AFRICA/REPUBLICA CENTROAFRICANA - 250.000 prófugos por las violencias en el Norte del Centroáfrica. "Detrás de cada uno de ellos hay un rostro y una historia" habla una religiosa que trabaja en la región: "Lo que más me mueve aún en estas difíciles circunstancias es la conservación de la dignidad de la persona"

martes, 3 octubre 2006

Bangui (Agencia Fides) - Son más de 250.000 las personas que se han visto obligadas a huir del Norte de la República Centroafricana a causa de las violencias cometidas por diversos grupos armados, incluidos los militares gubernativos. La denuncia es de Toby Lanzer, Coordinador de las operaciones humanitarias de las Naciones Unidas en Centroáfrica. Hay 150.000 desplazados interiores en las áreas septentrionales de la República Centroafricana, mientras que otras 50.000 personas se han visto obligadas a huir al Chad y 20.000 a Camerún" ha afirmado el responsable de las Naciones Unidas. Esta situación está teniendo un impacto a nivel regional entrecruzándose con las crisis de la cercana Sudán, Darfur y Chad.
Pero las preocupaciones geopolíticas y las frías cifras sobre el número de desplazados y refugiados no pueden por si solas, hacer comprender el drama humano que viven estas personas. "Lo primero que me dijeron los evacuados de una aldea destrozada fue: "Los rebeldes nos han expulsado de las chozas y los soldados del gobierno nos las han quemado, obligándonos a vivir en la selva. No sabemos quiénes somos ni para qué vivimos" dice a la Agencia Fides Sor Petra Urietti, misionera de las Hermanas de S. José de Turín, que desde hace años trabaja al Norte de la República Centroafricana, en una zona en la frontera con Chad (ver Fides 3 de diciembre del 2003). "Es realmente difícil devolver la esperanza en estas condiciones. La pobre gente de las aldeas es víctima de todos los grupos armados que se encuentran en la zona" dice la misionera mostrando las fotos de las pobres chozas de ladrillos de barro quemadas según una lógica de ciega y lucida maldad. Hemos recogido a moribundos con la cabeza destrozada con un golpe del fusil. Estas personas no tienen ni siquiera derecho a una bala, al menos a una muerte rápida: son masacradas con una brutalidad inenarrable, a menudo entre atroces sufrimientos" cuenta la misionera.
"Quien comete estos actos probablemente está drogado: no se puede explicar de otro modo una falta tal de respeto hacia la vida humana y una insensibilidad tal" dice Sor Petra.
"Pero la esperanza no disminuye nunca, sin siquiera en esta situación" continúa la misionera. "Gracias a la ayuda de la Iglesia universal hemos reconstruido la escuela misionera, y es increíble ver a los niños que llevaban meses refugiados en la selva, volver a las clases con su uniforme escolar limpio: la han conservado con ciudado en previsión de la reanudación del año escolar. Estos niños vienen de experiencias terribles, algunos fueron conducidos a campos de refugiados, otros han tenido que sobrevivir durante meses en la selva, otros han perdido a sus padres. Gracias a Dios la familia ampliada africana consigue integrarlos y hacer que encuentran un hogar doméstico."
"Lo que me urge aun en estas difíciles circunstancias es la conservación de la dignidad de la persona" afirma Sor Petra. "Por ello encuentro deletéreo ofrecer sólo una ayuda de emergencia porque las personas al final se acostumbran a tender la mano para pedir comida y medicinas, y ya no son capaces de levantarse y caminar con sus propias piernas. Yo ofrezco toda la asistencia posible a las personas que me lo piden. Pero a cambio, por su dignidad, pido algo, quizá un ladrillo para la escuela. Hay que partir de la gente del lugar con sus limitados recursos para ayudar a la reconstrucción" concluye la misionera. (L.M) (Agencia Fides 3/10/2006 Líneas: 42 Palabras: 616)


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