ASIA/THAILANDIA - Congreso Misionero Asiático - La pequeña Iglesia de Mongolia, la semilla evangélica

viernes, 20 octubre 2006

Chiang Mai (Agenzia Fides) - No puede pasar inobservada la presencia en el Congreso Misionero Asiático del pequeño grupo de delegados proveniente de Mongolia. En el salón donde se tienen los encuentros plenario y que normalmente esta siempre en continuo movimiento por el fluir de los numerosos delegados, muchos son los que se detienen frente a las fotos y a las noticias que ilustran y explican la presencia de la Iglesia en ese país del cual todos conocen poco y por el que prueban gran curiosidad.
P. Giorgio Marengo, Misionero de la Consolación en Mongolia desde hace pocos años, encuentra natural esta curiosidad visto que la Evangelización de la Mongolia es un evento extremadamente reciente. Después de la presencia de una comunidad desaparecida de Nestorianos, de época medieval, la Mongolia ha sido siempre un país cerrado al Evangelio hasta 1992. En ese año el gobierno mismo invitó a la Iglesia Católica a hacerse presente con el deseo, como explica a Fides p. Giorgio, de recibir ayuda en el ámbito social y de poder entablar relaciones con el mundo occidental. Para la Delegación de Mongolia, el Congreso representa una ocasión única para sentirse parte de una Iglesia verdaderamente universal dado el pequeño número de cristianos presente en el país. Frente a una población cercana a los dos millones ochocientos mil habitantes, solo 350 de estos son católicos. La Iglesia Católica en Mongolia, es verdaderamente una pequeña semilla pero también un gran inicio que puede contar con la presencia de 9 congregaciones y 62 misioneros provenientes de más de 19 países.
La delegación de Mongolia esta compuesta por 1 Obispo, 5 sacerdotes, 6 laicos y dos hermanas, y es bien conciente de la importancia de sentirse acompañada en su camino de fe y de testimonio: esa es la verdadera expectativa que tienen en relación a este Congreso. La gran oportunidad de encontrar otras personas del Asía, de poder intercambiar pareceres, de compartir la fe y de descubrir que no están solos, ha dado gran entusiasmo sobre todo a quien, cada día, se encuentra en la necesidad de dar cuentas de su propia opción de fe en un país donde ser mongol coincide con el ser Budista o chamanista.
Del relato que Oyu y Oyunsuren, dos delegadas mongoles, hacen de su propia conversión, emerge que ésta ha nacido del encuentro personal con Jesús a través del testimonio de los misioneros. Ambas delegadas han podido superar la desconfianza en relación al Cristianismo que años de comunismo, junto con la falta de cualquier presencia eclesial, habían creado en la conciencia de este pueblo. Escepticismo que todavía se puede apreciar en el sarcasmo con el cual se les pide a los cristianos que justifiquen su propia fe.
En las palabras de las dos delegadas se descubre, todavía, una gran esperanza: el cristianismo, a su modo de ver, tiene mucha afinidad con la gran espiritualidad mongola en temas como la presencia de Dios, los valores de la paz y de la justicia y la necesidad de la oración. Pero no es menos cierto que el Evangelio representa también una novedad muchas veces difícil de comprender completamente. Oyu y Oyunsuren explican que la figura del crucifijo crea inicialmente muchas perplejidades: ver a Dios sufriendo en la cruz es algo muy distante de la imagen que los mongoles tienen de Dios. Sin embargo, como las dos delegadas recuerdan de su propia experiencia personal, cualquier duda o perplejidad se disuelve si el anuncio de la cruz es anuncio del amor que se encuentra en los cristianos y en los fieles y auténticos misioneros. (M.R.) (Agencia Fides 20/10/06).


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