VATICANO - El Papa en el ángelus recuerda que no hay que tener miedo a la muerte del cuerpo "porque es un sueño del que nos despertaremos un día. La auténtica muerte, de la que hay que tener miedo, es la del alma - Llamamiento por la Franja de Gaza: que cese el derramamiento de sangre, se multipliquen las iniciativas de socorro humanitario, y se reanude inmediatamente una negociación directa, seria y concreta

lunes, 6 noviembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - También en este domingo 5 de noviembre, que sigue a la Conmemoración de todos los fieles difuntos, el Santo Padre Benedicto XVI ha vuelto a reflexionar sobre el tema de la muerte y su significado a la luz de la fe. La llamada "civilización del bienestar” busca con frecuencia eliminar la muerte de la conciencia de la gente, ha recordado el Papa. "La muerte, en realidad, forma parte de la vida y no sólo de su final, sino también, si prestamos atención, de todo instante. A pesar de todas las distracciones, la pérdida de un ser querido nos hace descubrir el «problema», haciéndonos sentir la muerte como una presencia radicalmente hostil y contraria a nuestra natural vocación a la vida y a la felicidad".
Por medio de su enseñanza, y sobre todo afrontando Él mismo la muerte, "Jesús revolucionó el sentido de la muerte" ha recordado el Santo Padre. "El Hijo de Dios quiso de este modo compartir hasta el fondo nuestra condición humana para abrirla a la esperanza. En última instancia, nació para poder morir y de este modo liberarnos de la esclavitud de la muerte... desde entonces, la muerte ya no es la misma: ha quedado privada por decirlo de algún modo de su «veneno». El amor de Dios, actuando en Jesús, ha dado un nuevo sentido a toda la existencia del hombre y de este modo ha transformado también la muerte… No hay que tener miedo de la muerte del cuerpo, nos recuerda la fe, pues es un sueño del que nos despertaremos un día. La auténtica muerte, de la que hay que tener miedo, es la del alma, llamada por el Apocalipsis “segunda muerte”. De hecho, quien muere en pecado mortal, sin arrepentimiento, cerrado en el orgulloso rechazo del amor de Dios, se autoexcluye del reino de la vida.
El Papa ha invocado después la intercesión de Maria Santísima y de San José, para obtener del Señor la gracia "prepararnos serenamente para dejar este mundo, cuando Él quiera llamarnos, con la esperanza de poder permanecer eternamente con Él, en compañía de los santos y de nuestros queridos difuntos".
Después de la oración, el Santo Padre ha lanzado un llamamiento por la grave situación en la Franja de Gaza: "Sigo con profunda preocupación las noticias sobre el grave deterioro de la situación en la franja de Gaza y deseo expresar mi cercanía a las poblaciones civiles que sufren las consecuencias de la violencia. Os pido que os unáis a mi oración para que Dios omnipotente y misericordioso ilumine a las autoridades israelíes y palestinas, así como a esas naciones que tienen una particular responsabilidad en la región, para que se empeñen en hacer cesar el derramamiento de sangre, en multiplicar las iniciativas de socorro humanitario, y en favorecer la reanudación inmediata de una negociación directa, seria y concreta”. (S.L) (Agencia Fides 6/11/2006 Líneas: Palabras:


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