VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Turquía - Firmada la Declaración Conjunta: "Damos gracias al autor de todo bien porque nos permite expresar nuestra alegría de sentirnos hermanos y de renovar nuestro compromiso con vistas a la plena comunión"

viernes, 1 diciembre 2006

Estambul (Agencia Fides) - Al término de la celebración de la Divina Liturgia en la Iglesia Patriarcal de S. Giorgio al Fanar, en la mañana del jueves 30 de noviembre, el Santo Padre Benedicto XVI y el Patriarca Ecuménico S.S Bartolomé I se han trasladado a la Sala del Trono del Patriarcado Ecuménico para la firma de la Declaración Conjunta.
El texto, redactado en lengua francesa, se abre con la afirmación de que el encuentro fraterno entre Benedicto XVI, Papa de Roma y Bartolomé I, Patriarca Ecuménico, "es obra de Dios y, de algún modo, un don venido de Él". "Damos gracias al autor de todo bien porque nos permite, una vez más, en la oración y en el intercambio, expresar nuestra alegría de sentirnos hermanos y de renovar nuestro compromiso con vistas a la plena comunión."
La Declaración recuerda los encuentros ocurridos entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenagora, "que han mostrado al mundo la urgencia de la unidad y que han trazado sendas seguras para llegar a ella, en el diálogo, en la oración y en la vida eclesial cotidiana". Vuelve recordar después los encuentros ocurridos entre sus Sucesores y la reanudación de las relaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla después de la abolición de las excomuniones, lanzando un llamamiento a los fieles para que tomen parte activa, con la oración y con gestos significativos, en el camino hacia la plena unidad.
Después de haber expresado satisfacción por la reanudación de la actividad de la Comisión mixta para el Diálogo teológico, Benedicto XVI y Bartolomé I afirman que es su misión como Pastores dedicarse a la misión de anunciar el Evangelio al mundo contemporáneo. Tal misión es "hoy más actual y necesaria que nunca, incluso en países tradicionalmente cristianos", a causa del "crecimiento de la secularización, del relativismo y del nihilismo, sobre todo en el mundo occidental". Todo eso exige "un renovado y potente anuncio del Evangelio adaptado a las culturas de nuestro tiempo."
Hemos valorado positivamente el camino hacia la formación de la Unión Europea" escriben en la Declaración y subrayan que los protagonistas de esta gran iniciativa no pueden dejar de considerar "los aspectos que afectan a la persona humana y sus derechos inalienables, sobre todo la libertad religiosa". "En Europa, católicos y ortodoxos, aún estando abiertos a las otras religiones y a la contribución que dan a la cultura, deben unir sus esfuerzos para preservar las raíces, las tradiciones y los valores cristianos, para asegurar el respeto de la historia, así como para contribuir a la cultura de la Europa futura, a la calidad de las relaciones humanas a todos los niveles."
Benedicto XVI y Bartolomé I afirman después que han dirigido la mirada "a los lugares del mundo de hoy dónde viven los cristianos y a las dificultades a las que deben enfrentarse, en particular la pobreza, las guerras y el terrorismo, pero también tantas formas de explotación de los pobres, de los emigrantes, de las mujeres y de los niños". Lanzan después un llamamiento "a emprender juntos acciones a favor del respeto de los derechos del hombre, de todo ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, así como al desarrollo económico, social y cultural". La Declaración afirma que "matar a inocentes en nombre de Dios es una ofensa contra Él y contra la dignidad humana" y requiere el compromiso para un servicio renovado al hombre y para la defensa de toda vida humana.
Uno de los temas que particularmente preocupan al Santo Padre y al Patriarca Ecuménico es el restablecimiento de la paz en Medio Oriente - dónde "vivió nuestro Señor, sufrió, murió y resucitó" - para que se fortalezca la coexistencia cordial entre sus diferentes poblaciones, entre las Iglesias y las diversas religiones que allí se encuentran". Con este fin animan a unas relaciones más estrechas entre los cristianos y a un diálogo interreligioso "auténtico y leal", para combatir toda forma de violencia y discriminación.
Por último expresan su preocupación "ante los grandes peligros por el ambiente natural" y " las consecuencias negativas para la humanidad y para toda la creación que se pueden derivar de un progreso económico y tecnológico que no reconoce los propios límites": "Consideramos como uno de nuestros deberes animar y sustentar los esfuerzos realizados para proteger la creación de Dios y para dejar a las generaciones futuras una tierra sobre la que poder vivir."
Benedicto XVI y Bartolomé I concluyen la Declaración con un pensamiento hacia los fieles de las dos Iglesias Hermanas y un saludo en Cristo a los otros cristianos, asegurándoles "nuestra oración y nuestra disponibilidad al diálogo y a la colaboración". (S.L) (Agencia Fides 1/12/2006 - Líneas: 57 palabras: 815)


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