VATICANO - Seminario de estudio para los Obispos - "La paternidad del Obispo respecto a los presbiterios" ilustrados por el Card. Darío Castrillón Hoyos

lunes, 18 septiembre 2006

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "Nuestros sacerdotes anhelan encontrar en nosotros a ese padre, maestro, amigo y hermano a quien tienen necesidad y derecho de encontrar, para ser sostenidos, defendidos y animados en el cumplimiento de su sagrado ministerio y en el camino de su santidad sacerdotal". El Card. Darío Castrillón Hoyos, Prefecto de la Congregación para el Clero, habló sobre la "paternidad del Obispo respecto a los presbiterios" a los Obispos reunidos en Roma para el Seminario de Estudio promovido por la Congregación para la evangelización de los Pueblos, el sábado 16 de septiembre
Para comprender a fondo "el sentido, el estilo y sobre todo el contenido de este ser padres para los sacerdotes", el Card. Castrillón Hoyos ha basado sus reflexiones en dos aspectos teológicos: la dimensión cristológica de la paternidad y su naturaleza sacramental. Estamos llamados en la ordenación episcopal a ser padres de nuestros sacerdotes con el espíritu del Buen Pastor que da la vida por su rebaño" ha dicho el Cardenal. “No hay duda de que la eficacia en la nueva evangelización a la que estamos llamados, depende también de este espíritu de paternidad que existe entre nosotros y nuestros sacerdotes que con nosotros forman 'un único cuerpo sacerdotal, aunque destinado a diversos oficios’, empapado del espíritu de servicio y confianza mutua. Si Dios nos pide a nosotros ser 'heraldos de la fe' y 'maestros auténticos', dotándonos con la autoridad de Cristo entre el Pueblo que nos ha sido confiado por el Espíritu Santo, sólo la acción estrecha de nuestros sacerdotes como agua límpida y regeneradora de vida, que empapa las rocas y moja el terreno más árido, puede asegurar a cada una de nuestras comunidades misioneras el alimento de la Palabra divina y el vigor de los Sacramentos."
El Obispo participa "en la consagración y en la misión del mismo Cristo", por ello, la paternidad episcopal no es una elección del individuo, sino que "es a la vez un don sacramental y misterio de gracia en Cristo… Se sigue de ello que la paternidad episcopal concierne a todo el ministerio episcopal según sus tres dimensiones de enseñar, santificar y gobernar". "Nosotros somos padres - ha dicho el Prefecto de la Congregación para el Clero - porque engendramos espiritualmente, por la transmisión del sacerdocio de Cristo, a través de la imposición de las manos. Somos padres porque, con nuestra propia vida de servicio del salus animarum, alimentamos en los hombres el nacimiento de la vocación sacerdotal y posteriormente garantizamos en ellos los medios por su vida sacerdotal, apostólica y misionera."
El Card. Castrillón Hoyos ha afirmado después que el Obispo puede hacer crecer en santidad de vida a sus presbiterios y conducirlos al cumplimiento de la misión que se les ha confiado, ante todo con su santidad de vida: "Si falta en el Pastor la búsqueda de santidad, de poco valen todos los otros medios". El Obispo debe ser el primero en enseñar, con la propia vida, "la primacía del ser sobre el hacer". "El ejemplo de Cristo resucitado que se hace presente a sus Apóstoles a las orillas del lago de Tiberiades después de aquella noche de pesca infructuosa, puede inspirarnos en nuestra programación pastoral - ha subrayado el Cardenal -. Tendremos el ánimo de hablar con franqueza a nuestros hermanos en el sacerdocio como padres que transmiten no una sabiduría según el mundo sino según Dios y que nos hará ser guías y maestros divinos."
En la parte conclusiva de su amplia intervención, el Card. Castrillón Hoyos ha hablado de la formación permanente y de la formación a la misión: un aspecto esencial de la formación se manifiesta como acompañamiento paternal y fraterno del Obispo a lo largo de las etapas fundamentales de la vida ministerial de los sacerdotes". En particular, respecto a la formación misionera, el Prefecto de la Congregación para el Clero ha afirmado: "Recordémonos a nosotros mismos y a nuestros presbiterios que existimos y actuamos para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia en nombre y en persona de Cristo, Cabeza y Pastor, en cualquier lugar en el que trabajemos y sea cual sea la misión encomendada, estando nuestro ministerio dirigido no sólo a la Iglesia particular sino también a la Iglesia universal". (S.L) (Agencia Fides 18/9/2006; Líneas: 50 palabras: 734)


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