VATICANO - El Papa Benedicto XVI recibe al Presidente de la República italiana: "Iglesia y Estado, aún siendo completamente distintos, ambos están llamados, según su respectiva misión y sus propios fines y medios, a servir al hombre, que es al mismo tiempo destinatario y partícipe de la misión salvadora de la Iglesia y ciudadano del Estado"

martes, 21 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Iglesia y Estado, aún siendo completamente distintos, ambos están llamados, según su respectiva misión y sus propios fines y medios, a servir al hombre, que es al mismo tiempo destinatario y partícipe de la misión salvadora de la Iglesia y ciudadano del Estado. Es en el hombre donde estas dos sociedades se encuentran y colaboran para promover mejor su bien integral". Es una de las reflexiones contenidas en el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido al Presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, recibido en Visita oficial el lunes 20 de noviembre, al final del coloquio privado. En su discurso, el Papa ha recordado "aquella particular unión de fe e historia, que desde hace siglos une Italia con el Sucesor del apóstol Pedro, quien tiene en este País, no sin disposición de la Divina Providencia, su sede".
La costumbre de recíprocas visitas entre el Sucesor de Pedro y el principal Cargo del Estado italiano, en esta circunstancia "permite un particular momento de reflexión sobre las razones profundas de los encuentros que ocurren entre los representantes de la Iglesia y del Estado", ha subrayado el Santo Padre, recordando la Constitución pastoral "Gaudium et spes" que afirma: "La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre" (n. 76). El Papa Benedicto XVI ha afirmado después que la solicitud de la comunidad civil respeto al bien de los ciudadanos "no se puede limitar a algunas dimensiones de la persona", ya que "el hombre se presenta frente al Estado también con su dimensión religiosa", y ha continuado: "La libertad religiosa es por tanto un derecho no sólo del individuo, sino además de la familia, de los grupos religiosos y de la misma Iglesia y el ejercicio de este derecho tiene un influjo sobre los múltiples ámbitos y situaciones en los que se encuentra y opera el creyente".
"La libertad, que la Iglesia y los cristianos reivindican, no perjudica los intereses del Estado o de otros grupos sociales y no busca una supremacía autoritaria sobre los mismos, más bien es una condición para que… pueda llevar a cabo ese importante servicio que la Iglesia ofrece a Italia y a cada País en el que está presente. Tal servicio a la sociedad, que consiste principalmente en 'dar respuestas positivas y convincentes a las expectativas e interrogantes de nuestra gente' ofreciendo a sus vidas la luz de la fe, la fuerza de la esperanza y el calor de la caridad, se expresa también en el ámbito civil y político."
El Santo Padre ha recordado después la aportación específica dada principalmente por los fieles laicos por su compromiso en hacer frente a los grandes desafíos actuales, "de las guerras y terrorismo, del hambre y sed, de la extrema pobreza de tantos seres humanos, de algunas terribles epidemias, pero también de la tutela de la vida humana en todas sus fases, desde la concepción a la muerte natural, y de la promoción de la familia, basada en el matrimonio y primer responsable de la educación". El Papa Benedicto XVI ha concluido deseando que "la Nación italiana sepa avanzar por el camino del auténtico progreso y pueda ofrecer a la Comunidad internacional su importante contribución, promoviendo siempre aquellos valores humanos y cristianos que materializan su historia, su cultura, su patrimonio ideal, jurídico y artístico, y que todavía hoy están a la base de la existencia y del compromiso de sus ciudadanos". (S.L) (Agencia Fides 21/11/2006 - Líneas: 43 palabras: 650)


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