VATICANO - La relación del Card. Bertone en el Acto Académico por los 500 años del nacimiento de San Francisco Javier: "su celo apostólico es a la vez necesidad de proclamar el Evangelio y apertura al Espíritu"

miércoles, 6 diciembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Card. Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, ha intervenido el 5 de diciembre en el Acto Académico con que la Pontificia Universidad Urbaniana ha rendido homenaje a San Francisco Javier, Patrono de las Misiones, en el V Centenario de su nacimiento, presentando una amplia relación sobre el tema "Comunicar la fe: la misión de la Iglesia en el tiempo de Francisco Javier y en nuestro tiempo".
"La obra más extraordinaria realizada por la Compañía de Jesús en su historia de siglos es la obra misionera" ha subrayado el Card. Bertone al inicio de su intervención. Esta ha sido grande por el número de Países en los que los jesuitas han desarrollado su actividad apostólica, por las dificultades que han tenido que superar, incluidas las persecuciones y el martirio, por la audacia y la grandiosidad de los proyectos e iniciativas apostólicas. "Quien ha comenzó e impulsó esta extraordinaria acción misionera de la Compañía de Jesús ha sido San Francisco Javier. Él fue el primer jesuita que salió de Lisboa para las misiones, el 7 de abril de 1541".
En su relación el Secretario de Estado ha puesto en relación los tiempos en que vivió Francisco Javier con los actuales, "bajo el perfil de la misión como comunicación de la fe". Las dos épocas se caracterizan "por una profunda aceleración de la sociabilidad humana que adquiere mayor amplitud y mayor complejidad". En 1500 el empleo de la brújula y la vela latina moderna dieron la posibilidad a españoles y portugueses de lanzarse al océano, apuntando hacia las Indias, África, Caribe. También en nuestra época la comunicación ha sufrido una impresionante aceleración y el desarrollo de la informática ha casi anulado las distancias geografías y de tiempo. "Hoy es posible conocer y participar a tiempo real de la realidad que sucede a grandes distancias; sin embargo, también hoy, las posibilidades de mayor participación y mayor responsabilidad, que estas novedades llevan consigo, están marcadas por una orientación cultural y política que favorece el interés de algunos más que la dignidad de todos".
El Card. Bertone ha subrayado después que “nuestro tiempo es profundamente distinto". "Por una parte el fin de la segunda guerra mundial supuso, con la independencia política, la búsqueda y la afirmación del patrimonio cultural de esos pueblos hasta el punto que es ya común hablar de un paso de las misiones a las jóvenes Iglesias. Por otra, la secularización ha producido un cambio profundo en las dinámicas de la vida de las tierras de más antigua cristiandad; deshaciendo la unidad orgánica de la vida cristiana, ha puesto en cuestión el valor humanístico, salvándolo solamente como reserva de solidaridad por las más graves necesidades. El resultado es que nuestra Iglesia se encuentra que debe hacer frente hoy no sólo a una disminución de fe, que se ha hecho minoritaria bajo el perfil cultural y la capacidad de orientar la vida, sino también a una pérdida de humanismo. La misión, junto a la proclamación del evangelio de Jesús, debe reafirmar hoy su valor antropológico y la sensatez social".
La Iglesia, abierta positivamente a las transformaciones que suceden, "coge ese progresivo acercamiento de los pueblos a los valores evangélicos que el Papa Juan Pablo II ha descrito cómo "una gran primavera cristiana, de la que ya se comienza a ver el inicio". Este optimismo cristiano no puede ser ingenuo, no puede no indicar la complejidad de las situaciones en que la misión se encuentra hoy" ha continuado el Card. Bertone. Para coger las analogías entre los tiempos de Javier y los nuestros nos podemos inspirar en las indicaciones dedicadas por la "Redemptoris Missio" a la espiritualidad Misionera. "Para el cristiano y para la Iglesia, la espiritualidad no puede ser solamente un residuo de oraciones y buenas intenciones, que se cultivan en la intimidad sino, por el contrario, como nos mantiene unidos a Cristo, es la fuente de la que nace misión y crece continuamente”.
