VATICANO - El Papa Benedicto XVI invita a seguir el ejemplo de Paolo de Tarso: " lo que cuenta es poner en el centro de la propia vida a Jesucristo, de manera que nuestra identidad se caracterice esencialmente por el encuentro, la comunión con Cristo y su Palabra"

jueves, 26 octubre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Concluidas las reflexiones sobre los doce Apóstoles llamados directamente por Jesús durante su vida terrena, el Papa Benedicto XVI ha iniciado en la audiencia general del miércoles 25 de octubre, la presentación de otros personajes importantes de la Iglesia primitiva. "También ellos gastaron su vida por el Señor, por el Evangelio y por la Iglesia.- ha dicho el Papa -… El primero de éstos, llamado por el mismo Señor, por el Resucitado, a ser también él auténtico apóstol, es sin duda Pablo de Tarso. Brilla como una estrella de primera grandeza en la historia de la Iglesia, y no sólo en la de los orígenes".
Después de Jesús, él es el personaje de los orígenes sobre el que poseemos mayor información. Además de la narración de Lucas en los Hechos de los Apóstoles, poseemos en efecto un conspicuo grupo de Cartas "que provienen directamente de su mano y que revelan su personalidad y su pensamiento sin intermediarios". Su nombre originario era Saulo, en hebreo Saul, y era un judío de la diáspora. En Jerusalén estudió a fondo la Ley mosaica y también aprendió una profesión, la fabricación de tiendas. "Fue decisivo para él conocer la comunidad de quienes se profesaban discípulos de Jesús.- ha subrayado el Santo Padre - ... Como judío celoso, consideraba este mensaje inaceptable, es más escandaloso, y sintió el deber de perseguir a los seguidores de Cristo incluso fuera de Jerusalén. Precisamente, en el camino hacia Damasco, a inicios de los años treinta, Saulo, según sus palabras, fue alcanzado por Cristo Jesús (Flp 3, 12).
San Lucas cuenta este acontecimiento con muchos detalles, mientras Saulo en sus Cartas cita sólo lo esencial, poniendo sobre todo en evidencia que su conversión fue "el fruto de una intervención divina, de una imprevisible gracia divina… Y desde aquel momento todas sus energías se pusieron al servicio exclusivo de Jesucristo y su Evangelio". El Papa Benedicto XVI ha indicado a continuación la lección que se deriva para nosotros: "lo que cuenta es poner en el centro de la propia vida a Jesucristo, de manera que nuestra identidad se caracterice esencialmente por el encuentro, la comunión con Cristo y su Palabra. Bajo su luz, cualquier otro valor debe ser recuperado y purificado de posibles escorias".
Otra lección ofrecida por Paolo es "el horizonte espiritual que caracteriza a su apostolado. Sintiendo agudamente el problema de la posibilidad para los gentiles, es decir, los paganos, de alcanzar a Dios, que en Jesucristo crucificado y resucitado ofrece la salvación a todos los hombres sin excepción, se dedicó a dar a conocer este Evangelio, literalmente «buena noticia», es decir, el anuncio de gracia destinado a reconciliar al hombre con Dios, consigo mismo y con los demás. Desde el primer momento había comprendido que ésta es una realidad que no afectaba sólo a los judíos, a un cierto grupo de hombres, sino que tenía un valor universal y afectaba a todos".
No se le ahorraron dificultades a Pablo, "que él afrontó con valentía por amor a Cristo… no hubiera podido afrontar situaciones tan difíciles, y a veces tan desesperadas, si no hubiera tenido una razón de valor absoluto ante la que no podía haber límites. Para Pablo, esta razón, lo sabemos, es Jesucristo". Después de haber predicado la justicia a todo el mundo, y después de haber llegado hasta los extremos confines del occidente, fue martirizado en Roma, bajo el emperador Nerón. El Santo Padre concluyó su catequesis deseando que "el Señor nos ayude a llevar a la práctica la exhortación que nos ha dejado el apóstol en sus Cartas: "Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo" (1 Cor 11,1). (S.L) (Agencia Fides 26/10/2006, Líneas: Palabras:


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