por estas normas, los pueblos en sus respectivas culturas— pueden acercarse así al misterio más grande, que es el misterio de Dios. Por tanto, el reconocimiento y el respeto de la ley natural son también hoy la gran base para el diálogo entre los creyentes de las diversas religiones, así como entre los creyentes e incluso los no creyentes".
El Papa Benedicto XVI recuerda después que la paz se basa en el respeto de los derechos de todos, en cuánto que en todo ser humano se refleja la imagen del Creador. "Consciente de ello, la Iglesia se hace pregonera de los derechos fundamentales de cada persona. En particular, reivindica el respeto de la vida y la libertad religiosa de todos … El derecho a la vida y a la libre expresión de la propia fe en Dios no están sometidos al poder del hombre. . La paz necesita que se establezca un límite claro entre lo que es y no es disponible: así se evitarán intromisiones inaceptables en ese patrimonio de valores que es propio del hombre como tal”.
Viene después denunciado "el estrago" que se hace hoy de la vida: las víctimas de los conflictos armados, del terrorismo y de las diversas formas de violencia, las muertes silenciosas provocadas por el hambre, el aborto, la experimentación con embriones y la eutanasia. “Otro síntoma preocupante de falta de paz en el mundo, que se manifiesta en las dificultades que tanto los cristianos como los seguidores de otras religiones encuentran a menudo para profesar pública y libremente sus propias convicciones religiosas. Hablando en particular de los cristianos, debo notar con dolor que a veces no sólo se ven impedidos, sino que en algunos Estados son incluso perseguidos, y recientemente se han debido constatar también trágicos episodios de feroz violencia. Hay regímenes que imponen a todos una única religión, mientras que otros regímenes indiferentes alimentan no tanto una persecución violenta, sino un escarnio cultural sistemático respecto a las creencias religiosas. En todo caso, no se respeta un derecho humano fundamental, con graves repercusiones para la convivencia pacífico”.
En el origen de numerosas tensiones que amenazan la paz, el Santo Padre coloca “muchas desigualdades injustas que, trágicamente, hay todavía en el mundo": las desigualdades en el acceso a bienes esenciales (comida, agua, casa, salud) y las desigualdades entre hombre y mujer en el ejercicio de los derechos humanos fundamentales. " Las gravísimas carencias que sufren muchas poblaciones, especialmente del Continente africano, están en el origen de reivindicaciones violentas y son por tanto una tremenda herida infligida a la paz. La insuficiente consideración de la condición femenina provoca también factores de inestabilidad en el orden social”.
En la segunda parte del Mensaje, el Santo Padre se centra en el tema de la "ecología de la paz”: "la humanidad, si tiene verdadero interés por la paz, debe tener siempre presente la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana … Toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa". A título de ejemplo, el Papa cita el problema de la energía y los abastecimientos energéticos. Mientras nuevas naciones han entrado en la producción industrial, incrementando las necesidades energéticas, muchas otras naciones viven en una situación de atraso, y su desarrollo se ve impedido por el alza de los precios de la energía. El Papa se pregunta: “¿Qué será de esas poblaciones?” y subraya que "la destrucción del ambiente, su uso impropio o egoísta y el acaparamiento violento de los recursos de la tierra, generan fricciones, conflictos y guerras, precisamente porque son fruto de un concepto inhumano de desarrollo" que descuida la dimensión moral-religiosa.
A pesar de las actuales tensiones internacionales, es apremiante empeñarse para hacer crecer "el árbol de la paz", pero es necesario "dejarse guiar por una visión de la persona no viciada por prejuicios ideológicos y culturales, o intereses políticos y económicos, que inciten al odio y a la violencia". A este respecto, el Papa juzga inadmisible las concepciones antropológicas que comportan el germen de la contraposición y de la violencia, las concepciones de Dios que impulsen a la intolerancia ante nuestros semejantes y el recurso a la violencia contra ellos. A este propósito recuerda: "¡nunca es aceptable una guerra en nombre de Dios. Cuando una cierta concepción de Dios da origen a hechos criminales, es señal de que dicha concepción se ha convertido ya en ideología". La paz viene hoy también puesta en discusión "por la indiferencia ante lo que constituye la verdadera naturaleza del hombre": una consideración “débil” de la persona, que dé pie a cualquier concepción, “sólo en apariencia favorece la paz. En realidad, impide el diálogo auténtico y abre las puertas a la intervención de imposiciones autoritarias",
En la última parte de su Mensaje, el Santo Padre afirma que "una paz estable y verdadera presupone el respeto de los derechos del hombre", y recuerda de nuevo a los Organismos Internacionales que no pierdan de vista el fundamento natural de los derechos del hombre: "Eso los pondría a salvo del riesgo, por desgracia siempre al acecho, de ir cayendo hacia una interpretación meramente positivista de los mismos. Si esto ocurriera, los Organismos internacionales perderían la autoridad necesaria para desempeñar el papel de defensores de los derechos fundamentales de la persona y de los pueblos, que es la justificación principal de su propia existencia y actuación". Sobre el tema del derecho internacional humanitario y del derecho interno de los Estados, el Papa afirma: "Ante los hechos sobrecogedores de estos últimos años, los Estados deben percibir la necesidad de establecer reglas más claras, capaces de contrastar eficazmente la dramática desorientación que se está dando. La guerra es siempre un fracaso para la comunidad internacional y una gran pérdida para la humanidad. Y cuando, a pesar de todo, se llega a ella, hay que salvaguardar al menos los principios esenciales de humanidad y los valores que fundamentan toda convivencia civil, estableciendo normas de comportamiento que limiten lo más posible sus daños y ayuden a aliviar el sufrimiento de los civiles y de todas las víctimas de los conflictos".
Frente al recurso a la armas nucleares, el Papa Benedicto XVI reprocha: "La vía para asegurar un futuro de paz para todos consiste no sólo en los acuerdos internacionales para la no proliferación de armas nucleares, sino también en el compromiso de intentar con determinación su disminución y desmantelamiento definitivo”.
Como conclusión del Mensaje el Santo Padre lanza "una apremiante llamamiento al Pueblo de Dios, para que todo cristiano se sienta comprometido a ser un trabajador incansable en favor de la paz y un valiente defensor de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables… Que nunca falte la aportación de todo creyente a la promoción de un verdadero humanismo integral, según las enseñanzas de las Cartas encíclicas Populorum progressio y Sollicitudo rei socialis, de las que nos preparamos a celebrar este año precisamente el 40 y el 20 aniversario Al comienzo del año 2007, al que nos asomamos —aun entre peligros y problemas— con el corazón lleno de esperanza, confío mi constante oración por toda la humanidad a la Reina de la Paz, Madre de Jesucristo, « nuestra paz”. (S.L) (Agencia Fides 13/12/2006 - Líneas: 103 Palabras: 1542)


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