VATICANO - El Santo Padre concluye las reflexiones sobre el apóstol Pablo: "Pablo se convirtió, al mismo tiempo, a Cristo y a la Iglesia, y se comprende entonces porque la Iglesia estuvo tan presente en los pensamientos, en el corazón y en la actividad de Pablo" - Llamamiento por la paz en Líbano

jueves, 23 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la audiencia general del miércoles 22 de noviembre, el Santo Padre Benedicto XVI ha concluido las reflexiones sobre el apóstol Pablo tomando en consideración "uno de los componentes decisivos de su actividad y uno de los temas más importantes de su pensamiento: la realidad de la Iglesia". El primer contacto de Pablo con la persona de Jesús tuvo lugar a través del testimonio de la comunidad cristiana de Jerusalén, de la que se convirtió en un encendido perseguidor. "¡La historia nos demuestra que se llega normalmente a Jesús pasando a través de la Iglesia!” ha dicho el Papa, y también Pablo se encontró con la Iglesia antes de encontrarse con Jesús. Sin embargo este contacto provocó en él una violenta repulsión. "Para Pablo, la adhesión a la Iglesia fue propiciada por una intervención directa de Cristo, quien al revelarse en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le dio a entender que perseguir a la Iglesia era perseguirle a Él, el Señor". Entonces Paolo se convirtió, al mismo tiempo, a Cristo y a la Iglesia, y se comprende entonces porque la Iglesia estuvo tan presente en los pensamientos, en el corazón y en la actividad de Pablo.
En primer lugar Pablo "fundó muchas Iglesias en varias ciudades a las que llegó como evangelizador", y mantuvo la unión con estas Comunidades pero "no de manera fría o burocrática, sino intensa y apasionadamente… Otras veces les de muestra no sólo un verdadero sentimiento de paternidad sino también de maternidad". Además en sus "Cartas" Pablo ilustra su doctrina sobre la Iglesia definiéndola, primero entre los autores cristianos del siglo I como "Cuerpo de Cristo". "Pablo nos hace entender que no sólo se da una pertenencia de la Iglesia a Cristo- ha dicho el Papa-, sino también una cierta forma de equiparación e identificación de la Iglesia con el mismo Cristo. De esto, por tanto, se deriva la grandeza y la nobleza de la Iglesia, es decir, de todos nosotros que formamos parte de ella: del hecho de ser miembros de Cristo, una especie de extensión de su presencia personal en el mundo. Y de aquí se deriva, naturalmente, nuestro deber de vivir realmente en conformidad con Cristo". Pablo dirige varias exhortaciones a propósito de los diversos carismas que animan y estructuran la comunidad cristiana, "todos se remontan a un manantial único, que es el Espíritu del Padre y del Hijo.... lo importante es que todos los carismas cooperen juntos en la edificación de la comunidad y no se conviertan, por el contrario, en motivo de laceración”.
El Papa Benedicto XVI ha continuado después: "subrayar la exigencia de la unidad no significa decir que hay que uniformar o achatar la vida eclesial según una manera única de actuar.... Todo debe ayudar a construir ordenadamente el tejido eclesial, no sólo sin estancamientos, sino también sin fugas ni desgarramientos". Por último, Pablo presenta a la Iglesia "como esposa de Cristo" retomando una antigua metáfora profética: "expresa así hasta qué punto son íntimas las relaciones entre Cristo y su Iglesia, ya sea porque es objeto del más tierno amor por parte de su Señor, ya sea porque el amor tiene que ser mutuo y que nosotros, en cuanto miembros de la Iglesia, tenemos que demostrarle una fidelidad apasionada". Concluyendo su catequesis, el Santo Padre ha puesto en evidencia la relación de comunión: " la relación por llamarla de algún modo «vertical» entre Jesucristo y todos nosotros, pero también la ‘horizontal’ entre todos los que se distinguen en el mundo por el hecho de de ‘invocar el nombre de Jesucristo, Señor nuestro’ … Un no cristiano que entrase en una asamblea nuestra al final debería poder decir: "Verdaderamente Dios está con vosotros". Pidamos al Señor que vivamos así, en comunión con Cristo y en comunión entre nosotros".
Al término de los saludos en las diversas lenguas, el Papa Benedicto XVI ha lanzado el siguiente llamamiento por Líbano: “He recibido con profundo dolor la noticia del asesinato del diputado Pierre Gemayel, Ministro de industria del Gobierno Libanés. Al condenar firmemente tal brutal atentado, aseguro mi oración y mi cercanía espiritual a la familia en luto y al amado pueblo libanés. Ante las fuerzas oscuras que intentan destruir el país, invito a todos los libaneses a no dejarse vencer por el odio sino a reforzar la unidad nacional, la justicia y la reconciliación y a colaborar en la construcción de un futuro de paz. Invito también a los responsables de los países que se preocupan por la suerte de esa región a contribuir a una solución global y negociada de las diversas situaciones de injusticia que la afligen desde hace demasiados años". (S.L) (Agencia Fides 23/11/2006, Líneas: 55 palabras: 834)


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