VATICANO - "Los monasterios de vida contemplativa se presentan como “oasis” en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede recurrir a los manantiales del Espíritu y saciar la sed en medio del camino. Estos lugares, aparentemente inútiles, son por el contrario indispensables, como los “pulmones” verdes de una ciudad": el Papa Benedicto XVI subraya en el ángelus la importancia de la clausura

lunes, 20 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la memoria litúrgica de la Presentación de Maria Santísima al Templo, el 21 de noviembre, la Iglesia celebra el "Día pro Orantibus", para recordar con la oración y en apoyo concreto a las comunidades religiosas de clausura. "Es una ocasión particularmente oportuna para dar gracias al Señor por el don de tantas personas que, en los monasterios y en las ermitas, se dedican totalmente a Dios en la oración, en el silencio y en el escondimiento" ha dicho el Santo Padre Benedicto XVI antes de recitar el ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro el domingo 19 de noviembre. “Algunos se preguntan qué sentido y qué valor puede tener su presencia en nuestro tiempo, en el que hay que afrontar muchas y urgentes situaciones de pobreza y de necesidad - ha continuado el Santo Padre -. ¿Por qué «encerrarse» para siempre entre los muros de un monasterio y privar a los demás de la contribución de las propias capacidades y experiencias? ¿Qué eficacia puede tener su oración para solucionar los numerosos problemas concretos que siguen afligiendo a la humanidad?”.
También en nuestros días no son pocas las personas que "abandonan carreras profesionales, con frecuencia prometedoras, par abrazar la austera regla de un monasterio de clausura" ha recordado al Papa, evidenciando el sentido de la elección de quienes " testimonian silenciosamente que en medio de las vicisitudes diarias, en ocasiones sumamente convulsas, Dios es el único apoyo que nunca se tambalea, roca inquebrantable de fidelidad y de amor". Y ha continuado: "ante la difundida exigencia que muchos experimentan de salir de la rutina cotidiana de las grandes aglomeraciones urbanas en búsqueda de espacios propicios para el silencio y la meditación, los monasterios de vida contemplativa se presentan como “oasis” en los que el hombre, peregrino en la tierra, puede recurrir a los manantiales del Espíritu y saciar la sed en medio del camino. Estos lugares, aparentemente inútiles, son por el contrario indispensables, como los “pulmones” verdes de una ciudad: son beneficiosos para todos, incluso para los que no los visitan o quizá ignoran que existen”.
Antes de recitar el ángelus, el Santo Padre ha invitado a dar gracias al Señor por las comunidades de clausura, masculinas y femeninas, y ha exhortado a que no les falte nuestro apoyo espiritual y también material para que puedan cumplir su misión de “mantener viva en la Iglesia la ardiente espera del regreso de Cristo”. (S.L) (Agencia Fides 20/11/2006 - Líneas: 34 palabras: 477)


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