VATICANO - Con Judas Iscariote y Matías, el Papa Benedicto XVI concluye la galería de los retratos de los Apóstoles: “incluso si en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, espera a cada uno de nosotros contra balancear el mal realizado por ellos con nuestro límpido testimonio de Jesucristo”.

jueves, 19 octubre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Terminando hoy de recorrer la galería de los retratos de los Apóstoles llamados directamente por Jesús durante su vida terrena, no podemos dejar de mencionar a aquel que es siempre nombrado al último en las listas de los Doce: Judas Iscariote. A él queremos asociar aquí a la persona que es después elegida para su sustitución, es decir Matías”. Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI inició su catequesis durante la audiencia general del miércoles 18 de octubre, en plaza San Pedro.
“Ya el simple nombre de Judas suscita entre los cristianos una instintiva reacción de reprobación y de condena” dijo el Santo Padre, destacando cuanto es controvertido el significado por atribuir al apelativo “Iscariota”. Los Evangelistas insisten sobre su calidad de apóstol, y en dos ocasiones Jesús, dirigiéndose a los Apóstoles, lo indica como “uno de vosotros”. Judas pertenecía entonces al grupo de aquellos que Jesús había escogido como estrechos compañeros y colaboradores. “Esto suscita dos preguntas en el tentativo de dar una explicación a los hechos acaecidos” dijo el Papa. “La primera consiste en el preguntarnos como así Jesús había escogido a este hombre y había confiado en él” desde el momento en que Judas, el ecónomo del grupo, es calificado como “ladrón” y Jesús mismo pronuncia un juicio muy severo sobre él. Se estrecha aún más el misterio sobre su suerte eterna. “Una segunda pregunta se refiere al motivo del comportamiento de Judas: ¿por qué ha traicionado a Jesús?”. El Papa Benedicto XVI ha recordado como están hechas las varias hipótesis al respecto (avaricia, la desilusión de no ver en Jesús al liberador político-militar que se esperaba), y “los textos evangélicos insisten sobre otro aspecto: Juan dice explícitamente que “el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el traicionar a Jesús”… De este modo se va más allá de las motivaciones históricas y se explica lo acontecido en base a la responsabilidad personal de Judas, el cual cedió míseramente a una tentación del Maligno. La traición de Judas permanece siendo, en todo caso, un misterio”.
Recordando que Pedro, “tras su caída, se arrepintió y encontró perdón y gracia” mientras el arrepentimiento de Judas “degeneró en desesperación y así se convirtió en auto destrucción”, el Papa invitó a tener presente dos cosas. “La primera: Jesús respeta nuestra liberta. La segunda: Jesús espera nuestra disponibilidad al arrepentimiento y a la conversión; es rico en misericordia y en perdón. Por el resto, cuando pensemos en el rol negativo desarrollado por Judas, debemos inserirlo en la superior conducción de los eventos por parte de Dios. Su traición ha conducido a la muerte de Jesús, el cual transformó este tremendo suplicio en espacio de amor salvador y en entrega de sí al Padre… En su misterioso proyecto salvador, Dios asume el gesto inexcusable de Judas como ocasión del don total del Hijo para la redención del mundo”.
Finalmente el Santo Padre recordó “a aquel que después de la Pascua es elegido en vez del traidor”, Matías, del que sabemos solo que “también él había sido testigo de todo el recorrido terreno de Jesús, permaneciendo fiel a Él hasta el final”, y concluyó con esta exhortación: “incluso si en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, espera a cada uno de nosotros contra balancear el mal realizado por ellos con nuestro límpido testimonio de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador”. (S.L.) (Agencia Fides 19/10/2006)


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