ASIA/FILIPINAS - Obispos y fieles católicos solidarios con los hermanos cristianos Protestantes después del asesinato del Obispo Alberto Ramento. La Iglesia al gobierno: “Es urgente poner fin a la estación de los homicidios políticos”

jueves, 19 octubre 2006

Manila (Agencia Fides) - Obispos y fieles católicos de las Filipinas expresan afecto, cercanía y solidaridad a las comunidades de los hermanos Protestantes después de la muerte del Pastor Alberto Ramento, asesinado en modo barbárico a inicios de octubre. Pero, junto a las palabras y a los gestos de simpatía, surgen alarmas y preocupaciones para que otras voces proféticas no sufran intimidaciones o sean reducidas al silencio. El país está atravesando una fase muy difícil, en la que el arma del asesinato político es usada con facilidad, y con absoluta impunidad, desde hace muchos meses. Como han dicho a la Agencia Fides fuentes de la Iglesia local, se trata de una situación insostenible, que el gobierno debería tratar de remediar con urgencia: en la sociedad filipina, en efecto, se ha difundido un gran temor y por otro lado prospera la criminalidad, que se refuerza en el clima de ilegalidad difundida.
Por esto han alzado la voz los Obispos filipinos. Mons. Ángel Lagdameo, Arzobispo de Jaro y Presidente de la Conferencia Episcopal Filipina, ha expresado “su solidaridad al Consejo Supremo de los Obispos de la Iglesia Filipina Independiente” (a la que pertenecía el Obispo Ramento), denunciando el aumento “de los homicidios extra-judiciales, sobre todo de periodistas y activistas de los derechos humanos”. El Arzobispo pide justicia sobre todo para las familias de las víctimas, que tienen derecho a saber quién y por qué ha asesinado a sus personas queridas, recordando a todos como imperativo el mandamiento cristiano “No matarás”.
La voz de Mons. Ramento era una voz “límpida y resuelta de profeta y maestro”, que ha denunciado con coraje la corrupción y los escándalos que han agitado la vida política filipina en los últimos meses, subrayó Mons. Deogracias Iñiguez, Obispo de Kalookan, que con Mons. Ramento era uno de los dos coordinadores del Forum Ecuménico de los Obispos filipinos. “Es un homicidio que no puede ser clasificado como un caso de robo o de criminalidad ordinaria”, dijo, afirmando asimismo que se trata de un asesinato de naturaleza política (si bien la policía tienda a excluir esta hipótesis) y recordando que el Obispo había ya recibido amenazas por sus palabras, incómodas para muchos.
También Mons. Óscar Cruz, Arzobispo de Lngayen-Dagupan, dijo: “Es triste pero real. El Obispo y otros sacerdotes comprometidos en el ámbito social han hablado, han actuado, han pagado con la vida. Los hombres de Iglesia en primera línea están en riesgo en este país”. Mons. Cruz recuerda que justamente Mons. Rameto había alzado la voz para condenar la larga cadena de homicidios políticos de los cuales luego él mismo sería víctima. Según las autoridades, “hay al menos seis Obispos que están en la mira de los criminales porque promueven la justicia, la verdad, la ayuda a los pobres y a los oprimidos”, reafirma Mons. Cruz. El Arzobispo nota que el gobierno filipino saldrá más debilitado de esta fase histórica, si no logra detener la larga ola de homicidios, ya que habrá fallado en su tarea de dar orden y estabilidad al país.
En la sociedad filipina se advierte gran preocupación a todos los niveles. Recientemente se han realizado en Manila y en otras ciudades manifestaciones que han unido movimientos católicos y asociaciones para la defensa de los derechos humanos, para protestar contra la estación de los homicidios políticos en toda la nación. (PA) (Agencia Fides 19/10/2006)


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