AFRICA/NIGERIA - "Que el petróleo, recurso no renovable, sirva al bien de todos, con vistas al futuro de las nuevas generaciones" dice el arzobispo de Abuja

lunes, 13 noviembre 2006

Abuja (Agencia Fides) - La Iglesia nigeriana se alinea por la transparencia y la honestidad en la gestión del maná petrolífero local y pide que éste sea utilizado para el verdadero desarrollo del País. Es este el sentido de la intervención de Mons. John Onaiyekan, Arzobispo de Abuja, en la reunión de la Conferencia Episcopal Nigeriana que tuvo como tema "Making Oil and Gas Wealth serve the Common Good", que se ha tenido del 2 al 3 de noviembre en la capital nigeriana, Abuja.
En su intervención, enviada a la Agencia Fides, el Arzobispo precisa que la principal riqueza de toda nación son las personas: "los nigerianos están llenos de recursos, altamente motivados: ésta es nuestra mayor riqueza". Una riqueza sólo potencial porque, dice Mons. Onaiyekan, "en una nación dónde un gran número de jóvenes licenciados vagan por las calles durante años haciendo trabajos mal pagados, como vender tarjetas telefónicos y periódicos, significa que hay algo que no va". El arzobispo subraya que frente al grave problema del paro y subempleo "el gobierno ha estado prácticamente reducido a la sola manipulación de la riqueza petrolífera. Parece que nadie se preocupa de si los nigerianos tienen o no un trabajo. Así gastamos todos nuestros recursos para comprar en todo el mundo bienes producidos por otras poblaciones, mientras que nuestras fábricas son abandonadas a la ruina."
La importancia de los recursos humanos, según el arzobispo, se demuestra por el hecho que "algunos de las naciones que se encuentran en primera fila en la economía mundial tienen escasos o nulos recursos naturales. Japón, Singapur y Hong Kong son algunos ejemplos. La falta de recursos naturales puede ser remediada, si la población es ingeniosa".
"Pero por muy rico que sea un País en recursos naturales, si la población no está bien guiada, no sirve para mucho. Nuestro País es un buen ejemplo", afirma Mons. Onaiyekan que cita los datos publicados recientemente en el semanal británico "The Economist" según el cual a pesar de los mil millones de dólares obtenidos en el sector petrolífero desde los años 70 hasta hoy, la situación de los nigerianos ha empeorado respecto a los años 80. El 71% de los nigerianos viven con menos de 1 dólar al día, la mortalidad infantil es alta y con gran dificultad conseguirá el País alcanzar los objetivos del desarrollo del milenio fijados por las Naciones Unidas para el 2015.
"Sólo después de que hemos apreciado la importancia de nuestros recursos humanos podemos fijarnos en los recursos naturales, incluidos el petróleo y el gas" afirma el arzobispo que precisa como por los recursos naturales se deben entender no sólo los hidrocarburos sino también la agricultura, que ha sido descuidada durante décadas, cuando tendría enormes potencialidades, el carbón y el estaño: "Nuestra nación hará bien en diversificar nuestras fuentes de riqueza dando mayor atención a los diferentes recursos minerales con los que nuestro País ha sido bendecido."
Por lo que concierne al petróleo y gas, Mons. Onaiyekan recuerda que "no son renovables. Lo que tomamos hoy, no estará disponible para las generaciones que nos siguen. Tenemos, así, una responsabilidad respecto a las futuras generaciones, por el modo como explotamos los recursos petrolíferos". Las rentas de la industria de los hidrocarburos deben destinarse al sector educativo y sanitario, para construir viviendas e infraestructuras vitales para el País como transportes y telecomunicaciones. "Y luego, ¿a qué precio estamos explotando el petróleo"? pregunta Mons. Onaiyekan citando la rebelión de las poblaciones del Delta del Níger causada por "una explotación negligente del petróleo sin respeto por el entorno y con consecuencias para el futuro”.
"En lugar de hablar de estampido petrolífero muchos prefieren hablar de desastre (doom en inglés") afirma el arzobispo en sus conclusiones. Para salir de esta situación es necesario por lo tanto, un esfuerzo moral que permita tener una clase política honesta y capaz de defender los verdaderos intereses de la nación contra la explotación del petróleo local por parte de extranjeros interesados en maximizar los beneficios. (L.M) (Agencia Fides 13/11/2006 Líneas: 48 palabras: 687)


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