VATICANO - AVE MARIA de don Luciano Alimandi - "Maria ha elegido la mejor parte

miércoles, 8 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Os invito a pararos conmigo, con los ojos del corazón, frente al episodio, muy conocido, del Evangelio de Lucas, de Jesús a Betania en la casa de su amigo Lázaro; aquí se entretiene con las dos hermanas Marta y Maria.
Marta, nos dice siempre san Lucas, ocupada en las faenas domésticas, regaña a Maria que, por el contrario, realmente podemos decirlo, estaba completamente atenta a Jesús. El Señor, con mucha ternura, en defensa de Maria, dice: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, pero una sola es necesidad. Maria ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada" (Lc 10, 41-42). Aunque este pasaje del Evangelio no viene normalmente asociado a los pasajes que se refieren a la Virgen Maria, viene sin embargo de forma espontánea pensar precisamente en la Madre de Jesús. No sólo porque la hermana de Marta lleva el mismo nombre de la Virgen, sino porque esta disposición del corazón, completamente dirigido a la escucha del Señor y absorbido por Su Voluntad, es una típica característica mariana. Esta disposición del alma, que pone la Voluntad de Dios por encima de todo el resto y que es descrita con claridad de forma fiel en el episodio indicado por el evangelista Lucas, ha hecho correr, a lo largo de los siglos, ríos de tinta especialmente sobre la relación entre la vida activa y la vida contemplativa dando la primacía a esta última. Efectivamente, el juicio del Señor sobre Maria que había elegido la mejor parte, también podríamos entenderlo así: poner la Voluntad de Cristo en el propio centro existencial es lo mejor que puede hacer cada cristiano, es la opción fundamental a la santidad.
A la luz del Evangelio cada persona orienta su propia vida hacia una elección de fondo y en esta experiencia es atraída por una opción fundamental que, de hecho, determinará el actuar y el vivir de la misma persona. Toda elección de fondo realizada por la criatura es determinante: carrera, gloria humana, dinero, supervivencia, ventaja sobre el más débil, oportunismo... todo gira alrededor del yo con la consecuencia de que lo que se elige no orienta hacia el Cielo sino al sacrifico de todo por la tierra y embrutece al hombre que fue creado a imagen y semejanza de Dios.
En este pasaje se tiene la impresión de que Marta no haya realizado todavía la opción fundamental de la santidad, que es, precisamente, "hacer la voluntad de Jesús". He aquí porque el Maestro la regaña dulcemente, como para hacerle entender que el reproche que ella dirigía a Maria no sólo era injusto sino que, oportunamente correcto, debía hacerlo a si misma. Era Marta la que tenía que ser como Maria: toda centrada en el ser en Cristo, y no viceversa: agitarse alrededor de Cristo.
Jesús, que realmente ama a Marta, como a cada uno de nosotros, desea para ella, y para todos, que el elección radical de santidad se convierte en opción fundamental, de la que uno extrae la razón de ser, todas las otras razones de vivir.
Todos nosotros estamos llamados a la santidad y para hacernos santos, nos recuerda el Santo Padre, "es ante todo necesario escuchar a Jesús y luego seguirlo sin desanimarnos antes las dificultades" (Benedicto XVI, 1° de noviembre de 2006).
"Marta, Marta tú te preocupas y te agitas por muchas cosas"! Cuántas veces la Virgen Maria ha venido a recordar a sus hijos, demasiado preocupados por los asuntos de la tierra, que solo una cosa es necesaria: "¡haced lo que os diga". He aquí la parte mejor que no se nos quitará!
Preocuparse de tantas otras cosas omitiendo la que es la opción fundamental para el cristiano, es decir la Voluntad de Dios, no preocuparse de conocerla mejor para poder acogerla mejor: he aquí una "distracción de vida" realmente nociva para el alma que no podrá progresar nunca en el verdadero amor hacia el Señor sin un conocimiento tal. ¿Cómo se puede amar realmente a alguien, secundar su voluntad, sin escuchar su palabra? ¡Marta, regaña absurdamente, a Maria de escuchar al Señor!
¡Qué distinta es, por el contrario, la disposición tranquila y serena de Maria, que permanece a los pies de Jesús para someterse a Su Palabra, es decir a Su Voluntad, toda la vida.
Mirándonos a nosotros, en la luz mariana de esta maravilloso pasaje evangélica, realmente deberíamos preguntarnos si Cristo y Su divina Voluntad, se han convertido en nuestra opción fundamental. Habría entonces que examinar con honestidad nuestro corazón, y preguntarle: corazón ¿qué es lo que te preocupa, lo que te agita? ¿Estas movido por el celo por la gloria de Dios o no bien, por el deseo de tu gloria? ¿Te alegras cuándo eres el último o sólo cuándo eres el primero? ¿Buscas las grandezas del mundo o la pequeñez en Dios?
Son tantas las preguntas que uno se debe plantear, como tantas son las líneas que tiene el Evangelio, para llegar a rectificar toda disonancia entre la nuestra y la divina Voluntad. La Virgen Maria nos ayude para que la opción fundamental sea realmente la Santidad encarnada, el Cristo del Evangelio y, no más bien, el Cristo de nuestra fantasía. (Agencia Fides 8/11/2006 - Líneas: 59 palabras: 880)


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