La encíclica Redemptoris Missio (n.87), pide que se "viva en plena docilidad al Espíritu": sólo una tal actitud nos hace conformes a Cristo, nos colma de los "dones de fortaleza y discernimiento" y nos transforma en "testigos valientes del Cristo y anunciadores iluminados de su Palabra". "No es difícil percibir que la proclamación del evangelio recuerda el ministerio apostólico que la Iglesia ha recibido de su Señor - ha continuado el Cardenal - mientras que las misteriosas vías del Espíritu recuerdan de nuevo esas modalidades de acción divina que, según el Concilio Vaticano II, opera fuera de las fronteras de la Iglesia. Se trata de dos elementos irrenunciables porque hacen referencia al único Señor que, a la vez que ha dado a su Iglesia una misión apostólica concreta, se ha mantenido la libertad de desarrollar esta acción salvadora como ella quiera". “Me parece que esta fue la actitud del Javier - ha continuado el Card. Bertone -, cuyo celo apostólico es a la vez necesidad de proclamar el evangelio y apertura al Espíritu… su persona, totalmente animado por el amor de Dios, vive para la misión". Aún siendo hijo de su tiempo, Francisco Javier se esforzaba por entrar en contacto personal con las personas: "sin instrumentos para prepararse al encuentro con el Asia de su tiempo aunque pide personal instruido capaz de dialogar con las personas cultas, pondrá en el centro la predicación a Cristo y la enriquecerá con el testimonio de una vida virtuosa, recta y misericordiosa."
"Si con Javier afirmamos que no hay verdadera evangelización sin la proclamación de la fe en Jesucristo, al mismo tiempo sabemos que esta misión debe tener en cuenta las circunstancias.... Entre estas circunstancias, reconocemos el valor del diálogo inter-religioso: 'entendido como método y medio para un conocimiento y enriquecimiento recíproco, no está en contraposición con la misión ad gentes, antes bien tiene una especial relación con ella y es una expresión de la misma'. En esta compleja situación, también hoy la Iglesia está llamada a escuchar y seguir ese Espíritu que 'sopla dónde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni a dónde va'.
El segundo aspecto destacado en la Redemptoris Missio sobre la espiritualidad misionera es la necesidad de "una comunión íntima con Cristo" (88), "Sin esta conformación a Cristo no puede haber ninguna misión" ha subrayado el Card. Bertone, quien ha evidenciado como estos elementos se encuentran en la espiritualidad misionera de Francisco Javier: "la gloria de Dios, el amor pascual del Cristo crucificado, la salvación de las almas son los elementos que conducen su personalidad apostólica… Javier se sitúa en la tradición agustino-tomista que ve a Dios como único autor de todo bien". "La radical confianza en el Dios de amor lleva a Javier, a semejanza de su Señor, a vivir de amor y, por lo tanto, a sentir en el propio corazón el pecado de la humanidad como un tormento… De aquí su comunión con Cristo; de aquí su continua oración; de aquí su paso natural del amor de Dios al amor al hombre. Sólo de este modo, sólo aceptando amar como ama su Dios libremente y de forma gratuita, llega al secreto último de la vida misionera; se trata del misterio de la encarnación y la Pascua: sólo a precio de la kénosis, sólo a precio de su completo aniquilamiento, Javier se identifica con los sentimientos de Dios y, hallando el amor de Dios hacia sus criaturas, saca de ello el valor necesario para hacerlo resplandecer."
El Card. Bertone ha concluido su relación destacando el profundo amor de Francisco Javier por la Iglesia. "Javier fue una personalidad eclesial en el sentido más profundo y noble del término: nutría hacia la Iglesia la misma actitud de Jesucristo que “amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella". La Redemptoris Missio en el n. 89 recuerda que "sólo un amor profundo por la Iglesia puede sustentar el celo del misionero". "Transformado por el amor divino, lleno de celo por las almas, el misionero está lleno de amor por la Iglesia. Javier fue hombre de Iglesia de modo sincero y profundo". Dirigiéndose a los estudiantes de la Urbaniana procedentes de las Iglesias de los diversos continentes, el Card. Bertone los ha animado a cultivar un profundo sentido eclesial. "Este espíritu eclesial os permitirá revivir el espíritu del Javier, unido a un profunda y renovada preparación intelectual y humana, y os hará capaces de realizar aquella primavera misionera que, hoy esperan, la Iglesia y la humanidad". (S.L) (Agencia Fides 6/12/2006 - Líneas: 96 Palabras: 1444)


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