OCEANIA/PAPUA NUEVA GUINEA - 46 años misionero en la selva de Papua: testimonio del franciscano P. Matthew Darby

viernes, 24 noviembre 2006

Auckland (Agencia Fides) - Un joven sacerdote de Nueva Zelanda fue llamado un día a dejar su casa e ir de misión a Papua Nueva Guinea, tierra inexplorada, habitada por poblaciones indígenas, que no habían recibido todavía el don del anuncio del Evangelio. A la invitación de los Superiores, el P. Matthew Darby, de 28 años, que había recibido el hábito franciscano de la Orden de los Frailes Menores, y había sido ordenado sacerdote hacía poco tiempo, no dudó ni un momento y, junto a otros tres frailes franciscanos, partieron hacia Papua Nueva Guinea. En aquella tierra virgen, el p. Matthew pasará 46 años de su existencia: toda una vida gastada al servicio de la evangelización.
Era 1946, en el período siguiente a la Segunda Guerra Mundial, y el primer grupo pionero de frailes franciscanos arribó a la región de Aitape, pequeño centro costero, que abrazaba un territorio interior completamente bañado por la selva pluvial. Según narra el "Catholic Weekly" semanal de la archidiócesis de Sydney, en la zona ya habían sido matados algunos misioneros del Verbo Divino pero la pequeña comunidad franciscana no se desanimó y, en el espíritu del Pobrecillo de Asís, comenzó a explorar el territorio, a hacerse conocer en las aldeas, llevando un mensaje de alegría, paz y fraternidad.
Los misioneros, antes de la salida, habían realizado un curso de medicina tropical en la universidad de Sydney y habían practicado la enfermería en el hospital San Vincenzo. Así, desde el principio, ofrecieron ayuda a los enfermos que encontraban entre las familias indígenas.
Encontraron en Papua algunos otros misioneros como los del Verbo Divino y algunas monjas Carmelitas, con los que establecieron una relación de comunión y oración recíproca.
El P. Matthew viajaba con frecuencia a las diversas estaciones misioneras, recorriendo largas distancias a pie. Aquella tierra, día tras día, se convirtió en su segunda casa.
El misionero mostraba gran sensibilidad pastoral, sobre todo en la asistencia espiritual a los enfermos, que eran católicos o de otras religiones. Su vida ha acompañado el crecimiento y desarrollo de la Iglesia en Papua Nueva Guinea, hoy comprometida en el servicio a la población con sacerdotes y religiosos, y sobre todo con un gran número de escuelas que contribuyen a la educación de las nuevas generaciones.
En 1992, después de casi medio siglo de vida misionera, el P. Matthew regresó a la comunidad franciscana de Brisbane, para pasar ahí los últimos años de su vida. (PA) (Agencia Fides 24/11/2006 Líneas: 31 palabras: 423)


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