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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Dos de los doce Apóstoles, Simón el Cananeo y Judas Tadeo, han sido propuestos por el Santo Padre Benedicto XVI durante la catequesis a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la audiencia general del miércoles 11 de octubre. “Los consideramos juntos - ha dicho el Papa -, no sólo porque en las listas de los doce siempre aparecen juntos, sino también porque las noticias sobre ellos no son muchas."
Simón es indicado como "cananeo" o "zelota", apelativos que significan la misma cosa en la lengua hebrea: "ser celoso, apasionado". Puede ser referido tanto a Dios, en cuanto que es celoso del pueblo al que ha elegido como a los hombres, que arden de celo en el servicio a Dios. Simón pues, ha explicado el Papa, aunque no pertenecía específicamente al movimiento nacionalista de los Zelotas, al menos se caracterizaba por "un ardiente celo por la identidad judía, por lo tanto por Dios, por su pueblo y por la Ley divina". "Simón es todo lo opuesto de Mateo, que por el contrario, como publicano, procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más diversos estratos sociales, sin exclusión alguna".
El Papa Benedicto XVI ha afirmado después como los seguidores de Jesús, aún siendo tan distintos, consiguieron superar las dificultades de convivencia gracias a Jesús, " en el que todos se encuentran unidos", y eso constituye también una lección para nosotros, "con frecuencia tendemos a subrayar las diferencias y quizá las contraposiciones, olvidando que Jesucristo nos da la fuerza para superar nuestros conflictos. Hay que recordar que el grupo de los doce es la prefiguración de la Iglesia, en la tienen que encontrar espacio todos los carismas, pueblos, razas, todas las cualidades, que encuentran su unidad en la comunión con Jesús".
De Judas Taddeo se transmiten pocas cosas. El evangelista Juan señala su petición a Jesús durante la Última Cena: "Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?” La respuesta de Jesús es misteriosa y profunda: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él". "Esto quiere decir que el Resucitado tiene que ser visto y percibido con el corazón - ha dicho el Santo Padre - , de manera que Dios pueda hacer su morada en nosotros. El Señor no se presenta como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por ello su manifestación implica y presupone un corazón abierto. Sólo así vemos al Resucitado". A Judas Tadeo se le atribuye la paternidad de una de las Cartas del Nuevo Testamento, en la que es evidente su preocupación "de poner en guardia a los cristianos contra aquellos que toman pretexto de la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a los demás hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia."
El Santo Padre ha subrayado que "hoy nosotros no estamos acostumbrados a utilizar un lenguaje tan polémico", sin embargo, es importante "conservar la identidad de nuestra fe". El camino de la indulgencia y del diálogo emprendido por el Concilio Vaticano II “tiene que continuarse con firme constancia", ha continuado el Papa, pero esto “no debe hacer olvidar el deber de recodar y subrayar siempre las líneas fundamentales irrenunciables de nuestra identidad cristiana. Por otra parte, es necesario tener muy presente que nuestra identidad exige fuerza, claridad y valentía, ante las contradicciones del mundo en que vivimos”.
De su Carta como se advierte Judas Tadeo vive en plenitud su fe, "tanto Simón el Cananeo, como Judas Tadeo nos ayuden a redescubrir siempre de nuevo y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, sabiendo dar testimonio fuerte y al mismo tiempo sereno". (S.L) (Agencia Fides 12/10/2006, Líneas: Palabras:
