VATICANO - Jornada pro Orantibus - Importancia y sentido de la vida monástica claustral para el mundo de hoy: una reflexión de las Benedictinas de S. Maria de Rosano

lunes, 20 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Todos admiran la belleza de un espléndido ramo de rosas floridas o la suntuosidad de una encina majestuosa, pero ¿cuántos prestan atención al hecho de que a la base de estas maravillas de la naturaleza hay una raíz? Se sabe que la raíz es indispensable - incluso en los cultivos hidropónicos que, casi paradójicamente, prescinden de la tierra - pero se piensa poco en la verdadera función de dicho órgano escondido que, de hecho, elaborando y llevando las sustancias nutritivas presentes de forma natural en el terreno o aportadas por mano del hombre, garantizan la vida y el crecimiento de los organismos vegetales y a la vez, en los cultivos ordinarios, asegura la adecuada estabilidad abasteciéndoles del elemento que permite su existencia.
Mirando la realidad de la vida monástica claustral desde el punto de vista del hombre, en cierto sentido se podría decir que puede ser considerada como esa raíz para el mundo de hoy. Si en épocas pasadas - que eran más conscientes de la trascendencia de Dios, de su santidad, de su omnipotencia creadora y conservadora, de su amor redentor y santificador - era más fácil entender el valor de una vida sustraída a la actividad exterior, aún cuando esta fuera buena, para dedicarla totalmente a la búsqueda de Dios, a la alabanza y a la adoración de su gloria, y a la intercesión por toda la Iglesia, hoy el testimonio ofrecido por la vida monástica claustral va quizá en otro sentido: interpela al hombre a la vez que lo asombra, le plantea interrogantes y a la vez le lanza un ancla que le da esperanza de llegar a un puerto.
Hoy el hombre lleva sobre sí el peso de la inseguridad, de la falta de puntos de apoyo, del peligro actual o latente de guerras, de atentados, de enfermedades. Vive a menudo atraído por una espiral de ausencia de valores, de incertidumbre ante el porvenir y al mismo tiempo de ambición por el éxito, de deseo desenfrenado de poseer y de placer, en la conciencia de su capacidad de regular, más bien de modificar a su albedrío incluso las leyes de la naturaleza, sin preparación luego para sufrir las consecuencias. En la práctica con frecuencia se pregunta si existe realmente Dios y qué Dios, puesto que el hombre puede, o al menos pretende eliminarlo o disminuirlo.
Pero quizás, precisamente por todo esto, una persona que, aún perteneciendo al mundo de hoy, tiene el valor de no dejarse subyugar por el sistema dominante, por el impulso de los instintos, del albedrío y del capricho, una persona que tiene el valor de dar una dirección definitiva a su vida, de asumir un compromiso total, de limitarse externamente en un lugar determinado para abrirse interiormente al infinito, de vincularse a una vida siempre igual en las acciones para hacerse capacidad de contemplación, de ligarse a una vida pobre, casta, obediente para ser realmente libre, experimentando en toda esto la plenitud de la vida y la alegría, puede dar el testimonio esencial al hombre contemporáneo, poco dispuesto a oír palabras sobre Dios, puede crearle una duda, aquella que es realmente saludable y que esa la misma vez una respuesta: pero entonces, ¿existe Dios y con Él existe la vida duradera y la alegría estable?
De este modo, una monja de clausura puede indicar al hombre de hoy cuál es su origen y su objetivo, cuál es la "tierra" de la que brota su vida. Y con su oración, su sacrificio, el don total de si se convierte en esa raíz escondida que podrá absorber y devolver, elaborar y hacer circular todos los elementos de gracia y santidad que pertenecen a Dios y que son enriquecidos por la aportación de todo el Cuerpo Místico de Cristo, para que todo hombre alcance la plenitud de la vida y encuentre en Dios justicia, amor, paz. Madre Maria Stefania, Abadesa Benedictinas de S. Maria de Rosano (Florencia) (Agencia Fides 20/11/2006 - Líneas: 43 palabras: 674)


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